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Luego de muchos años de enconada polémica, en 1955 el Historiador de la Ciudad de La Habana logró que la estatua de Fernando VII en la Plaza de Armas fuera sustituida por la de Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria. Aquí se ofrece cronología de ese empeño patriótico. (Segunda parte)

Luego de muchos años de enconada polémica, en 1955 el Historiador de la Ciudad de La Habana logró que la estatua de Fernando VII en la Plaza de Armas fuera sustituida por la de Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria. Aquí se ofrece cronología de ese empeño patriótico.

 

El 15 de febrero de 1955 es retirada la estatua de Fernando VII y colocada en el Museo Municipal de la Ciudad, en el Palacio de Lombillo (Plaza de la Catedral). Entre otras personalidades, junto a Emilio Roig de Leuchsenring, participó en el acto de remoción el escultor Sergio López, autor del monumento a Carlos Manuel de Céspedes. Días después, el domingo 27 de febrero, fue develada la estatua del Padre de la Patria en ocasión de cumplirse el 81 aniversario de su caída en San Lorenzo, ocurrida en igual fecha de 1874.

 


PRIMER MOMENTO (1834-1935)

1834: Develada el 24 de julio la estatua de Fernando VII en la Plaza de Armas en presencia del capitán general Miguel Tacón.
1898-1902: Durante la primera intervención norteamericana, ese espacio público está bajo el control de las tropas yankees. Esto impide que la estatua sea removida, como sucedió con la de Isabel II en el Parque Central.
1921: En marzo la revista Cuba Contemporánea propone  nombrar Carlos Manuel de Céspedes a la Plaza de Armas, así como sustituir la efigie de Fernando VII y colocar en su lugar una estatua del Padre de la Patria.
1923: El 24 de febrero queda renombrada dicha plaza en acto público.

SEGUNDO MOMENTO (1941-1944)

1941: Emilio Roig de Leuchsenring, Historiador de la Ciudad, retoma la iniciativa de Cuba Contemporánea e inicia su bregar para cumplimentarla. Con el apoyo del concejal Ángel Bertematy, propone al Ayuntamiento de La Habana la adopción de un acuerdo que permita su ejecución.
Desde el vespertino Avance, Rafael Esténger cuestiona esa propuesta en sendos artículos (6 y 9 de septiembre). Roig de Leuchsenring documenta su empeño patriótico en sucesivos trabajos publicados en las revistas Carteles, Policía y otras.
1942: Presidido por Fernando Ortiz, el I Congreso Nacional de Historia  (8 al 12 de octubre) respalda la propuesta de Roig, así como se pronuncia porque sea retirada otra estatua de Fernando VII que había en la ciudad de Matanzas.
1943: El 16 de abril, la Comisión de Monumentos, Edificios y Lugares Históricos y Artísticos Habaneros se pronuncia a favor de la conservación de la estatua de Carlos III en el paseo homónimo, y la sustitución de la efigie de Fernando VII en la Plaza de Armas por un monumento al Padre de la Patria.
—En junta del 29 de abril, la Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales aprueba por unanimidad adherirse al dictamen anterior. Asimismo conviene en dirigirse a las autoridades competentes para que adopten acuerdos y disposiciones que permitan cumplir ese empeño cuanto antes.
—El 10 de julio, Pepín Rivero, director del Diario de la Marina, inicia una campaña de descrédito contra monseñor Eduardo Martínez Dalmau, obispo de Cienfuegos, e historiadores en la línea de «historia y cubanidad» propugnada por Roig.  
—El II Congreso Nacional de Historia (8 al 12 de octubre) ratifica acuerdos del I Congreso. Presidido por Martínez Dalmau (en la foto, junto a Roig), el evento también acuerda la revalorización del Padre Varela como precursor de la independencia cubana. Arrecian los ataques del Diario de la Marina.
1944:
La Junta Nacional de Arqueología y Etnología declara monumento nacional a la Plaza de Armas, pero excluyendo a la estatua de Fernando VII.

