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 Desde septiembre de 2000, la imagen en bronce de Salvador Allende se halla en la habanera Avenida de los Presidentes, gracias a la contribución de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.
La inauguración en 2000 del monumento dedicado a Salvador Allende, en la céntrica y privilegiada Avenida de los Presidentes de la capital cubana, confirmó el afecto real que profesa toda la nación hacia el ilustre chileno.

Desde su pedestal de mármol negro, la figura en bronce, plena de vida, parece detenida en el tiempo. La escultora chilena Mónica Bunster apresó ese gesto enérgico de un Salvador Allende en la efervescencia del discurso público ante el auditorio enardecido.
 La estatua no constituye una interpretación tradicional de la imagen del otrora presidente de Chile. Más bien se trata de la visión muy personal de una artista que no esconde su devoción por el mandatario, caído en el Palacio de la Moneda, el 11 de septiembre de 1973.
Justo un día como ese, pero en el año 2000, la inauguración del monumento dedicado a Salvador Allende, en la céntrica y privilegiada Avenida de los Presidentes de la capital cubana, confirmó el afecto real que profesa toda la nación hacia el ilustre chileno. Reflejo de ese sentir fueron las palabras pronunciadas por el Historiador de la Ciudad de La Habana, quien evocó la relación entrañable que sostuvo «ese intelectual dotado» y «hombre entregado a su pueblo», con los cubanos.En el acto solemne, el embajador chileno en Cuba, señor Eduardo Araya, recordó al Allende demócrata que pagó con su vida el sueño de instaurar la justicia social en su país. Presentes también, mostraron su deferencia por tan querido latinoamericano, el presidente de la Asamblea Provincial del Poder Popular en la Ciudad de La Habana, Conrado Martínez Corona, y el reconocido poeta y presidente de la Casa de las Américas, Roberto Fernández Retamar.
Como si regresara definitivamente a la ciudad que tanto amó, la imagen en bronce del que fuera presidente de Chile, es ya referencia obligada en la distinguida avenida habanera, gracias a la contribución de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.
Flores blancas, rojas y azules, con los colores propios de la bandera de esa nación sureña, complementan el conjunto escultórico ubicado al centro del paseo, entre las calles 21 y 23 del Vedado. Una referencia obligada para quienes saben, como expresó el doctor Leal, cuán importante es «reavivar la memoria y conservar esos espacios de culto a los grandes hombres del continente».