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 Un encuentro de Ángel Velazco (La Habana, 1971), creador del personaje de historietas Kukuy, el guije de Charco Azul, con niños de escuelas primarias de La Habana Vieja, tuvo lugar este miércoles 20 de octubre en el Centro Cultural Vitrina de Valonia.  «Las historias de güijes estaban ahí desde hace siglos, en la tradición cultural de nuestros campos y en las referencias de importantes intelectuales como Antonio Bachiller y Morales, Juan Cristóbal Nápoles Fajardo o Nicolás Guillén», expresa Velazco al conmemorar el 20 aniversario de la publicación de la primera historia de Kukuy, que ya ha pasado a dibujos animados.

¿Cómo se acerca al mundo de la historieta desde su infancia? ¿Cuándo crea su primera historieta?

Como todos los niños empecé a dibujar cuando todavía no hablaba muy claro, y por supuesto no sabía leer tampoco. Recuerdo que antes de poder “ver” alguna historieta, escuché a mi abuelo Eusebio, referirse a las aventuras del oeste que se publicaban en los periódicos. Él dijo algo sobre el pistolero que en un dibujo estaba en su caballo y al dibujo siguiente estaba desmontando. Hoy entiendo que aquello era la descripción de una secuencia y me fascinó. De ahí en adelante mis dibujos tenían secuencias.

¿Qué personajes —reales, ficticios— lo marcaron en su adolescencia? ¿Por qué?

Era un niño cuando leí una historieta sobre «El hombre de Maisinicú», era a color. También recuerdo que en primer grado le cambié a un amiguito un bolígrafo por una historieta de «C-Línea» con la historia del pirata Diego Grillo, creó que estaba dibujada por Virgilio Martínez.  No recuerdo historietas extranjeras en aquella época. Luego mi papá me trajo desde Mozambique, donde estuvo en misión internacionalista, dos libros de Astérix en portugués. Yo tendría ocho años.

¿Cuáles son sus autores preferidos en el mundo de la historieta?


Me atraen mucho las líneas de Walt Disney, Walt Kelly, Uderzo, Régis Loisel, Kéramidas, Alari, de Miroslav Dragan, Man Arenas, Juanjo Garnido, Sergio Toppi, del argentino Carlos Meglia, del norteamericano Skottie Young, de Marini… Como ves es un diapasón bastante amplio y a todos ellos les debo algo. Que no mencione a otros autores es una cuestión de espacio y de memoria en este momento.

¿Cuáles son sus influencias pictóricas y literarias?


Por mi formación académica, en el Instituto Superior de Diseño de La Habana (ISDI), la información sobre arte y pintura es muy amplia y toda influye. En algún momento me acerqué mucho al Art Nouveau, quizás por la importancia que se daba a la línea y su movimiento. En cuanto a la literatura, los libros de Emilio Salgari, por su descripción cinematográfica de las escenas y los ambientes, Onelio Jorge Cardoso, por su cubanidad y Samuel Feijóo, por la importancia que da al folclor. Te estoy hablando de autores que tomo como pautas para hacer historietas, no de gustos literarios, que por supuesto son más amplios.

¿Cuándo y dónde publicó sus primeras historietas? Háblenos de su trayectoria profesional.

Desde Camagüey, donde crecí, envié algunas historietas de principiante al taller que a finales de los años 80 del pasado siglo establecieron Manolo Pérez y Francisco Blanco en La Habana. De ellos recibí el primer impulso, las primeras críticas constructivas, los primeros consejos. Gracias a este taller se crearon espacios para muchos jóvenes que como yo vieron publicadas sus primeras historietas en el tabloide «El Muñe», de la Editorial Pablo. Con la Pablo me une por tanto una relación fraternal. También he publicado historietas con Gente Nueva y claro, con la Casa Editora Abril, donde trabajo actualmente. Hasta el momento son unos treinta los libros de historietas y pasatiempos que he publicado.

¿Por qué escoge la historieta como medio de expresión?

