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Inaugurada por el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler, en la galería de la Biblioteca Pública Rubén Martínez Villena, este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, «Ellas restauran» muestra en 17 carteles una parte de la obra desarrollada en el Centro Histórico por arquitectas, proyectistas e inversionistas.

«Ellas restauran» dialoga con los significantes que emanan de su propio enunciado: dar vida, sanar, restaurar..., atributos consustanciales de la mujer.

La Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana quiso rendir merecido tributo a las féminas que en ella laboran con la inauguración de la exposición «Ellas restauran». Inaugurada en la galería de la Biblioteca Pública Rubén Martínez Villena en horas de la tarde del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, la muestra recoge en 17 carteles una parte de la obra desarrollada en el Centro Histórico por arquitectas, proyectistas e inversionistas.
En las palabras de inauguración, el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler, recalcó que «se trata tan solo de una mirada —bien merecida— del papel que desempeña la mujer en la labor cotidiana que desarrolla la Oficina del Historiador, pues otras, en el anonimato también restauran libros y documentos antiguos, fotografías y obras de arte…».
Con texto de Yamira Rodríguez Marcano, historiadora de la Dirección General de Proyectos de Arquitectura y Urbanismo (DGPAU); diseño de Laritza López Díaz (Diseños Especiales de la Oficina del Historiador) y fotografía de Jorge García Alonso (revista Opus Habana), Armando Zambrana Ladrón de Guevara (DGPAU) y Laritza López Díaz, «Ellas restauran» propone un acercamiento a 14 obras de rehabilitación arquitectónica, proyectadas por mujeres entre los años 1996 a 2010, que han contado, además, con la colaboración de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE).


Mujeres de Mérito

Las obras que motivan esta exposición fueron proyectadas por arquitectas de la Dirección General de Proyectos de Arquitectura y Urbanismo.
A lo largo de los años, en el ejercicio de su disciplina profesional, ellas alcanzaron el reconocimiento público por la sensibilidad propia del género femenino para acometer, con esmerada delicadeza, edificaciones y espacios urbanos que han sido considerados parte del patrimonio de la Humanidad.
No es menos cierto que los equipos de trabajo se integran, convenientemente, con varones señalados por poseer idéntica vocación. Esta armonía aporta, sin lugar a dudas, una posibilidad de éxito, aún en las condiciones más difíciles. Cuanto aquí aparece reseñado, así lo demuestra.
Sería faltar a la verdad afirmar que tuve esa determinación previa. Pero lo cierto es que, de forma natural, se ha puesto de manifiesto en nuestra Institución el papel que juega la mujer en la sociedad cubana. A su cargo están las principales direcciones de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, y me complace aseverar –categóricamente– que fue por mérito propio y que, a lo largo de estos años, se ha fortalecido este concepto martiano: «cuando la mujer culta y virtuosa unge la obra con la miel de su cariño, la obra es invencible».
Las ruinas de otrora florecen, como un legado de continuidad y esperanza.

Eusebio Leal Spengler
Historiador de la Ciudad de La Habana


A continuación reproducimos los textos de cada cartel, numerados en el mismo orden en el que se exponen.

Introducción

A partir de los años 80 del siglo XX, puede verificarse en el Centro Histórico La Habana Vieja una sistemática contribución de la mujer a la restauración y a la conservación del patrimonio. Considerando desde esa fecha, el numeroso registro de obras que contiene el programa integral de revitalización de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, la Dirección General de Proyectos de Arquitectura y Urbanismo presenta en esta muestra una selección de los proyectos de diseño arquitectónico tutelados por mujeres, aquellos donde está mejor representada la diversidad de funciones culturales, turísticas, comerciales e inmobiliarias de este entorno. Algunos, como Museo del Chocolate, Museo de la Farmacia Habanera, Casa Prat Puig, Sala de conciertos San Felipe Neri, Planetario, Tienda Museo del Reloj, han sido reconocidos por la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba (UNAICC), el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural (CNPC), o en importantes certámenes nacionales e internacionales de arquitectura.
La peculiaridad de esta exposición es que, partiendo de la perspectiva de género, exhibe una obra donde aparecen representados mujeres y hombres, inmersos por igual en el desafiante propósito de salvar la ciudad.


I.    Introducción a la exposición

«Ellas restauran» dialoga con los significantes que emanan de su propio enunciado: dar vida, sanar, restaurar, atributos consustanciales de la mujer. La muestra inserta su discurso en aquellos estudios que tradicionalmente buscan modificar el punto de vista sobre el cual se ha construido la relación de géneros. Y, aunque su concepción pueda resultar paradójica, constituye una visión integradora, en tanto incluye equipos técnicos donde las diferencias de responsabilidades y oportunidades se deciden sólo a partir del rigor y de la capacidad profesional de cada quien. «Ellas restauran» rinde homenaje a la mujer y observa la obra como un todo, sin exclusivismos, porque es imposible soslayar la conjunción de tantas mujeres y hombres hermanados en la desafiante perspectiva cultural de la Oficina del Historiador: salvar la ciudad.


