Imprimir
Visto: 4074
 En la quinta parte de esta zaga de sus Acotaciones colombinas, el cronista cuenta «cómo fueron embarcados en La Habana, rumbo a España, en 1898, los supuestos restos de Colón», «por qué el gobierno español se llevó de Cuba en 1898 los supuestos restos de Colón» y las «tentativas del duque de Veragua para devolver a Santo Domingo los restos de su ilustre ascendiente depositados en La Habana», entre otros temas.
La inseguridad en que se encontraban respecto a las estipulaciones del Tratado de Paz influyó, seguramente, en el ánimo de los gobernantes españoles para que, después de la precipitación con que habían exhumado los restos del nicho, demorasen cerca de tres meses el traslado de los mismos a España.

VII

Cómo fueron embarcados en La Habana, rumbo a España, en 1898, los supuestos restos de Colón.
 
El 12 de diciembre de 1898 se reunió, a las 9 de la mañana, en la Iglesia Catedral, y bajo la presidencia del gobernador general Adolfo Jiménez Castellanos, la comisión nombrada por el Gobierno español para la exhumación de los restos de Colón y su remisión a la Península, según lo había dispuesto el Gobierno de S. M. Sólo faltaron en este acto los miembros don Manuel Santander y Frutos, obispo de la diócesis, y don Antonio Pérez Rojas, académico correspondiente de la Historia.
Después de leída el acta que se levantó el 26 de septiembre, concerniente a la apertura del nicho y extracción de los restos y depósito de la caja que los contenía bajo la guarda del deán, en el estante destinado a la Custodia Mayor, en la sacristía, la Comisión, según aparece del acta que al efecto se levantó, «examinada la precitada caja, aparece en el mismo estado en que fue entregada al señor deán y colocada en el sitio señalado», haciéndose constar también «que hasta el día de la fecha se ha mantenido en la sacristía de la Catedral un servicio armado para la debida seguridad de los restos expresados».
La caja fue conducida en un carro de la Sanidad Militar, cubierta con la bandera española, al muelle de la Machina, donde, trasladada la Comisión, el gobernador general hizo formal entrega al comandante general del apostadero, don Vicente Manterola, «de la caja que contiene los restos de don Cristóbal Colón, así como también de la llave perteneciente a la misma». Firman el acta los señores Adolfo J. Castellanos, Vicente Manterola, Rafael Fernández de Castro, Juan Arolas, Toribio Martin, Ramón Garganta, el marqués de Esteban, Adolfo Sáenz Yánez y Antonio Govín.

VIII

Por qué el Gobierno español se llevó de Cuba en 1898 los supuestos restos de Colón.

