Imprimir
Visto: 10365
 Numerosos y disímiles escudos representaron a La Habana durante la época colonial, y en todos –como demuestran estos ejemplos– primó su condición de ciudad fortificada, por encima de la diversidad de estilos y aditamentos.
Varios documentos emitidos por el cabildo habanero entre 1581 y 1588, están calzados por sendos sellos de cera en los que aparece el escudo usado por la entonces villa.

 Investigando en los primeros años de la década del 70 del pasado siglo en el Archivo General de Indias, en Sevilla, España, encontramos en el Legajo 116, Ramo 3 del fondo Audiencia de Santo Domingo, una serie de documentos emitidos por el cabildo habanero en el período transcurrido entre 1581 y 1588 —etapa muy cercana al ascenso de nuestra capital a la categoría de ciudad (1592)— que están calzados por sendos sellos de cera en los que aparece el escudo usado por la entonces villa.
Al percatarnos de la importancia de este descubrimiento, nos dimos a la tarea de revisar más de una docena de comunicaciones que mostraban —al dorso— una imagen en forma semejante a la que se obtiene con un cuño seco al ser estampado sobre la cera caliente.
En este caso, por efecto del paso del tiempo y deterioro natural de la cera, las estampas se hallaban incompletas, particularmente en los bordes. Por suerte, el fragmento que faltaba en una se había conservado en otras y esto permitía su total reconstrucción tras una labor paciente y nada fácil, en la que pusimos todo nuestro empeño, al considerar que constituía un valioso aporte al conocimiento de nuestro pasado.
El tamaño original del sello es de 46 por 62 milímetros y según la autorizada opinión del lamentablemente desaparecido doctor Jorge du Bouchet, a quien consultamos debido a su experiencia en la materia: «El sello es elipsoidal y del tipo heráldico, y luce en su centro, sobre una cartela de bordes arrollados, un escudo apuntado (que quiere ser a la francesa), un castillo y una llave pareados, el primero a la diestra y la segunda a la siniestra, con las guardas hacia arriba, mirando también a la siniestra; grabada alrededor de la figura que ocupa el campo del sello, entre dos hileras de finas perlas, la leyenda latina NISI DOMINUS CVSTODIERIT CIVITATEM FRUSTRA VIGILAT QVI CVSTODIT EAM (Si el Señor no custodiare la ciudad, en vano vigila quien la custodia)».
Presumimos que el mencionado castillo es una representación —más o menos fidedigna— de la fortaleza construida por el capitán Mateo Aceituno hacia 1538 y destruida por el corsario francés Jacques de Sores, cuando tomó La Habana en 1555. De ser así, la antigüedad de este escudo se remontaría, quizás, a la primera mitad del siglo XVI.
El hecho de que se desconozca el albalá que honraba a la villa con este emblema no es extraño. De acuerdo con García Enseñat, hasta «Madrid perdió la Real Cédula en que Felipe II la exaltaba a capital del reino [y] Zaragoza, Valladolid, Cuenca, Gerona, Ciudad Real, Córdoba y otras ciudades españolas, no conservan documentos ni noticias referentes a la concesión de sus blasones».
Nos queda la esperanza de que, del mismo modo que se descubrió este escudo, entre los millares de documentos intocados que duermen en los archivos de la Península, alguien halle tan importante pragmática.