Como género, la historieta constituye un medio de expresión muy agradecido y un fenómeno de comunicación de importancia trascendental para la cultura universal. Creo, como el español Carlos Giménez, que quien no sea capaz de en esta época de hablar de la historieta, mencionando al menos sus obras más relevantes y sus autores más influyentes con la misma propiedad con que puede hablar de otras expresiones del arte y la comunicación, tiene que reconocer que su cultura tiene lagunas profundas.

¿Por qué escoge y mantiene el personaje del güije en su obra?  ¿Qué significa Kukuy para Ud. después de 20 años de trabajo?

Las historias de güijes estaban ahí desde hace siglos, en la tradición cultural de nuestros campos y en las referencias de importantes intelectuales como Antonio Bachiller y Morales, Juan Cristóbal Nápoles Fajardo o Nicolás Guillén. Lico Velazco nos contaba a sus nietos, que cuando él era un niño y se bañaba en el Río Saramaguacán había un güije que vivía en un remanso llamado Charco Azul. Esa historia siempre estuvo en mi mente. Con el tiempo vi historietas y dibujos animados sobre duendes, gnomos, y otros personajes fantásticos de diversas latitudes y pensé que era el momento de dibujar aquellas historias sobre los duendes cubanos. El nombre Kukuy viene quizás del libro de Samuel Feijóo «Mitología cubana», donde un entrevistado dice que oía a los güijes un sonido que era algo así como «cu, cui». Lo leí y me dije: «ahí está». Al cabo de 20 años de historietas todo va cada vez mejor con Kukuy y sus aventuras que ya pasaron a dibujos animados, en una serie producida por el ICAIC, que se ha trasmitido por la televisión. Uno de estos cortos —«La semilla mágica»— ganó el Premio Especial de la UNEAC en el Festival Internacional CUBANIMA del año 2009.

¿Qué temas relacionados con los valores humanos prioriza y promueve al público infantil en su enfoque a través de la fantasía?

Las historietas de Kukuy siempre están pensadas para promover la cultura campesina y la defensa de la naturaleza. Alrededor de esos temas principales puedo además abordar el amor, la amistad, la importancia del trabajo, la lucha contra las adicciones, el valor frente a los abusadores, el aprovechamiento del  tiempo, etc. Hasta hoy han salido libros como Kukuy y la Semilla Mágica, Polvo de alas, El güije montero, Ayuda a Olegario, El güije detective, Kukuy y El Libro Mágico de Vainilla, El Festival de la Mariposa, El Hechizo de Saraswati, El susto del manatí y otros con recopilaciones de historietas publicadas en la Revista Zunzún. Kukuy tiene un universo en el que conviven la siguapa Piropo, Ofidia, la Madre de Aguas, el hada Vainilla, la cotorra Yola, la pandilla de güijes, los babujales Soco y Troco, el Cagüeiro —personaje antagonista— y los campesinos Olegario y Pancho.

¿Hace una investigación previa y profunda antes de escribir un guión de historieta? ¿Por qué?


Hasta para las historietas más «simples» hay que investigar profundamente. Para escribir un guión hay que saber de todo un mucho sobre el tema que se tratará. No todo lo que se investiga queda en el texto o los globos, hay mucha investigación en el aspecto gráfico, en las expresiones y gestos de los personajes, en el entorno natural o la arquitectura, por ejemplo. Es ineludible investigar, eso viene siendo como montar una buena zapata para levantar la casa que es lo que se ve.

¿Cómo logra unir realidad histórica y ficción en sus historias, en general, y en su trilogía «Martí contra dos imperios», en particular?


Los guiones deben construirse sobre lo verosímil y, en el caso de los históricos, son muchos los elementos a concatenar. Por ejemplo esta saga sobre el período final de la vida de José Martí conllevó una estructura cronológica en las etapas definidas para cada libro, esto es Nueva York, República Dominicana y montañas del oriente de Cuba. Además del rigor en cuanto a diálogos reales de Martí con sus interlocutores, lugares visitados, rostros de los personajes, vestuario y demás elementos de la puesta en escena, encontré los datos de que esos días finales nevó mucho en Nueva York. Además, algunos historiadores plantean que nuestro héroe nacional se afeitó el bigote antes de zarpar de Dominicana y que en Cuba un aviso a los mambises salvó a los expedicionarios de caer en la emboscada de Arroyo Hondo. Todo eso está en la trilogía.

