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 En esta ocasión el articulista afirma «uno de los más eficaces remedios contra la vagancia es la diversificación de oficios y carreras efectivamente lucrativos, la creación de nuevas fuentes de producción».
«¿Cuantos de esos profesionales pueden vivir, por lo menos decorosamente, del ejercicio de sus respectivas profesiones, y cuantos figuran en la legión de los desocupados forzosos o de los vagos?».
 
Uno de los más eficaces remedios contra la vagancia es la diversificación de oficios y carreras efectivamente lucrativos, la creación de nuevas fuentes de producción.
El ex ministro de Educación Ramón Vasconcelos, al observar desde la cercanía inmediata de su alto puesto el amplio panorama de la enseñanza en la República, comprobó esa urgente necesidad: «La falta de un destino para la juventud —declaró—Se puede considerar como la fuente de nuestras desventuras y de nuestros quebrantos. Por esta razón hay que librar una batalla formidable para que la juventud cubana tenga algo más que el himno y la bandera, que es casi todo lo que tiene al presente. El campo natural de esta acción debe ser el aula. De aquí que propiciamos toda iniciativa que tienda a crear más escuelas profesionales de Comercio, técnicas industriales, de artes y oficios, de agricultura y las escuelas de marinos mercantes, pues a veces nos olvidamos de que estamos en una isla».
Por ahí debemos empezar. Y olvido inconcebible y fatal para Cuba ha sido el de todos sus gobernantes coloniales y republicanos de la situación insular de esta tierra. Pero ella fue, en cambio, objeto de la codicia y las ambiciones internacionales, durante siglos, de naciones americanas y europeas, como ha señalado Enrique Gay Calbó en varios notables trabajos. «Para los gobernantes de la colonia —dice— ésta era sólo un sitio de tránsito en que los dominadores vivirían un corto tiempo en servicio de su rey, como base para otros ascensos en la carrera militar o administrativa. Nada intentaban ni nada se les pedía por lo general, para el fomento de las tierras o para el adelanto de la Isla gobernada. Llegaban las flotas con los grandes cargamentos de oro y de mercancías para enriquecer a los ministros y a los funcionarios de la metrópoli, y aquí esperaban a los buques de la armada que los escoltarían hasta el puerto de Sevilla…».
Venían y se retiraban los gobernantes y funcionarios españoles sin percatarse que Cuba era una isla y situada en el más estratégico lugar de América, lo mismo en el orden militar que en el comercial. Y Cuba fue mantenida por España en aislamiento absoluto hasta que la conquista de La Habana por los ingleses pareció que iba a abrirles los ojos y hacerles mirar el mapa de América. Pero esa «sencilla ojeada sobre el mapa» que pidió Arango y Parreño en el Consejo de Indias el año 1793, según Pezuela, nunca llegó a efectuarse de manera inteligente y con sincero afán de aprovechamiento económico.
En otro trabajo — EI cubano avestruz del Trópico— Gay Calbó demuestra de modo pleno que el cubano es dicha ave, «no es el tragón, ni el corredor, ni el que se agacha, si no el que esconde la cabeza para ignorar el peligro» porque cierra los ojos y hace que se esconde «para no enterarse de las realidades en torno para vivir sin darse cuenta de las innúmeras asechanzas que le rodean», porque «es maestro en hurtarse ante la verdad y en negar su comprensión a lo evidente, a lo inevitable, cuando no le es grato a su vanidad o a su falso sentido de la conveniencia».
Por obra y desgracia de esta inveterada costumbre criolla, el cubano ha vivido siempre en su tierra precariamente, y jamás se ha ocupado de estudiar el pasado para mejor desenvolverse en el presente y prepararse para el porvenir. Y por ello Cuba no tiene aun ni política comercial, ni marina mercante, y por eso andamos como andamos, impulsados únicamente en nuestro desenvolvimiento económico por la casualidad o por la fuerza mayor de las conveniencias políticas y económicas de otras naciones, con nosotros relacionadas, Estados Unidos e Inglaterra, principalmente. Como bien dice Gay Calbó, Cuba «ha sufrido o gozado de vacas flacas y vacas gordas, sin la menor intervención de los hombres». Así, en los períodos de miseria y de crisis, jamás hemos tomado medidas para salir de esas difíciles situaciones y poner remedio a los males que se padecían; como buenos avestruces, hemos escondido la cabeza, confiando en el mañana, en un mañana de vacas gordas. Y cuando este mañana se ha convertido en lluvia de oro, nos hemos entregado de lleno a recoger las relucientes monedas y los lustrosos o mantecosos, pero siempre apetecibles billetes, con la misma indolencia con que nuestros abuelos esperaban que el cielo les deparase la lluvia para llenar sus aljibes y abastecerse de agua.
El día que los cubanos descubran que Cuba es una isla, maravillosamente situada en el crucero del mundo y de una fertilidad asombrosa en su suelo y una riqueza incomparable en su subsuelo, y se convenzan de que ni hombres ni naciones pueden prosperar y engrandecerse por el auxilio ajeno sino por el propio esfuerzo, hábil, inteligente y tesoneramente orientado y mantenido, entonces y sólo entonces, habrá ocupaciones, oficios y carreras lucrativos para todos y podrá darse término a la vagancia general que hoy padecemos.
