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 Del siglo XVIII data en Cuba el más antiguo testimonio de la creación de música para los oficios del culto católico. Se trata de la obra interpretada y compuesta por Esteban Salas (1725-1803) en la sede catedralicia de Santiago de Cuba.
En el primer inventario (1769) de la capilla de música que se conserva en la Catedral de Santiago de Cuba, consta, de puño y letra de Salas, la existencia de música para las celebraciones marianas y los oficios de Semana Santa y de Difuntos.

 LA PASIÓN

El Oficio de Semana Santa escrito por Esteban Salas es una especie de ciclo integrado por un total de ventiuna obras inéditas, compuestas algunas de ellas antes de 1769. Proceden las obras de los fondos del archivo del Museo Archidiocesano de la Catedral de Santiago de Cuba y el Fondo Pablo Hernández Balaguer de la Biblioteca Elvira Cape.
Del Officium Hebdomadæ Sanctæ (en latín) de Esteban Salas aparecen musicalizados textos que responden a diferentes momentos de la liturgia del Domingo de Ramos; Miércoles, Jueves, Viernes y Sábado Santos, y Domingo de Resurrección.
A partir del repertorio publicado ya en el libro cuarto de la colección Música Sacra (2003), es que será grabado próximamente un disco para K617 por el Conjunto de Música Antigua Ars Longa y la Camerata Vocale Sine Nomine, ambos bajo la dirección de Teresa Paz.
Da inicio a la celebración de la llamada Semana Santa la conmemoración de la entrada de Jesús en la ciudad de Jerusalén cuando, reconocido por el pueblo hebreo como Mesías, recibe las honras de niños y adultos, quienes portando ramos de olivos alfombran el camino a su paso, mientras dicen: "¡Hosanna al Hijo de David, Bendito el que viene en el nombre del Señor, Hosanna en las alturas!" Este hecho, es representado litúrgicamente con la ceremonia de la Bendición de Ramos, o palmas que enarbolan los fieles durante la primera misa.
Para estos momentos del ritual del Domingo de Ramos Salas escribió tres piezas: Pueri Hebræorum, Gloria, laus et honor e Ingrediente Domino. Tanto el Pueri... como el Ingrediente... son muestra de los versos o motetes que Salas puso en música para acompañar momentos puntuales de los oficios de la Catedral de Santiago de Cuba. Se trata generalmente de obras para tres voces y continuo de muy sencilla factura y escasa extensión, que en ocasiones utilizan recursos contrapuntísticos.
En el caso del Gloria, es un himno que acompaña la procesión de las palmas que fuera instituida por el papa san Gregorio para que los fieles recuerden a un tiempo la humildad del Salvador que entró en Jerusalén sentado sobre un pollino, y las alabanzas con que allí fue recibido.
Salas obvia la costumbre de interpretar los versos impares en formato polifónico, alternando con los versos pares en gregoriano, y escribe las estrofas -una a continuación de la otra- de manera que la alternancia es sólo literaria. De extensión breve, la factura se establece a partir de una relación texto-música fundamentalmente silábica, como es usual en este género, en el que se repite para cada estrofa la misma melodía.
En otro momento litúrgico se ubican las Lamentaciones. El texto de estas obras, llamadas asimismo "Threnos" por los griegos, constituye un poema sagrado, en el cual los dolorosos gemidos que exhala el profeta Jeremías son una figura de los que prorrumpía Jesucristo en medio de sus tormentos, exhortando sin cesar a los moradores de Jerusalén a que llorasen por la desolación y completa ruina que amenazaban a la ciudad y al templo. Fragmentado en nueve lecciones, el poema se subdivide en una especie de ciclo vocal que se canta durante el oficio de maitines (también llamado matutinum o de tinieblas) durante los días del triduo sacro (Jueves, Viernes y Sábado Santos). Sólo se conservan cuatro Lamentaciones escritas por Salas: de ellas, una lamentación primera, dos lamentaciones segundas, y una lamentación tercera. Aunque debieron ser cantadas en el primer nocturno del oficio de maitines del Jueves Santo, en Santiago de Cuba se adelantaba este oficio a la tarde del Miércoles Santo. Es posible que esta modificación del horario litúrgico -también observada en la Península Ibérica- respondiera a la esmerada elaboración musical de estas piezas a partir del siglo XVII, lo que confirió al oficio un marcado carácter de concierto.

LA MUERTE

Conservados indistintamente en el Museo Nacional de la Música, en La Habana, y la Biblioteca Elvira Cape (Santiago de Cuba), algunos manuscritos del Oficio de Difuntos aun permanecen inéditos, por lo que sus recientes transcripciones y toda la investigación entorno a este tema podrán conocerse cuando sea publicado el libro sexto de Música Sacra... previsto para salir en 2005. No obstante, algunas de esas piezas -dos lecciones y la misa- serán incluidas en el próximo disco del Conjunto de Música Antigua Ars Longa.
De ese repertorio, la obra más conocida es la Misa de Difuntos, transcripta por el maestro Hilario González e interpretada por el Coro Exaudi, con acompañamiento del coro de los monjes benedictinos de Silos.
Dividido su texto en ocho partes, es una de las piezas de mayor formato escritas por Salas: cuatro voces, dos flautas, dos violines y continuo; no obstante, posee dimensiones propias del tiempo litúrgico. Alterna recursos de homofonía y polifonía acordes con el sentido del texto y conserva momentos de canto gregoriano. Quizás su parte más elaborada sea el Ofertorio, que combina profundo carácter dramatúrgico y elaborada factura musical.
Al consultar manuscritos que, por estar dispersos, no fueron -todo hace indicar- conocidos por González, se impuso la necesidad de transcribir nuevamente esta importante obra, la cual será interpretada en correspondencia con el formato de voces masculinas que debió utilizar Salas en la Catedral de Santiago de Cuba.
De ahí que Teresa Paz, directora de Ars Longa, haya recabado la participación de Enrique Filiú y su Camerata Vocal Sine Nomine para grabar el disco que resume los dos momentos más intensos de la liturgia católica: el sufrimiento de Cristo y la hora de la muerte.