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Como parte del Festival de Contratenores del Mundo tuvo lugar el concierto Con che suavità, el lunes 3 de octubre en el Teatro Martí. El protagonista de la velada fue el contratenor español Xavier Sabata, junto al clavicembalista francés Ronan Khalil y el cellista cubano Alejando Martínez. Entre las obras que el público pudo disfrutar durante la velada estuvo Toccata terza F 2.03 para clavincémbalo de Girolamo Frescobaldi, Adagiati Poppea de Claudio Moteverdi, Amanti, io vi so dire de Benedetto Ferrari y Vivi tiranno de George Friederich Handel.

«En cada interpretación se crea una atmósfera con el objetivo de que al final, la obra acabe siendo un mosaico que, desde lejos, se pueda apreciar una parte más azul, una roja, otra negra… Todo forma un conjunto equilibrado», asegura Sabata.

Total silencio… el Teatro Martí ha quedado absorto al no escuchar el perenne susurrar del aire acondicionado. Ante aquella acústica aplastante, sale a escena el contratenor español Xavier Sabata, lo acompañan el clavicembalista francés Ronan Khalil y el cellista cubano Alejando Martínez. Tras una simple mirada, comienzan los acordes y la repetición, una y otra vez de la frase « ¿A quién me quejaré?», obra anónima del siglo XVII español que permite al público admirar por vez primera la magistralidad, con que técnica y dramaturgia se unen en la interpretación de quien es considerado una de las estrellas de la ópera en España.

¿Cuál considera que sea el principal reto de un contratenor?

El gran reto para un contratenor joven, o los contratenor en general, es la credibilidad interpretativa. Uno no debe planteársela como un hecho que ocurre rara vez, algo excepcional. Hay que lograrla trabajando con la misma seriedad y rigor que puede hacerlo cualquier soprano, mezzo-soprano o barítono del mundo: interpretar un papel operístico con la técnica suficiente para estar dos o tres horas, cantando ocho arias y dos dúos. No solo debemos ser esas voces angelicales que cantan muy bien, tenemos que ser algo más. Es también necesario incorporar un performance más completo, ver a ese cantante de ópera ya dentro de lo que es la paleta de registros vocales.

Durante este concierto un elemento trascendental que dejó a todo el público extasiado fue el vínculo entre dramaturgia y técnica vocal que posee su interpretación… ¿cómo surge este talento?

Surge del teatro... Fui actor hasta los 27 años, por lo que empecé a cantar muy tarde. Entonces, el texto es fundamental para mí. El hecho de que los músicos cantantes tengamos la palabra, nos da esa fuerza y, casi como la obligación de entremezclarlo y proyectar una especial energía. Tal razón hace que sea imprescindible trabajar desde el teatro las piezas. Aunque, ya no solo teatral, sino también a nivel de ambiente. En cada interpretación se crea una atmósfera con el objetivo de que, al final la obra acabe siendo un mosaico que, desde lejos, se pueda apreciar una parte azul, una roja, otra negra… Todo forma un conjunto equilibrado.

En estos días ha podido compartir con los contratenores cubanos, ¿qué valoración haría de ellos?

Ha sido una grata sorpresa conocer el nivel que hay tanto técnico como interpretativo de los alumnos que tuve en las clases magistrales. Quedé muy asombrado y me gustaría que pudieran tener los recursos necesarios para desarrollar sus estudios en torno a la música barroca. Hay en ellos una semilla de lo que yo reconozco como contratenores no prejuiciados. Superaron las preocupaciones sobre cómo se debe cantar, pues ya son contratenores. Realmente esta ha sido una experiencia gratísima y les deseo todo lo mejor.    

En el centro, el contratenor español Xavier Sabata, acompañado, a su izquierda, por el intérprete francés Ronan Khalil quien interpretó el clavicémbalo; y a su derecha, el cellista cubano Alejandro Martínez.

Viviana Reina Jorrín
Revista Opus Habana