II.    Diagnostico, Investigación y Docencia

Subdirección de Diagnósticos: Diagnosis, recomendaciones técnicas, levantamientos topográficos y arquitectónicos en las edificaciones a rehabilitar, de acuerdo con el plan de inversiones de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. Sus especialistas realizan los estudios de rigor: químicos, físicos, biológicos, microbiológicos y estructurales, valoran la eficacia de los materiales a usar, la calidad de la intervención y ejecutan otros servicios como tutorías docentes, consultorías y entrenamientos técnicos.
Grupo de Investigaciones Históricas: Búsqueda documental, análisis, procesamiento de la información y redacción de expedientes de inmuebles y espacios urbanos a rehabilitar, e investigación de otros temas de interés cultural para el Centro Histórico, todo lo cual facilita el proceso de documentación, intervención y comprensión del patrimonio por parte de los proyectistas e inversionistas.
Grupo de Cooperación y Atención a Universidades: Facilita intercambios entre la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y universidades de Cuba y el mundo. Asesoría de trabajos de curso, tesis de licenciatura, maestrías, doctorados de alumnos y de investigadores, y participa y coordina eventos y seminarios nacionales e internacionales acerca de la conservación y recuperación del patrimonio cultural.


III.    Museo del Chocolate

Esta obra sita en la calle Mercaderes no. 251-255, esquina a Amargura, con Grado de Protección II, fue finalista en la categoría de obras de arquitectura de la IV Bienal Iberoamericana de Arquitectura e Ingeniería civil, Lima Perú, 2004; Premio Especial UNAICC «Por la protección del patrimonio construido cubano», 2006; Premio Nacional de Conservación y Restauración de Monumentos del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, 2006 y Mención en Restauración de Monumentos, Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, 2006.
En 1740 fue colocada en esta casa esquinera de dos plantas una cruz de cedro de brazos dobles desiguales, conocida como Cruz Verde, símbolo asociado a la celebración del Vía Crucis que partía de la Capilla de la Vera Cruz de la Orden Tercera de San Francisco de Asís por toda la calle Amargura, hasta la Iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje. Tres condes de Lagunillas constan entre sus primeros propietarios. La planta baja estuvo destinada a fines comerciales: en 1812, tienda de paños El Empecinado; en 1860, almacén de ropas de Rodríguez Lar y Compañía, y en la etapa republicana, bodega La cruz verde. En 1980, muy deteriorado ya, el inmueble perdió el segundo nivel, desde entonces la planta baja se dedicó al estacionamiento de automóviles.
Los valores artísticos e históricos y su localización fundamentaron la intervención constructiva del inmueble. La fachada fue restaurada en su totalidad. Destaca el esgrafiado de los sillares y la cuidadosa restauración de la cruz, elementos que convierten a la casa en un hito de la calle. Siguiendo la tradición de la actividad terciaria para la planta baja en esquina, el proyecto propuso completar sus niveles originales. Se ubicaron cuatro viviendas en la planta alta, y en la baja (con acceso por la calle Mercaderes) se emplazó el Museo del Chocolate: un gran salón con funciones expositivas, de venta y degustación. Como testimonio de su origen se conserva la fachada esquinera.

Arquitectas: Clara Iliana Robaina, Ailyn Posada Beltrán
Ingenieros: María Elena Alea Campuzano, Yuliet Molina Nápoles, Yanet Pomares Capote, Cecilio Sáez Noriega, Marilyn Cabrera Labacena, Jorge Madrigal de León
Dibujo técnico:
Jorge Luis Landa Arcas
Investigación histórica: María del Rosario Castell Hernández
Presupuesto:
Amelia Torralbas Espinosa


IV.    Hotel Marqués de Prado Ameno

Situada en O'Reilly no. 253, e/ Cuba y Aguiar, esta edificación del siglo XVIII, Grado de Protección I, fue rehabilitada y refuncionalizada en hotel entre los años 1998-2008.
A principios de 1725, esta construcción era de altos y bajos, de rafas, tapias y tejas. Durante el siglo XVIII fue reconstruida con mampostería, azotea y tejas. Desde mediados del XIX perteneció a don Miguel de Cárdenas y Herrera, marqués de Prado Ameno, y luego a sus descendientes. Ernesto Sarrá y Hernández, propietario de uno de los mayores negocios farmacéuticos de Cuba, la compró en 1916 y la remodeló como casa de vecindad. En la planta baja funcionaba la imprenta donde –estiman algunos historiadores– se publicaba la Gaceta Oficial de la República de Cuba. El inmueble conserva elementos que aluden a su antigüedad y al período colonial: forma acodada del patio central, cuarto alto con balcón o torre mirador rematado por un tejaroz, sendas gárgolas y pinturas murales.
Durante años la edificación estuvo habitada por numerosas familias, de modo que sus espacios fueron sucesivamente subdivididos y recargados. La propuesta consistió en rehabilitar la estructura, reconstruir partes perdidas y aquellas habitaciones agregadas en el siglo XX, sobre el nivel de cubierta. El proyecto respetó tipología y distribución, aunque se añadieron tabiques para garantizar su funcionamiento como hotel. Se rescataron patio, traspatio, galerías y otros espacios de uso común. En la planta baja se ubicó carpeta, bar-café-desayunador, oficinas, áreas de almacenamiento, local para el ama de llaves y servicios sanitarios; y las habitaciones, en el entresuelo y en la planta alta. Uno de los propósitos fundamentales del proyecto fue la restauración y conservación de las cuantiosas pinturas murales halladas en la casa.