El dilema de los escudos
En 1943 fue publicado por la Oficina del Historiador de la Ciudad El escudo de La Habana. Consideraciones relativas a las armas y ornamentos usados antiguamente y en la actualidad por el Ayuntamiento de La Habana, estudio realizado por el Dr. Ezequiel García Enseñat a petición de Emilio Roig de Leuchsenring para dotar al Municipio de La Habana de un nuevo escudo oficial, acorde con el status político iniciado el 20 de mayo de 1902.
Según el entonces Historiador de la Ciudad, el informe histórico-heráldico de Enseñat «constituye un acabado estudio sobre la materia, que esclarece por completo toda la confusión existente hasta hoy sobre los escudos usados en los pasados tiempos coloniales y en la época republicana por el municipio de La Habana, y demuestra documentalmente la inexactitud de las muy numerosas afirmaciones que se han hecho por autoridades, historiadores y seudo-especializados en heráldica, sobre la autenticidad o legalidad de este o aquel escudo, o sobre las armas y ornamentos de los mismos, estableciendo (...) la urgencia con que el Municipio de La Habana está obligado a fijar en definitiva cuáles son las armas de la ciudad capital de la República».
Tras la venia del Historiador de la Ciudad, el informe de García Enseñat fue aprobado en diciembre de 1937 por el alcalde municipal Antonio Beruff Mendieta, quien envió un mensaje al Ayuntamiento, recomendando también su aprobación. Pero no sería hasta el 11 de noviembre de 1938 que el Ayuntamiento adoptara como Escudo Oficial representativo del Municipio de La Habana el modelo sugerido por García Enseñat, quien por triste coincidencia había fallecido el día antes, 10 de noviembre.
Al morir, era unos de los miembros numerarios de la Academia de Historia, para la cual había sido designado desde su misma creación, en 1910, por el presidente de la República, José Miguel Gómez. También había ocupado la cartera de Instrucción Pública y Bellas Artes (1913-1917) durante el gobierno de García Menocal, y fungido como embajador en México e Italia. García Enseñat dirigió los periódicos El Sport y El Liberal, fue redactor de Patria y colaborador de La Habana Elegante y El Fígaro.

 EL SUPUESTO ESCUDO PRIMITIVO
Escudo en colores que aparece adosado a la versión trasuntada del acta original correspondiente al 20 de mayo de 1666, cuando los miembros del Cabildo habanero leyeron la Real Cédula que —firmada por la reina gobernadora Mariana de Austria, el 30 de noviembre de 1665— aprobaba que la ciudad tuviera un escudo de armas con «tres castillos y una llave en campo azul».
García Enseñat demostró que este escudo había sido diseñado a posteriori, posiblemente a fines del siglo XIX, basándose en un croquis también sospechoso de anacronismo y que —realizado a lápiz— aparece adjunto al acta auténtica. De modo que se trata de un escudo apócrifo, aun cuando se tuviera oficialmente por el blasón primitivo.

 PROPUESTA DE GARCÍA ENSEÑAT
Inspirándose en un escudo que se hallaba en una de las casas aledañas a la Plaza de San Francisco, y que reprodujo el historiador José María de la Torre, García Enseñat diseñó su propuesta: «un blasón sencillo, austero, libre de fantasías y de símbolos inadecuados (...)», pues sólo asume como símbolos los tres castillos y la llave.
Aceptado por el Ayuntamiento de La Habana en 1938, aún es empleado como el escudo oficial del Municipio de La Habana.


CENTRO HISTÓRICO DE LA CIUDAD DE LA HABANA
Diseñado en 1997 por la diseñadora Juliet Barclay, el logotipo que identifica el Centro Histórico incorpora la representación del puerto habanero tal y como aparece en la cabeza o nudo de las Mazas del Cabildo habanero: «visto a modo de perspectiva caballeresca, o más bien en croquis de posición del castillo del Morro, del ‘fuertezuelo’ de la Punta y de la Fuerza (...)», al decir de García Enseñat.
Consideradas entre las obras más antiguas de la orfebrería en Cuba, las Mazas fueron confeccionadas en plata en 1631 a petición del entonces Capitán General de la Isla, Juan Bitrián de Viamontes, según reza una inscripción en ellas.
Utilizadas en las ceremonias que realizaban la Alcaldía Municipal y el Ayuntamiento, actualmente forman parte de la colección del Museo de la Ciudad, de donde se sacan cada año durante las festividades por la fundación de La Habana. Conducidas por niños hasta El Templete, las Mazas rigen simbólicamente tal celebración.

Alicia Melis Cappa
Ha realizado investigaciones en archivos nacionales
y extranjeros, y publicado trabajos históricos en diversas revistas.

Tomado de Opus Habana, Vol. VII, No. 3, 2003, pp. 58-59.