Cuando tal ocurra surgirán forzosamente con las nuevas fuentes de producción, con la intensificación del tráfico comercial, con la elevación del nivel educativo y cultural, oficios y carreras en que ser empleadas las actividades de hombres y mujeres según sus capacidades y aficiones individuales.
Mientras tanto, seguiremos mal viviendo, vagueando, en espera del momento en que se acometa el empeño, necesidad inaplazable, como la juzga el brillante periodista
J. Gonzalez Scarpeta, «de controlar y racionar debidamente la superproducción de doctores»
Deseoso de ofrecer a mis lectores las estadísticas de esta superproducción, que mucho contribuye al mantenimiento de la vagancia entre nosotros, me dirigí al señor Villaseca, competente y laborioso jefe del departamento de Publicaciones e Intercambio Cultural de la universidad de La Habana, y este satisfizo cumplidamente mis deseos facilitándome los siguiente datos oficiales:
Durante el presente curso académico y hasta el mes de marzo último, aparece que en las diversas escuelas de la Universidad, han pagado los primeros plazos de matrícula o han logrado matrícula gratis el número de alumnos que a continuación se expresa:
Filosofía y Letras 1122
Educación  2048
Ciencias 425
Ingeniería y arquitectura  1044
Ingeniería agronómica  622
Derecho  2953
Ciencias sociales 341
Ciencias comerciales  1709
Medicina  1538
Farmacia  1078
Odontología 592
Medicina veterinaria  111
Total general 13.583
Hay que tener en cuenta que esos 13.583 alumnos actuales de la Universidad de La Habana no representan el número total de estudiantes o asistentes al recinto universitario o que tienen como real o supuesta ocupación el adquirir una carrera, sino que la cifra señalada es únicamente, como he dejado indicado, la de los que han pagado hasta ahora los plazos correspondientes de matrícula y los que han conseguido matrícula gratis, debiendo agregarse algunos miles más que esperan el último momento para el referido pago o no se llegan a matricular pero figuran como estudiantes. Como se comprenderá, son muchos los que pierden el tiempo, pues no llegan a alcanzar el título o los títulos a que en un principio aspiran, convirtiéndose por tanto, en estudiantes vagos, que al cabo de los años han de buscar nuevos oficios o dedicaciones o ingresarán en la gran legión de vagos criollos.
Presentaré ahora las estadísticas de los graduados en las distintas escuelas de la Universidad desde la instauración de la Republica en 1902 hasta el Curso de 1941-42:
Letras y Filosofía  312
Ciencias Fisicomatemáticas 106
Ciencias Fisicoquímicas 143
Ciencias naturales 171
Ingenieros civiles 455
Ingenieros electricistas 118
Arquitectos 494
Educación 2048
Ingeniería agronómica 411
Medicina 3787
Farmacia 2241
Odontología 1407
Veterinaria 509
Comadronas (sin datos los dos últimos cursos) 1530
Enfermeros (sin datos los dos últimos cursos) 1843
Derecho 4929
Ciencias sociales 608
Ciencias comerciales 185
Notario 54
Total general 21.151
En la denominación de ingeniería agronómica se comprenden los títulos siguientes: Ingeniero agrónomo y azucarero, perito agrónomo, perito químico azucarero, ingeniero agrónomo, perito químico agrónomo, ingeniero químico azucarero y perito químico y agrónomo.
En la denominación de Derecho: doctor en Derecho Civil, doctor en Leyes y procurador.
En la denominación de Ciencias Sociales: Doctor en Ciencias Sociales, Políticas y Económicas, licenciado en Derecho Diplomático y Consular y doctor en Derecho Público.
En la denominación de Ciencias Comerciales: Contador Público, director mercantil e industrial y doctor en Ciencias Comerciales.
A esas sumas de títulos expedidos por la Universidad de 1902 a 1942 hay que agregar los títulos incorporados por reválida, que en el mismo lapso son los siguientes:
Ciencias fisicoquímicas 1
Ingenieros civiles 98
Ingenieros electricistas 20
Arquitectos 16
Ingeniería agronómica 13
Medicina 286
Farmacia 291
Odontología 206
Veterinaria 28
Derecho 98
Ciencias Sociales 5
Total general 1.062
Sumados los graduados en la Universidad de La Habana con los graduados en universidades extranjeras, cuyos títulos han sido incorporados a la nuestra, nos dan la suma total de 22.213 profesionales universitarios, doctorados desde 1902 hasta 1942. 1.530 A estos es necesario agregar los graduados e incorporados antes de dicha fecha y sobre los cuales no he podido conseguir estadísticas.
¿Cuantos de esos profesionales pueden vivir, por lo menos decorosamente, del ejercicio de sus respectivas profesiones, y cuantos figuran en la legión de los desocupados forzosos o de los vagos?
Difícil es contestar a esta pregunta, pues nos faltan también las estadísticas correspondientes.
Si puedo aportar la cifra de los maestros desocupados —no vagos— pues cuando en 1941 organicé la campaña cívica cultural «Por la Escuela Cubana en Cuba Libre», el señor Orlando Mitjans Campos, en el discurso pronunciado en el acto que celebramos en el Teatro Nacional, el 22 de junio, como presidente del Comité Nacional de Maestros Desocupados, declaró que hablaba en nombre «de más de 7.000 maestros desocupados existentes en el territorio nacional».
En el próximo trabajo examinaremos las posibilidades lucrativas de las profesiones universitarias y las facilidades que podrían darse para la diversificación de nuevas profesiones y la debida utilización de muchas de las ya existentes.
 
Artículo histórico costumbrista publicado en la revista Carteles, 4 de abril de 1943.

Emilio Roig de Leuchsenring
Historiador de la Ciudad desde 1935 hasta su deceso en 1964.