Arquitectas: Dagnis Cañizares Leyva, Ailyn Posada Beltrán
Ingenieros y técnicos:
Julio Martínez Rivas, Carlos Mateo Cruz, Gustavo Barroso Buján, Miguel García Mazorra, Eduardo Ruiz García, Yuliet Molina Nápoles, Jorge Andino Villar, Orestes Hernández Stabile,
José Martínez Hernández,
Cecilio Sáez Noriega, Marilyn Cabrera Labacena, Pedro Cueto Lamar, Salvador Peña Solano, Estela Castellanos Austria
Diseño: Pedro Luis Díaz
Diagnóstico: Raquel Balmaseda Sieiro, Diomedys Almeida Rodríguez
Investigación histórica: Zenaida Iglesias Sánchez
Presupuesto: Amelia Torralbas Espinosa


V.    Museo de la Farmacia Habanera

Esta obra, sita en calle Compostela no. 257, entre Muralla y Teniente Rey, Grado de Protección I, ha sido merecedora de: Mención Especial Salón Provincial de Arquitectura e Ingeniería, UNAICC, 2005. Premio V Salón Nacional de Arquitectura Cubana, UNAICC, 2006. Premio Nacional de Restauración de Monumentos, CNPC, 2006. Premio de Restauración en la VI Bienal de la Federación de Asociaciones de Arquitectos del Caribe (FCAA), Curazao, 2007.
Fundada en 1853 por la Sociedad Catalá, Sarrá y Compañía, fue bautizada como La Reunión, porque sus propietarios decidieron fundir en un solo establecimiento (Teniente Rey no. 22), las farmacias homeopática y alopática. En 1865 la sociedad se disuelve, y se crea Sarrá y Compañía. Adquieren para almacenes la finca 767 (Compostela no. 95 ½ –95 a–). José Sarrá y Valldejuli, primer presidente del Colegio Farmacéutico de Cuba, y sus descendientes, continuaron adquiriendo casas vecinas. El complejo farmacéutico llegó a abarcar 18 inmuebles. Reinaugurada el 20 de mayo de 1914, fue la mayor farmacia de la República y se consideró la segunda en importancia en el mundo.
El proyecto –un balance entre la conservación de los valores de la obra y su adecuación a las actuales condicionantes técnicas, funcionales y ambientales– comprende las tres primeras crujías inmediatas a la calle Teniente Rey, y la zona del vestíbulo en planta baja. La primera crujía, con tres locales destinados a la venta de productos farmacéuticos naturales y tradicionales, especias y plantas medicinales. Se recuperó un patio que existía sobre uno de esos locales; se demolió el techo de hormigón armado que lo cubría y se construyó un lucernario. Debajo de éste, un vitral con posibilidad de ventilación natural, obra de la artista Rosa María de la Terga. Se restauraron estanterías, mostradores, enchapes, falsos techos, y se repusieron faltantes, según moldes de piezas y documentación fotográfica de 1901 y 1925. El resto de los espacios se destinó a dispensario, oficinas, almacenes y servicios.

Arquitectos: Abel Tablada de la Torre, Enna Vergara Cardoso
Ingenieros: Niurka González Díaz, Adriana Hernández Pereira, José de la Cruz Carrasco, Julio Martínez Rivas, Yuliet Molina Nápoles, José Martínez Hernández, Cecilio Sáez Noriega, Marilyn Cabrera Labacena, Yanet Pomares Capote, Rafael Rivero Marrero
Dibujo técnico:
Jorge Luis Landa Arcas
Diseño: Ernesto Javier Marimón Concepción
Investigación histórica:
María del Rosario Castell Hernández
Presupuesto: Amelia Torralbas Espinosa, Sunly Martínez Wong, Berta Lourdes Pérez Samad, Rolando Gómez Díaz


VI.    Casa Prat Puig

Restaurada entre 1999-2007, esta obra sita en Teniente Rey no. 159, esquina a Aguiar, Grado de Protección I, obtuvo el Premio de Restauración al Proyecto, en VI Salón de Arquitectura Cubana, UNAICC, 2006.
El estudioso Francisco Prat Puig la ha descrito como uno de los prototipos de la vivienda cubana, donde se evidencia la temprana presencia hispano-mudéjar; de ahí que la casa se identifique con los apellidos del eminente investigador. Los Martínez Oropesa, sus primeros propietarios, la vendieron a los Crucet Limendoux. Luego se mantuvo como vivienda unifamiliar hasta finales del siglo XIX cuando sus espacios fueron adaptados para comercio, y otros (hasta 1999) se convirtieron en ciudadela.
La máxima de este proyecto consistió en restaurar la edificación conservando la mayor cantidad de elementos originales, y respetando   sus valores históricos, arqueológicos, constructivos y arquitectónicos. Se mantuvo la distribución espacial, que acumula transformaciones de tres siglos y está definida por muros de piedra, mampuesto y tapial, pies derechos de madera sobre bases pétreas en el patio central, portada de orden toscano y numerosas pinturas murales. Se rescataron las armaduras de par y nudillo y de nabo, de  los cuartos altos, y los tejados de barro. Los tejaroces y dobles techos sobre las galerías y cubierta plana, hacia la calle Teniente Rey, fueron reconstruidos; se trabajó en la conservación de pinturas y enlucidos originales. Se reconstruyeron el balcón esquinero del nivel superior, y las puertas y ventanas de cuarterones. La nueva carpintería y herrería se diseñó considerando las distintas épocas de este inmueble, modelo para el estudio de la arquitectura prebarroca.