Derrotadas por completo las fuerzas de mar y tierra españolas por las norteamericanas y pedida la paz el 26 de julio de 1898 por el Gobierno de Madrid, mediante la intervención del embajador francés M. Cambon, al de Washington, y firmado el 12 de agosto el protocolo de paz, de acuerdo con los términos impuestos por el presidente de los Estados Unidos, y proclamado el armisticio, convencida ya España de que Cuba se encontraba irremisiblemente perdida para ella, se apresuraron los gobernantes de la isla, sin esperar la concertación y firma del Tratado de Paz, a disponer la exhumación de los supuestos restos de Cristóbal Colon que se encontraban depositados en la Iglesia Catedral de la ciudad de La Habana, para trasladarlos a la Península.
Bien podían los gobernantes españoles haber esperado la firma del Tratado de Paz para tomar entonces las resoluciones oportunas sobre los referidos restos del descubridor del Nuevo Mundo, por si ocurría que en el Tratado se estipulaba algo sobre el particular, ya directa, ya indirectamente especificado.
Tan hubiera podido ello suceder, que muchos años después en el Tratado de Paz celebrado por las Naciones Aliadas y Asociadas, con Alemania, de 1919, se estipuló, de manera expresa, sobre el destino que debían tener determinados restos humanos. En efecto, en el párrafo segundo del artículo 246 del antes dicho Tratado que puso fin a la guerra mundial iniciada el año 1914, se dispone lo siguiente: «El cráneo del sultán Makaoua, que fue tomado del Protectorado Alemán del África Oriental y transportado a Alemania, habrá de ser, dentro del mismo plazo, remitido por Alemania al Gobierno de Su Majestad Británica». Y en el párrafo siguiente se decía que la entrega de dicho cráneo debía efectuarse en el lugar y condición que fijara el Gobierno a que debía ser restituido.
El Gobierno español, no esperó, como ya dijimos, a la firma, el 10 de diciembre de 1898, del Tratado de Paz con los Estados Unidos, para realizar la ya citada exhumación de los restos de Colón, y el 26 de septiembre la llevo a cabo en la forma y circunstancias que ya hemos expuesto, del nicho en que se encontraban guardados en la pared del Presbiterio, a la derecha del altar mayor, de la Catedral de La Habana, aunque no se efectuó el traslado de los mismos a la Península hasta dos días después de firmado el Tratado de Paz, o sea el 12 de diciembre, conservándolos mientras tanto custodiados militarmente en la sacristía de la Catedral.
La inseguridad en que se encontraban respecto a las estipulaciones del Tratado de Paz influyó, seguramente, en el ánimo de los gobernantes españoles para que, después de la precipitación con que habían exhumado los restos del nicho, demorasen cerca de tres meses el traslado de los mismos a España, no decidiéndose a hacerlo sino cuando ya estuvieron convencidos de que en el Tratado de Paz nada se disponía sobre dicho traslado, ni existía tampoco cláusula alguna en que pudiera estar implícitamente expresada la prohibición de hacerlo.
Considerados los restos de Colón como bienes muebles, España podía llevárselos de Cuba, pues, a los bienes a que renunciaba en Cuba y cedía en Puerto Rico y en las otras islas de las Indias Occidentales, en la isla de Guam y en el Archipiélago de las Filipinas, era a los «edificios, muelles, cuarteles, fortalezas, establecimientos, vías públicas y demás bienes inmuebles que con arreglo a derecho son del dominio público, y como tal corresponden a la Corona de España», según el artículo VIII del Tratado. Es posible que también se basaran en las disposiciones de este artículo para llevarse igualmente a España, junto con los restos de Colón, el monumento funerario que ese mismo año de 1898 se había levantado, en honor del Almirante, en el crucero de la Iglesia Catedral, aunque sobre dicho monumento y los derechos de Cuba sobre el mismo, trataremos oportunamente en otras Acotaciones.

IX

Infructuosas tentativas del duque de Veragua para devolver a Santo Domingo los restos de su ilustre ascendiente depositados en La Habana.

Hacia 1812 trató el duque de Veragua de lograr el retorno a Santo Domingo de los restos de su glorioso antecesor, según se desprende de una comunicación que en 3 de junio de ese año dirigió desde Cádiz Ignacio de la Pezuela al gobernador de La Habana, trasladándole la que en esa misma fecha había enviado a aquél en respuesta a la solicitud hecha en 28 de abril anterior para que «habiendo cesado el motivo del depósito que interinamente se hizo de sus restos (de Colón) en La Habana, parece debe restituirse a su primitivo destino y que siendo éste el voto de la Ciudad de Sto. Domingo y de sus vecinos, suplicaba V. E. a la Regencia del Reyno se dignase excdir. las orns. convenientes a que así se verificase, en cuyo caso se haya pronto a contribuir por su parte para que se haga con el decoro debido, pero que atendiendo a las circunstancias, presentes deseaba se previniese
que las funciones fúnebres se redujesen a un solemne oficio y misa, sin otra pompa fúnebre y sin perjuicio de los honores militares según ordenanza». A cuya petición accedió la Regencia, según se expresa al final de esta comunicación: «enterada S. A. se ha servido acceder a la solicitud de V. E. en los términos expresados», lo que se participaba al gobernador de La Habana «de orn. de S. A. pa. su inteligencia y efectos convenientes».
No sabemos si se volvió a tratar oficialmente sobre el traslado, pero es lo cierto que nada efectivo se hizo.

X

Lo que costó al Cabildo habanero la recepción y enterramiento, en la Catedral, el año 1796, de los supuestos restos de Colón.

