Cuando en 1999 vio la luz pública Destinatario José Martí, teníamos con este libro una de las obras imprescindibles de la historiografía martiana. La otra arista del diálogo epistolar de Martí –las misivas que le habían sido remitidas– quedaba rescatada, gracias a la laboriosidad de un consagrado investigador del epistolario del Maestro.
Entrecruzando las cartas mediante una metodología propia, cotejándolas con paciencia y minuciosidad, este investigador autodidacto logró reconstruir el diálogo epistolar entre Martí y sus contemporáneos.

Son más de 300 cartas y su lectura nos acerca –más que nada ni nadie– al Martí de carne y hueso. Desde la misiva de Blanca Montalvo (la enamorada zaragozana que le escribiera en 1874) hasta la de Panchito Gómez Toro, fechada el 15 de junio de 1895 y que ya el Apóstol no pudo ver, este epistolario se lee con el sobresalto de quien traspasa un umbral sagrado: hay en él tanto desgarro y ternura a la misma vez.
Publicado por la Editorial Abril en 1999, Destinatario José Martí alcanzará –sin dudas– el resultado  previsto por el autor: «ser beneficioso al conocimiento de la verdad y dar, con su esfuerzo, un nuevo aliento a la exégesis martiana», al decir de Eusebio Leal en el preámbulo de esta primera edición.
«García Pascual ha laborado sin recibir remuneración alguna que pueda vedar el mérito probado de su desinterés, y vencido mil dificultades, en ocasiones mezquinas, para acceder a los documentos originales, afirma el Historiador de la Ciudad y con ello enaltece la labor de este ayudante de electricista que, aprovechando su tiempo libre de manera fecunda, ha conseguido legitimar para siempre su verdadera vocación: la de investigador.
Y es que «este volumen –como bien reconoce la nota de contraportada– es una proeza de Luis García Pascual, que, al organizar y rectificar las fechas de los textos de Epistolario José Martí, fue reuniendo la correspondencia dirigida al Apóstol...» Como resultado, entrecruzando las cartas mediante una metodología propia, cotejándolas con paciencia y rigurosa minuciosidad, el investigador autodidacto logró reconstruir el diálogo epistolar –silencioso, pero ya eterno– entre Martí y sus contemporáneos.
Según cuenta el propio García Pascual, su pasión por el Apóstol nació hace más de cuarenta años cuando un hermana suya le regaló las Obras Completas editadas por Lex en el centenario de su natalicio. Fascinado, en lo adelante se dedicaría a buscar cuanto artículo martiano estuviera disperso, anotando en una tarjeta su título, fecha, primera línea del comienzo, así como el nombre de la publicación donde apareció. «Terminada esta tarea, cada vez que hallaba un escrito que no me era familiar, tomaba nota de esos datos y los chequeaba contra el tarjetero mencionado, explica. Así –afirma– llegué a reunir 400 páginas que no habían salido en aquella edición y que, entregadas a Gonzalo de Quesada y Miranda, aparecieron publicadas más tarde bajo el título Martí. Nuevos Materiales como el tomo 28 de las Obras Completas.
Luego de conocer a varios historiadores –entre ellos «a aquel generoso y gran martiano que se llamó M. Isidro Méndez»–, García Pascual se lanzó a recorrer todas las parroquias de La Habana con tal de reconstruir fielmente el árbol genealógico de Martí, pues el único que se conocía –publicado en l922– contenía evidentemente varios errores. La infatigable búsqueda le permitió reunir 153 partidas bautismales, matrimoniales y de fallecimientos de sus familiares más cercanos... con los que compuso un árbol genealógico correcto, amparado en esos documentos sacramentales.
Luego de reunir 646 fechas significativas en la vida de Martí, García Pascual elaboró una cronología bastante completa que, publicada en 1971 gracias a Cintio Vitier (Anuario Martiano 3 de la Biblioteca Nacional), superaba con creces a las conocidas hasta entonces.
Pero es sin dudas el género epistolar al que este investigador dedicó las horas más intensas, horas que robaba al descanso después de la jornada laboral y que, sumadas, arrojarían años de labor silenciosa hasta lograr su monumental objetivo.
Así, en 1993, logra publicar su versión del Epistolario que, con prólogo del insigne martiano Juan Marinello, reúne en cinco volúmenes más de 1.300 cartas, incluidas las que Martí dirigió a su amigo mexicano Manuel Mercado y al patriota cubano Gonzalo de Quesada y Aróstegui, ninguna de las cuales Lizaso había podido incluir en su obra. A su vez, García Pascual consigue ubicar con mayor exactitud más de 500 epístolas que carecían de fechas, las tenían incompletas o se les agregaron incorrectamente. Paralelamente, había ido acopiando toda carta dirigida al Apóstol que encontraba a su paso hasta tener los 380 textos epistolares que reunidos en el volumen –como bien apunta Luis Toledo Sande al reseñarlo en la revista Casa de las Americas–, constituyen, juntas, una revelación en sí mismos, y una fuente para seguir ahondando en el estudio de Martí, incluido el grado de reciprocidad o falta de ella que alguien de su talla podía disfrutar o padecer hasta en el terreno del intercambio de correspondencia...».
Si partimos de que la carta o epístola, además de constituir eje de la escritura martiana, se erige coma el más preciado referente sobre la vida y destino del Apóstol, entonces Luis García Pascual ha conseguido erigir calladamente un templo: a él acudirán quienes –más allá de prebendas o ansias de reconocimiento– se acerquen a Martí con ansias de venerarlo en toda su dimensión humana.

Comentarios   

Aquiles Jorge
0 #1 Aquiles Jorge 25-05-2012 15:39
Gracias por promover la vida y obra de los buenos cubanos, soy descendiente de uno de los generales de la Guerra de Independencia y me dedico a la música de concierto. En breve tiempo les enviaré mis proyectos encaminados a preservar nuestra memoria histórica. Gracias m9il !!!
Citar

Escribir un comentario


Código de seguridad
Refescar