Arquitecta: Ayleen Robainas Barcia
Ingenieros: María Elena Prieto Soto, Adriana Hernández Pereira,
Julio Martínez Rivas, María Elena Alea Campuzano, Marilyn Cabrera Labacena, Yuliet Molina Nápoles,
Pedro Cueto Lamar
Diagnóstico: Diomedys Almeida Rodríguez, Julia Plana Bocalandro, Niurka Fernández Muñoz
Diseño: Raudel Hernández Díaz
Investigación histórica:
Rosalía Oliva Suárez
Presupuesto: Amelia Torralbas Espinosa


VII.    Sala de Conciertos San Felipe Neri

Intervenida en las acciones de Rehabilitación y refuncionalización, entre 2000 y 2004, la obra (Aguiar no. 402, esquina a Obrapía) fue Finalista Premio Nacional de Restauración, CNPC, 2004.
Originalmente, en el siglo XVII, fungió como Oratorio de San Felipe Neri, durante la ocupación de la iglesia por la orden religiosa de los oratorianos, quienes celebraban sus pláticas espirituales acompañados siempre de la música. En 1751 fue asiento de la Parroquial Mayor; hacia 1884, sede de la Sociedad Económica de Amigos del País, y en lo adelante se realizaron allí otras actividades de carácter cultural y educativo.
Es la segunda iglesia habanera convertida en banco. La adaptación de funciones en 1928 —a cargo del arquitecto mexicano Rafael Goyeneche–, conservó la estructura general y distribución espacial de la iglesia, incluida su cúpula, aunque la torre fue demolida. En 1952, el Banco del Comercio se fusionó con el Trust Company of Cuba. En la década del 70 se instaló en la iglesia la Casa de Acuñaciones Conmemorativas del Banco Nacional de Cuba, hasta que el edificio quedó en desuso.
En su interior coexisten la arquitectura religiosa y la bancaria. El reto fundamental de la intervención fue adecuar la arquitectura del inmueble a sala de conciertos. En la nave principal se restauraron los pisos y zócalos de mármol, los falsos techos de madera, la carpintería de maderas preciosas (barandas, paneles, coro alto), y las imponentes bóvedas bancarias. Del templo primigenio se conservó y restauró la cúpula de madera. De la cuidadosa intervención arqueológica del antiguo oratorio, resultaron dos hallazgos: el ábside de la iglesia primitiva y su piedra fundacional, único exponente de su tipo conservado en el Centro Histórico.

Arquitecta: Marilyn Mederos Pérez
Museología y museografía:
José Linares Ferrera
Ingenieros: Jorge Madrigal
de León, María Elena Alea Campuzano, Marilyn Cabrera Labacena, Yuliet Molina Nápoles, Yanet Pomares Capote
Dibujo técnico:
Jorge Luis Landa Arcas
Diagnóstico: Alina Romeo Sáez, Diomedys Almeida Rodríguez
Investigación histórica:
Yamira Rodríguez Marcano
Presupuesto: Amelia Torralbas Espinosa, Sunly Martínez Wong


VIII.    Sede de la Compañía de Ballet Lizt Alfonzo

Con Grado de Protección III, esta obra (Compostela no. 661, entre Luz y Acosta) fue rehabilitada y refuncionalizada entre 2002 y 2004.
Este inmueble, sede de una imprenta hasta su intervención, es parte del entorno de la plazuela de Belén. La arquitectura del antiguo estable-cimiento responde al estilo ecléctico de filiación neoclásica, lo que se evidencia en los elementos decorativos de la fachada, el frontón que la corona, las cornisas y los detalles a relieve. Tiene, además, un portal con columnas de piedra hacia la plazuela que, junto a los de las otras edificaciones, le da continuidad a la galería que enmarca este espacio público. La fachada principal se ha mantenido sin transformaciones hasta nuestros días.
La estrategia del proyecto pretendió responder a limitantes como: el ruido que generaría la nueva función, las particularidades del uso de los espacios –que implicaba necesariamente la eliminación de columnas sin poner en riesgo la seguridad del inmueble–, y el tratamiento a losas de hormigón armado con alto grado de deterioro. Las funciones de la Compañía se distribuyeron entre las cinco plantas, las cuales se comunican a través de una escalera ubicada en el lateral izquierdo, con acceso directo desde el portal. Se situó un ascensor con capacidad para seis personas para uso del personal administrativo. Por    su ubicación en una zona privilegiada del Centro Histórico, fueron respetados los valores históricos y culturales y los códigos formales de la arquitectura, buscando armonía con la nueva función.