TERCER MOMENTO (1952-1955)
1952: Creada la Comisión del Cincuentenario de la Independencia de la República de Cuba. Con apoyo del alcalde de La Habana, Justo Luis del Pozo, se aprueba la ejecución de estatua del Padre de la Patria que reemplazará a la de Fernando VII en la Plaza de Armas, y se destinan 10 mil pesos a ese objetivo.
1953: Convocatoria a los arquitectos cubanos residentes en Cuba o en el extranjero a concursar con sus proyectos de monumento. El ganador fue el artista Sergio López (en la foto, maquetas concursantes).
—Ramón Vasconcelos, Rafael Esténger, Armando Maribona y otros escritores, a los que se une el arquitecto Evelio Govantes, consideran que esa iniciativa atenta contra el ornato público. Su reprobación es llevada al Consejo Consultivo, además de ser amplificada por los periódicos Avance y Diario de la Marina.
—La Junta Nacional de Arqueología y Etnología aprueba por unanimidad el proyecto de la Comisión del Cincuentenario. El arquitecto Emilio Vasconcelos da su voto favorable a la colocación de la estatua de Céspedes, pero recomienda que se modifiquen el pedestal y la ornamentación del parque.
1955: El 15 de febrero es retirada la efigie de Fernando VII hacia el Museo Municipal de la Ciudad, en el Palacio de Lombillo, Plaza de la Catedral.
—El domingo 27 de febrero tiene lugar el develamiento de la estatua de Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria, al cumplirse 81 años de su caída en San Lorenzo en igual fecha, pero de 1874. En la imagen, la estatua en la actualidad.

ALGUNAS OPINIONES A FAVOR Y EN CONTRA:
«(...) no sólo rendiremos homenaje al primer Presidente de Cuba Libre, sino también al Precursor de la Revolución Libertadora Cubana: Félix Varela y Morales, pues este preclaro cubano (...) fue perseguido, mandado asesinar, encausado y condenado a muerte por Fernando VII. ¿Qué mejor homenaje a su memoria esclarecida, en este año del centenario de su muerte, que retirar la estatua de dicho monarca de la Plaza de Armas de La Habana y colocar en su lugar la del hombre extraordinario que inició la revolución propugnada por Varela (...)»    Emilio Roig  de Leuchsenring
«La estatua de Carlos Manuel de Céspedes en la Plaza de Armas
que lleva su nombre glorioso». Carteles, 26 de julio de 1953.


«En la Plaza de Armas de La Habana seguía Fernando VII indiferente e imperturbable ante las mutaciones acaecidas en todo el que fue su vasto imperio. Es verdad que ni aún en los territorios peninsulares había quedado  una sola  huella escultórica de su paso por el mundo, pues en todas partes se había considerado como un respeto al pudor y a la dignidad de la especie humana suprimir cualquier vestigio suyo».   Enrique Gay-Calbó
«La estatua de Céspedes y la de Fernando VII». Acción Ciudadana,
Santiago de Cuba, enero-marzo de 1955.


«Lo que leemos y escuchamos por acá en homenaje a Fernando VII sería, pues, el eco de lo que dice Franco y una prueba más de cómo vuelve a funcionar en Cuba la propaganda franquista, que había quedado acallada en parte durante la II Guerra Mundial».   Herminio Portell Vilá
«Cuba y Fernando VII». Bohemia, Núm. 11, Año 47, 13 de marzo de 1955.


«Conviene subrayar la fecha: 1834. De cuantas estatuas existen en la Habana, sólo la de Carlos III le excede en antigüedad. Otra circunstancia curiosa es la de señalar que Fernando VII no tiene ningún otro monumento en la América (...)».   Rafael Esténger
«Otra vez Fernando VII». Avance, Sección «Revisiones», 9 de agosto de 1941.

«¿O es que se piensa romper la armonía de ese rincón, echando abajo la Plaza, o injertando una estatua de Céspedes fuera de estilo en desconcordia con el resto del entorno?».     Gastón Baquero
«La estatua de Fernando Séptimo». Diario de la Marina, Sección «Panorama», 23 de julio de 1953.


«El arquitecto Govantes, que ha leído los anales de la Sociedad Económica de Amigos del País, encontró una felicitación del Padre Varela a Fernando VII por las libertades públicas que había concedido a los cubanos. Luego, no era tanta la inconformidad».   Ramón Vasconcelos
«El Primer Presidente en la Avenida de los Presidentes». Alerta, Sección «Entreactos»,
28 de octubre de 1953.


«Consuélate [Fernando VII] porque estamos seguros que algún día volverás a tu querida plaza. Los habaneros te vemos con simpatía. ¿No te diste cuenta cómo aquel grupo que presenciaba la operación de arrancarte, te aplaudía cada vez que tiraba la grúa y no podía moverte? ¿Y no te diste cuenta de que, cuando al fin te arrancaron a duras penas, hubo silbidos profusos para los que hicieron tal disparate?»   José I. Rivero
«Carta sin sobre. A la estatua de Fernando VII». Diario de la Marina, 27 de febrero de 1955.

 

María Grant
Tuvo a su cargo la compilación y notas del libro Artículos de costumbres
de Emilio Roig de Leuchsenring, Ediciones La Memoria y Ediciones
Boloña, La Habana, 2004