La mayoría de sus obras están dedicadas a los niños. Háblenos de sus intercambios con los lectores.

Como los niños son la esperanza del mundo, a ellos y a los jóvenes me he dedicado. Quizás porque no he dejado de ser niño en muchos aspectos. Mi trabajo en la revista «Zunzún» me ha permitido intercambiar con lectores infantiles de muchas partes de Cuba. De ellos recibo muchas sugerencias para escribir y dibujar las aventuras de Kukuy. Tengo dos hijos pequeñitos y, como es natural, de ellos también obtengo muchas ideas y motivaciones.

¿Qué piensa de la restauración del centro histórico habanero en general y del trabajo de Vitrina de Valonia en la promoción del noveno arte en este marco?

La restauración nos salva el espíritu, nos restituye el orgullo por lo cubano. Vitrina de Valonia es un oasis donde se pueden encontrar tantas historietas que no da tiempo a leerlas todas y eso es una maravilla. También ha promovido cursos, exposiciones e intercambios profesionales que en ninguna otra institución alcanzan este nivel. Creo que la Vitrina ha llenado un espacio necesario y abre el camino para empeños superiores. Ya se ha hablado varias veces con la Oficina del Historiador de la Ciudad de crear un Museo Cubano de la Historieta, como existe el del Ron o el de la Danza. La historieta cubana lo necesita y lo merece.

¿Cree que la historieta forma parte de la identidad cultural nacional? ¿Por qué?


Sí. Porque tanto autores como personajes cubanos de historieta han contribuido mucho a la formación cultural de generaciones de compatriotas. Porque la génesis de la historieta cubana está en las miniaturas costumbristas de Víctor Patricio Landaluze. Porque la historieta también combatió desde la clandestinidad y desde la Sierra Maestra, antes del triunfo de la Revolución, por hacer un país mejor para todos los cubanos. Porque nuestra cultura nacional estaría incompleta sin Elpidio Valdés. Porque hace décadas desde las páginas de «Pionero» y «Zunzún» las historietas nos acompañan en el crecimiento como entes de una sociedad que se renueva.

¿Qué momentos considera como los más importantes y determinantes en la historieta cubana?


La historieta en Cuba no ha tenido fijador. Un buen momento estuvo en la revista «Mella», cuando el género se entendió como un arma progresista en la lucha ideológica del proletariado. Luego del triunfo revolucionario Prensa Latina aupó a la historieta y logró hacer circular internacionalmente trabajos de nuestros autores. Después hubo una caída y un posterior renacer en los 80 del siglo XX que se frustró por la llegada del Período Especial. Creo que lo mejor está por venir:
Será determinante mantener la producción de historietas que han ganado ya un espacio en las Ferias Internacionales del Libro, estando anualmente entre las obras más buscadas por los lectores de todo el país. Tendrá que llegar el momento fundacional de la Asociación Cubana de Historietistas, la creación del Museo Cubano de la Historieta, el rescate de las publicaciones periódicas, el avance a los espacios virtuales, al sitio en Internet, a otras plataformas para los personajes como los videojuegos. Llegará el momento en que los personajes cubanos puedan ser registrados por sus autores en el CENDA (hasta ahora sólo se registran los libros de historieta). También vendrá la etapa en que las editoriales conocerán y respetarán las Leyes de Derecho de Autor ya establecidas por el Ministerio de Cultura. Habrá que rescatar los concursos nacionales del género y establecer el Premio Nacional de Historieta. Estamos trabajando en la capacitación masiva de nuevas hornadas de historietistas y preparamos un Curso de Historieta en Universidad para Todos. Hay mucho por hacer y eso es lo mejor de esta historia.