Arquitectas: Lohania Cruz González, Irén Blanco López
Ingenieros: Marlys Molina Armas, Roberto Paredes Ruano, Enrique Moreno Beitra, Diana Rosa González Valdés, Lariza Menné Castillo, Mayra Rodríguez González
Diagnóstico:
Niurka Fernández Muñoz
Presupuesto:
Gonzalo González Estévez


IX.    Centro Cultural Antiguos Almacenes de San José

Rehabilitado y refuncionalizado como Centro Cultural entre los años 2003 al 2009, esta obra (Avenida Desamparados s/n ) posee Grado de Protección I.
En 1847 Antonio Parejo y  Manuel Pastor, creadores de los Almacenes de Regla,  fundaron los Almacenes de  San José, llamados así por-que fueron levantados entre el lienzo de muralla, el baluarte de igual nombre de la zona y el arsenal. El primer proyecto se edificó entre 1849 y 1850, en décadas siguientes continuaron ampliándose hasta el baluarte de Paula. Las obras se terminaron en 1887; destaca en ese conjunto de naves, la estructura de hierro fundida en Bélgica en los talleres de Cockeril. Esta construcción, prominente para su época (única de su tipo hoy) es de las más valiosas al oeste de la bahía.
La Oficina del Historiador de La Ciudad de La Habana, el Grupo Estatal para el Saneamiento, Conservación y Desarrollo de la Bahía de La Habana, y el Ministerio del Transporte, planearon su refuncionalización en aras de dotar a la ciudad de nuevos espacios culturales. El proyecto integró las instalaciones del puerto al tejido urbano, para lo cual se concibieron la abertura de visuales, la creación de un paseo marítimo y la localización de servicios relacionados con la bahía. En su frente, por la Avenida del Puerto, se trazó un nuevo corredor que incorporó parte de las viejas líneas del ferrocarril y un moderno mobiliario urbano. Se proscribió la alteración de la imagen general, tanto en la fachada como en el interior. Se restauró la carpintería, se consolidó la estructura metálica, y se reparó la cubierta. Se diseñaron escaleras, rampas y barandas de acceso a la planta baja. El nivel inferior se destinó a la feria artesanal y, junto a ésta, se ubicaron funciones comerciales, gastronómicas y administrativas que potencian la actividad de la zona.

Arquitectos:
Vivian Álvarez Isidrón,
Gisel Rodríguez Sánchez, Arianna Martínez Díaz,
Abel Barredo Gil,
Ariel Fernández Piedra
Ingenieros y técnicos: Jorge Madrigal de León, Ricardo Regalado García, Guillermo Ruiz Ortiz,
Miguel García Mazorra,
Rita María Tornés Cisneros, Jorge Luis Landa Arcas, Alduán Domínguez Rubí
Diseño: Ernesto Javier Marimón Concepción
Investigación histórica: Yamira Rodríguez Marcano
Presupuesto:
Amelia Torralbas Espinosa


X.    Planetario

Con la colaboración del Gobierno de Japón, esta edificación (Mercaderes no. 309, entre Teniente Rey y Muralla), Grado de Protección III, fue Rehabilitada y refuncionalizada como Centro Cultural para la Ciencia y la Tecnología de La Habana entre el 2007 y 2009. Obtuvo el Primer Premio de Arquitectura, UNAICC, 2010.
Desde 1754 se tienen noticias de la compra de esta edificación a los herederos de Diego Garabito. En 1755, los nuevos dueños piden licencia para construirle portales. A raíz de la toma de La Habana por los ingleses, en 1762, en su planta baja se sitúa el Cuartel de la Guardia. Era entonces una casa de rafas, tapias y tejas. En 1860 se describe como vivienda de mampostería de dos cuerpos, baja y alta, con azotea, propiedad de  Susana Benítez de Parejo. En 1937, su dueña Herminia Rodríguez refuncionaliza el inmueble como cine –el que sería conocido como Cine Habana–, y en la década de los años ochenta del siglo XX le agregan muros, entrepisos y una cubierta de hormigón armado.
La propuesta dirigió su interés a las áreas interiores, con mínimos cambios en la fachada: se mantuvieron las disposiciones de los vanos y se agregaron otros, siguiendo la composición simétrica del edificio. En el interior aparece representado el Sistema Solar y el elemento articulador es el Sol, una esfera de casi doce metros de diámetro que contiene el Teatro Espacial o Planetario. A través de procesadores digitales, sistemas de proyección y conexiones a Internet se crean simulaciones visuales, en tiempo real. El Planetario constituye un homenaje especial a la científica y Ministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Rosa Elena Simeón. Se ejecutó con la asistencia del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), y la asesoría de los más importantes astrónomos del país.  

