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 Durante la primera edición de la Bienal de Arquitectura de La Habana tuvo lugar la muestra colectiva «Ciudad: deseos, signos, memorias...». De esta manera, en 2003 el Convento de San Francisco de Asís ofreció desde la diversidad de generaciones de artistas, «caleidoscópicas miradas sobre la ciudad y sobre la relación del hombre con su entorno».
Poder admirar la arquitectura como una de las bellas artes, lo que es, y poner a dialogar a todas las artes visuales entre sí teniendo de pivote a la ciudad fueron objetivos propuestos y logrados en la exposición «Ciudad: deseos, signos, memorias...»

Los artistas plásticos y el arte cubano en general, siempre han tenido a la ciudad y a los temas de la arquitectura entre sus motivos más recurrentes.
Desde la academia –pasando por las vanguardias pictóricas del pasado siglo, hasta los afamados 80 y la creación más reciente–, las imágenes de pinturas, grabados, fotografías, instalaciones, esculturas y cerámicas han recreado lo urbanístico y lo citadino de múltiples formas.
La Primera Bienal Internacional de Arquitectura de La Habana, celebrada del 25 al 30 de marzo de 2003, fue el escenario propicio para realizar la exposición «Ciudad: deseos, signos, memorias...» en el claustro sur del Convento de San Francisco de Asís.  En ella, artistas de gran reconocimiento dentro del arte contemporáneo nacional e internacional exhibieron obras vinculadas al tema que dio origen a la Bienal: La ciudad: pasado, presente y futuro.
Distintas generaciones de artistas, diferentes estadios de las más jóvenes hornadas de creadores como William Hernández y las hermanas Brito, junto a algunos menos jóvenes como Eduardo Rubén García, Arturo Montoto y Ernesto García Peña, entre otros, entregaron sus caleidoscópicas miradas sobre la ciudad y sobre la relación del hombre con su entorno.
La muestra permitió tomarle el pulso al arte cubano y apreciar cómo la arquitectura se entrelaza e interactúa con las demás artes visuales, para entregarnos una exhibición de belleza y frescura evidentes.
«Ciudad: deseos, signos, memorias...» reforzó el carácter cubano de la Bienal al otorgarle una importancia adicional como valor artístico y cultural, y ofrecerle un complemento como fiesta de la mirada sobre la ciudad.
Poder admirar la arquitectura como una de las bellas artes, lo que es, y poner a dialogar a todas las artes visuales entre sí teniendo de pivote a la ciudad –la obra plástica más duradera que ha gestado el hombre– son objetivos propuestos y logrados en esta exposición, un homenaje del Consejo Nacional de las Artes Plásticas a la ciudad, a los arquitectos, los urbanistas y a la propia Bienal.