En este estudio llevado de la mano de Sebastián Robiou, se reflexiona desde la etnohistoria, en torno a la presencia del ofidio en la ecomitología antillana. El número 3 de la revista Boletín de Arqueología nos muestra a La Gran Serpiente, Iguanaboína, como una deidad que operaba, junto con sus hijos gemelos, el agua y el sol. Esta trilogía, regidores del balance climatológico en una sociedad fundamentalmente agrícola, estarían en posición simbólicamente opuesta a aquella que producían los destructores huracanes. Ambas trilogías pudiesen ser una expresión de Atabey, la «Madre de las Aguas», probable manifestación de la Gran Serpiente cósmica.

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