Arquitectas:
Tania Toirac Abelenda, Silvia Morales Pérez,
Yeny Molina Saavedra
Ingenieros: Roberto Paredes Ruano, Abel Pérez Zúñiga, Ileana Lamas Rodes, Roberto Alfonso Pedroso, Alexander Vega Cruz
Investigación histórica: Zenaida Iglesias Sánchez
Presupuesto:
Gonzalo González Estévez, Luis Silva Torres


XI.    Museo del Naipe

La edificación (Muralla no. 101, esquina a Inquisidor), con Grado de Protección II, fue rehabilitada y refuncionalizada como museo y viviendas en los años 1999-2001.
En el siglo XVII perteneció a don Pedro Alegre, fundador del Hospital San Lázaro, quien solicitó licencia al Cabildo para hacerle portales. En 1749 se describe como casa baja de rafas, tapias y tejas. Fue durante la segunda mitad de esa centuria cuando se convirtió en patrimonio de la familia Arrate y Acosta. En ella vivió uno de los primeros historiadores cubanos, Martín Félix de Arrate. Durante el siglo XIX la habitó el señor don José Esteva, marqués de Esteva de las Delicias. Llegó a nuestros días con cierta tendencia neoclásica en su apariencia exterior. Posterior-mente devino casa de vecindad, de ahí el deterioro que mostrara a finales del siglo XX.
Se instaló, en planta baja, el Museo del Naipe: área de exposiciones, almacén, archivo y zona administrativa; en la planta alta: apartamentos para tres de los núcleos familiares que habitaban la casa. Se mantuvieron columnas y espacios, y dos timbas de maderas originales; el resto de los elementos estructurales se reprodujo con hormigón. En el entrepiso se respetaron las dimensiones de las tablas aunque las vigas disminuyeron su sección. Los muros de tapial originales se conservaron y restauraron; y se eliminaron las zonas de oquedades y humedad. Los muros de fachadas, en la planta baja, fueron reducidos en ancho y altura para mantener dimensiones similares a las de la carpintería del siglo XVII y, en la planta alta se conservaron las medidas de los vanos. Sólo se recuperó la carpintería original de uno, que se reprodujo para el resto por ambas fachadas. A la herrería de los balcones se le aplicaron técnicas de conservación y restauración. El motivo ornamental de los balcones, que comunican con la calle Muralla, se remedó en el balcón corrido de la galería interior.

Arquitectos: Mildred Pérez,
Lázaro Luis Pérez, Lohania Cruz González
Ingenieros:
Adria González,
César Herrera Hernández,
Humberto Martiatu Marrero,
Héctor Jáuregui Hernández
Investigación histórica: Zenaida Iglesias Sánchez
Presupuesto:
Luis Silva Torres


XII.    Casa Víctor Hugo

Rehabilitada y refuncionalizada como Casa Víctor Hugo, esta edificación (O'Reilly no. 311, entre Habana y Aguiar) posee Grado de Protección III.
Las noticias sobre esta casa datan del año 1881, registrada a nombre de doña Manuela Rodríguez, quien vendió su propiedad al señor Carlos del Castillo y Loizaga, director de la Caja de Ahorros, Descuentos y Depósitos de La Habana, una de las instituciones financieras más importantes del siglo XIX (la casa conserva la bóveda neoclásica, con puertas blindadas construidas al efecto). Entonces aparecía descrita como «casa de altos y bajos, de cantería, mampostería y azotea situada en O'Reilly 25, compuesta de 18 varas de frente y 32 de fondo». En 1836, la compra don Felipe Alonso y Poey y la heredan sus familiares. Más tarde (1949) la adquieren doña María Teresa y don Rafael Echevarría y Aranda y, en 1954, la sociedad mercantil anónima Cuban American Protection Company.
El proyecto decidió mantener testimonios de la evolución de la casa. En el área que ocupa (390 m²), se ubicaron exposiciones temporales y permanentes dedicadas a la obra de Víctor Hugo, biblioteca y salas para lectura, reuniones, proyección, conferencias, almacenes, y locales administrativos y de servicios. En fachada se conservaron capialzados, arcos de medio punto, pechinas, zócalos y enchapes de azulejos sevillanos, pinturas murales y parte de sus herrajes y carpintería originales. Por la importancia de la obra se decidió combinar tecnología y materiales modernos y antiguos, como en la escalera, ejecutada mediante el sistema de bóvedas extremeñas, con revestimiento de mármol y barandas de hierro.

Arquitecta: Mirna Caram Sosa
Ingenieros: Marlys Molina Armas, Alina Mena Cruz, Aldo Plá Nilo,
Juan Felipe Quintero Castro, Enrique Moreno Beitra
Diseño de interiores:
Héctor Jáuregui Hernández
Investigación histórica:
Yamira Rodríguez Marcano
Presupuesto: Gonzalo González Estévez, Luis Silva Torres


