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 Con la exposición «Re-cuentos», el Taller Experimental de la Gráfica se propuso despedir el 2007, año de su 45 aniversario, por todo lo alto. Casi una treintena de retratos realizados por Ramón Martínez Grandal y Pedro Abascal integraron la propuesta junto a 15 piezas de significativos artistas de distintas generaciones que intentan reinterpretar desde sus poéticas algunas de las más conocidas instantáneas de Abascal.

Bajo el bien fundado título de «Re-cuentos», la selección revivió las tardes en el Taller que quedaron atrapadas por el lente de estos creadores.

 
 Calle Villegas (1989). Plata sobre gelatina.

El Taller Experimental de la Gráfica se propuso despedir el 2007, año de su 45 aniversario, por todo
lo alto. Para ello exhibió una muestra sui géneris que desdibuja sus cánones expositivos. Casi una treintena de retratos realizados por Ramón Martínez Grandal y Pedro Abascal integraron la propuesta junto a 15 piezas de significativos artistas de distintas generaciones que intentan reinterpretar desde sus poéticas algunas de las más conocidas instantáneas de Abascal.
Bajo el bien fundado título de «Re-cuentos», la selección revivió las tardes en el Taller que quedaron atrapadas por el lente de estos creadores. La primera parte de la exposición funcionó como una suerte de diálogo entre el pasado y el presente, entre la nostalgia y la cotidianidad de la antológica institución, mediante imágenes de los protagonistas de las múltiples jornadas de olor a tinta entre piedras y cartulinas. Jornadas por las que en más de cuatro décadas han transitado la mayoría de nuestros artífices que han encontrado en el grabado un inagotable vehículo de expresión.

 
 Malecón de La Habana (1991). Plata sobre gelatina.
Algunos de los fotografiados, al parecer, no se conformaron solamente con figurar en la exhibición desde el blanco y negro de sus rostros plasmados en el papel fotográfico, posando o sorprendidos por estos cazadores de historias visuales. Quisieron desquitarse con Abascal, gracias a una invitación de éste a que se apropiaran de algunas de sus fotos para devolvérselas concebidas desde sus propias paletas e inquietudes pictóricas.
Lo que comenzó como un homenaje de los fotógrafos al Taller de la Plaza terminó corriendo la suerte de un cadáver exquisito al que se sumaron Arturo Montoto, Aisar Jalil, Rafael Zarza, Ángel Rivero, Julio César Peña, José Omar Torres, Carlos de Toro, Zenén Vizcaíno, Rafael Paneca e Isolina Limonta, por sólo mencionar algunos de la quincena de artistas que se empeñaron en contagiar de trazos la obra de quien tanto le ha cantado a La Habana desde el lente, captando su esencia y la de sus habitantes con su peculiar perspectiva e indagadora vocación de cazador de imágenes.

Cecilia Crespo
Periodista cultural

Tomado de Opus Habana, Vol. XI, no. 2, Breviario.