Ya vimos en la IV de estas Acotaciones que al llegar a La Habana, el 13 de enero de 1796, traídos de Santo Domingo, los supuestos restos de Colón, el jefe del Apostadero de nuestra capital, don Juan de Araoz, dio cuenta al gobernador don Luis de las Casas, de que según le avisaba el general Aristizábal «está aquí encargado, por disposición del señor duque, D. Pedro Juan de Erice de hacer todos los gastos correspondientes a la función, cuya noticia tal vez podrá servir a V. E. para su acostumbrado acierto en sus providencias».
Pero el Cabildo habanero se opuso a que el duque de Veragua costease los gastos de las funciones y homenajes que La Habana les tributaría a los restos de Colón, y en sesión del 9 de enero tomó los siguientes acuerdos: «Que a costa de sus propios se disponga una función que dure tanto en la memoria de sus avitantes como las acciones de él en los fastos de la Historia á qonsecuencia de un oficio que el dia anterior le dirigió el Excmo. Sh. Govor. y Capn. Gral. estos son ntros. deseos manifestados en el asun. digo acuerdo testimoniado que incluymos. En cuya virtud sabiendo que el Excmo. Sor. Duque de Veraguas digno descendiente del inmortal Colón, tiene á un prevenido que en igual circunstancias se celebre por cuenta de S. E. la función del recibimiento, conducción y depósito nos es indispensable comunicar a un a nombre del M. Y. A. la que está dispuesta para que suspenda la suya teniendo aquella por suficiente y atendiéndose a que considerándose la Ciudad tan obligada no puede dexar de realizar su reconocimiento quando no con la. . . pompa y decoro á que son acreedores el Héroe y su descendencia al menos de un modo que acredite los esfuerzos de su deseo».
Estos acuerdos fueron comunicados por los comisarios del Cabildo, señores Miguel de Cárdenas y Manuel de Sayas Santa Cruz, al gobernador Las Casas y al representante
en La Habana del duque de Veragua, D. Pedro Erice, en 16 de enero, mostrándose ambos de acuerdo con los deseos del Cabildo habanero. El último, en comunicación del día 18 dirigida a los señores comisarios antes citados, se mostró gratamente complacido «al ver que un Cuerpo en quen se representa al Pueblo el Ilustre Ayunto. quería manifestar el que aun vivían en los Havitantes desta Isla los reconocimientos más idelebre digo indeleble acia la memoria del Descubridor de este suelo».
Los comisarios municipales Cárdenas y Sayas Santa Cruz quedaron encargados de correr con la organización de todos los actos que debían realizarse en La Habana para el recibimiento de las cenizas de Colón, así como de costear con los fondos de Propios del Municipio las erogaciones que fuese necesario realizar.
Los gastos que ocasionaron el recibimiento y funerales de los restos de Colón, costeados como ya dijimos por el Municipio habanero, ascendieron a la suma de $3.198-1 ½ rs., según aparece de la cuenta detallada, que ya citamos, presentada por los comisarios tenientes de regidores D. Miguel de Cárdenas Chacón y D. Manuel de Sayas Santa Cruz ,y el mayordomo de Propios y Rentas de la Ciudad, D. Juan Luis Marqueti.
El duque de Veragua, «séptimo nieto y sucesor en propiedad en su casa y estados como cabeza de su línea legítima Primogénito según declaración del Supremo Consejo de las Indias, y espresa confirmación de S. M. reinante», en carta original, que se conserva unida al libro de Cabildos del Ayuntamiento habanero, escrita en La Coruña el 30 de marzo de 1796. expresó «A la M. N. y muy Leal Ciudd. de la Havana en su Ayunt.» su profunda gratitud y la de sus familiares por los homenajes tributados en La Habana a los restos de su glorioso antecesor, homenajes que, expresaba, han compensado el «maior desconsuelo que le produjo ver arrancar de la Yglesia Cathedral de su querida Isla Española el resto del cadáver de su descubridor inmortal y llevarlo a la Havana».


Emilio Roig de Leuchsenring
Historiador de la Ciudad desde 1935 hasta su deceso en 1964.