XIII.    Hotel Palacio del Marqués de San Felipe del Bejucal

Obra con Grado de Protección I rehabilitada y refuncionalizada entre los años 2005 al 2010 como Hotel (Oficios no. 152, esquina a Amargura, Plaza de San Francisco de Asís).
Construido en las décadas finales del siglo XVIII, el inmueble ha sido considerado por el arquitecto Joaquín Weiss «la última de las grandes mansiones barrocas habaneras». Esta edificación –vinculada des-de su origen hasta principios del XX con los marqueses de San Felipe y Santiago de Bejucal, aparece descrita en 1885 como: «Casa de alto y bajo, mampostería y azotea […] con seis accesorias […]». En 1916 es arrendada por la Sociedad Mercantil Anónima Compañía Bancaria de Finanzas de La Habana. A partir de entonces –como consecuencia de la diversidad de usos y propietarios–, sufre transformaciones que marcan su contraposición de estilos entre fachada y ambientes interiores. En los años 80 fue ocupada por el Club Internacional del Marino y, más tarde, por oficinas de diversas empresas.
El proyecto garantizó un nuevo uso, en equilibrio con el entorno. Se mantuvieron la circulación vertical (el elevador y las escaleras), y otra escalera de emergencia, al fondo, que comunica con la entrada de la calle Amargura y sirve de acceso al personal de servicios. El proyecto contempló cinco niveles a partir de un sistema constructivo de muros de mampuesto. Fue premisa para todas las especialidades técnicas, evitar que la secuencia de los trabajos deteriorase la terminación de la arquitectura precedente, y respetar los valores patrimoniales del inmueble.

Arquitecta: Dolores Valdés Xiqués
Ingenieros: Mayra Rodríguez González, Marlys Molina Armas, Roberto Paredes Ruano,
Diana Rosa González Valdés, Roberto Alfonso Pedroso,
Gilberto Ribalta Olivera, Lariza Menné Castillo, Enrique Moreno Beitra, Alexander Vega Cruz
Diseño de interiores:
Grupo Espacio
Investigación histórica:
Zenaida Iglesias Sánchez


XIV.    Tienda museo del Reloj

En la Rehabilitación y refuncionalización (2005-2010) de esta obra (Oficios no. 212, esquina a Muralla), Grado de Protección III, se contó con la colaboración de COSUDE.
La edificación fue construida a principios del siglo XX con doble fin: hospedaje en el nivel superior, y comercio en planta baja. Ocupó toda la parcela luego del incendio sufrido por el edificio que fuera de la Casa Cuna, asentada en este lugar desde el año 1710 y hasta 1823, según se apreciaba en la leyenda inscrita en la fachada hasta 1906.
El área comprendida como comercio se proyectó para tienda y museo de relojes, peluquería y una vivienda. Con categoría de alto estándar se deseó interrelacionar estas funciones con la degustación y venta de café. La tienda-museo, con una superficie útil total de 277,21 m², cuenta con un salón desde el cual se transita hacia el patio interior de la edificación, núcleo que reparte los accesos a diferentes zonas de servicio. La peluquería cambió de ubicación dentro de la planta, y aumentó su superficie útil a 83,14 m². La vivienda se desplazó también dentro de la planta, en un área de 71,01 m². Su distribución y diseño resultan similares a las viviendas proyectadas para la planta superior.


XV.    Casa de las Tejas Verdes

Restaurado entre los años 2006 al 2010, este inmueble (Calle 2 no. 318, e/ 3ra. y 5ta. Avenida, Miramar), Grado de Protección I, funge en la actualidad como Centro Promotor de la Arquitectura Moderna y Contemporánea, el Urbanismo y el Diseño Interior. Obtuvo el Premio Nacional de Restauración, CNPC, 2010.
En 1916 empezó a concretarse el trazado urbanístico de Miramar. En el lote señalado con el no. 20 de la manzana 17, se edificó la popular Casa de las Tejas Verdes. El solar tuvo varios propietarios pero, sin dudas, el más importante fue Alberto de Armas y Martín, a quien se debe la construcción. Luisa Rodríguez y Faxas compró el inmueble a los propietarios originales, en 1943, y lo habitó hasta su fallecimiento en 1999.
Las primeras acciones estuvieron encaminadas a detener el deterioro, causado principalmente por falta de mantenimiento. Se restauraron la cubierta y la estructura respetando el diseño y los materiales originales: madera, tejas vitrificadas de color verde, pavimentos originales y todos aquellos elementos cuyo estado de conservación permitió ese trabajo. La carpintería original fue recuperada y/o reproducida, y se restauraron las rejas y cancelas originales. Se respetó la distribución original del edificio: las habitaciones, los baños y el área de servicio. Y en el ático se crearon espacios para conferencias y consulta especializada, vestíbulo, servicios sanitarios públicos, sala de navegación por Internet, terraza y otros vinculados al nuevo uso. En las áreas exteriores se concibió un jardín con espejos de agua, decorado con modernas esculturas.

Arquitectos: Lina Alba Díaz, Ernesto Pérez Castaño
Ingenieros:
Marlys Molina Armas, Roberto Paredes Ruano, Lariza Menné Castillo, Alexander Vega Cruz, Roberto Alfonso Pedroso
Diseño: Rita Mirabal, Lourdes Gómez,
Marisol Fernández
Investigación histórica: Patricia Andino Díaz
Presupuesto:
Gonzalo González Estévez


XVI.    Parque del Agrimensor y Arsenal

Rehabilitado y refuncionalizado en 2009, Grado de Protección I (Arsenal), en la actualidad funge como Parque del Agrimensor y Museo.  
Situado entre las calles Egido, Arsenal, Misión y Agramonte, el parque, se inauguró a mediados del siglo XX en homenaje al oficio del agrimensor. Cerca del monumento se halla la construcción mutilada del Arsenal, que permitía la comunicación entre la antigua muralla y la ciudad extramuros. Su área aproximada es de 243 m². La fachada principal se caracteriza por su sencillez y posee dos puertas que dan hacia la calle Egido, resaltadas por una platabanda de piedra a manera de elemento decorativo; en su parte posterior se aprecian dos gárgolas de piedra de grandes dimensiones.
En el parque se exponen cuatro locomotoras de vapor, en un espacio cercado por una verja de fi-nos elementos metálicos que permiten la visualidad desde el exterior, y se continúa habilitando mobiliario urbano. Se potenciaron tres paseos radiales: uno central de tres metros (que ya existía) y dos nuevos. En el Parque Mella, contiguo al Parque del Agrimensor, se estacionaron otras dos locomotoras. La rehabilitación de los restos del Arsenal incluyó el cese de su función de almacén, así como el repello de los muros y cubierta en el interior del edificio, limpieza de la piedra en la cara exterior del inmueble, sustitución de los travesaños inferiores de las puertas, pintura y reposición de herrajes y accesorios, y la recuperación de la altura original de los vanos de ventana, en correspondencia con los resultados del estudio arqueológico. Se eliminaron plantas adheridas a los muros, sin afectar la estructura del edificio, y aquellos elementos que impedían en la cubierta el desagüe de las aguas pluviales.

Arquitectos: Arianna Martínez Díaz,
Claudia Castillo de la Cruz,
Libertad Rodríguez Otero,
María Gabriela Balmaseda Pérez, Orlando Inclán Castañeda,
Daniel López de Mazarredo
Ingenieros: Ricardo Regalado García, Jorge Andino Villar, José Martínez Hernández
Presupuesto: Berta Lourdes Pérez Samad, Rolando Gómez Díaz


XVII.     Promoción del Patrimonio

A la primigenia concepción de patrimonio como objeto y tesoro histórico y estético, se sobrepuso en el siglo XX, un concepto mucho más amplio que incluye el contexto físico, social y cultural y el reconocimiento del valor de uso del patrimonio, como referente y comprensión del sentido de pertenencia y de identidad de una comunidad.
Como vehículo de comunicación de la gestión del patrimonio heredado, la Oficina del Historiador de la Ciudad fundó el 28 de enero de 1999 la Emisora Habana Radio. Entre sus temáticas, la emisora privilegia tradiciones, leyendas y costumbres, historias de los habitantes de La Habana Vieja, vida de personalidades ilustres, sitios de interés, música cubana,  economía y planificación social.
Los conductores y guionistas de algunos programas son especialistas de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana: arqueólogos, comunicadores, arquitectos, historiadores, entre ellos dos mujeres de la Dirección General de Proyectos de Arquitectura y Urbanismo en la revista de patrimonio Habáname y el magazine de diseño, arquitectura y urbanismo Hablando de espacio.
Otro medio de comunicación utilizado en la difusión del patrimonio cultural son las páginas web. La Oficina del Historiador posee varios sitios en los cuales las especialistas de la DGPAU insertan noticias y artículos sobre las labores de restauración y conservación del legado de la ciudad.
El programa cultural anual de verano Rutas y Andares para disfrutar en familia, es otra de las estrategias de comunicación y promoción, donde las especialistas interactúan con grupos de público heterogéneo.
Con miras a gestionar la información para los proyectos arquitectónicos y urbanísticos, y con extensión de servicios a la comunidad científica y al público, destaca el trabajo técnico –realizado mayormente por mujeres– del Archivo General de Proyectos y Biblioteca Arquitecto Fernando Salinas. Con carácter similar, funciona el Área de Digitalización, encargada de actualizar los fondos de entidades vinculadas al proceso constructivo en la ciudad, para apoyar la preservación de los soportes documentales y contribuir a su difusión protegida en el Centro Histórico.
Publicar el resultado de proyectos arquitectónicos y de las investigaciones históricas es otra vía para dar a conocer el patrimonio, mediante la revista Opus Habana, el Boletín del Gabinete de Arqueología, libros del sello editorial Boloña, auspiciados por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, y también mediante prestigiosas publicaciones culturales de circulación nacional e internacional que dedican espacios para reflejar el quehacer de este sitio declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad, en 1982.


 


Logo de la exposición «Ellas restauran», realizado por la diseñadora Aniett Freyre (imagen a la izquierda). A la derecha, un momento durante la inauguración de la muestra.

Sirva entonces, «Ellas restauran» para rendir el más sincero tributo a todas las mujeres de la Oficina del Historiador que, día a día, hacen posible que la obra restauradora llegue a cada espacio del Centro Histórico y, sobre todo, a la sensibilidad de cada transeúnte que, en su paso cotidiano, hacen suyos los encantos de la ciudad antigua.


Redacción Opus Habana