Este jueves 27 de junio tuvo lugar la segunda parte de la presentación en concierto de obras de Cayetano Pagueras y Juan París. Esta ocasión conllevó la primera audición en Cuba de la Misa en re mayor y Alleluja. Dominus regnavit decorem de Cayetano Pagueras, y de cuatro villancicos de Juan París.

En el concierto del jueves 20 y en esta segunda parte se escucharon obras de Cayetano Pagueras y Juan París, escritas en el período de la ilustración, entre el último tercio del siglo XVIII y los primeros años del XIX, acordes con las modas estéticas imperantes en la época.

En su visita pastoral, a mediados del siglo XVIII, escribía el obispo Pedro Agustín Morell de Santa Cruz que el coro alto de este convento tenía dos órganos para acompañar el canto de las sagradas alabanzas. Las voces masculinas de Sine Nomine, como harían en aquel entonces los frailes mendicantes, han entonado el himno Vexilla Regis, acompañados de fagot, como lo indica la partitura,por tratarse de una obra del repertorio de Semana Santa donde los instrumentos no podían perturbar la solemne celebración de la pasión de Cristo.
En el concierto del jueves pasado y en esta segunda parte escucharemos obras de Cayetano Pagueras y Juan París, escritas en el período de la ilustración, entre el último tercio del siglo XVIII y los primeros años del XIX, acordes con las modas estéticas imperantes en la época. Pagueras, de origen catalán aparece en La Habana cuando ya su homólogo Esteban Salas estaba en Santiago de Cuba. La obra de Salas, sacerdote y representante del barroco tardío, dista mucho de la de Pagueras que esun hombre de mundo, que vende su música al maestro de capilla de la catedral de La Habana, que viaja a México y oferta sus composiciones al cabildo de la Catedral de Puebla, que anuncia en el Papel Periódico de La Havana y desde su casa, muy cerca de aquí, en la calle Sol, la venta de «música de clave de los mejores autores del norte»: ¿acaso sería música de Francia, Austria, Alemania?... Juan París, otro catalán irrumpe en Santiago de Cuba trayendo consigo la influencia del teatro en sus villancicos, influencia que ya en España y desde Italia había logrado introducir arias, recitativos y grandes solos en la iglesia. «Teatral de Fortepiano» le llaman despectivamente sus contemporáneos, los que extrañan las añejas armonías del maestro Esteban Salas, pero París es un reformador, traerá a Santiago de Cuba el sonido de la viola, el concepto clásico de la orquesta, un lenguaje armónico más variado y el uso del fortepiano en lugar del órgano y el clavecín.
La interpretación de estas obras supone un reto. ¿Qué voces emplear?, ¿de qué instrumentos disponemos para reproducir lo más fielmente posible la escena musical de antaño?, ¿Qué elementos litúrgicos condicionan una interpretación funcional de estas composiciones, todas ellas religiosas?
Las voces masculinas, por pares: dos tiples, como se llamaba en Iberoamérica a las voces agudas de los hombres, dos altos y dos tenores eran la formación mínima de las catedrales de La Habana y Santiago de Cuba que podía llegar máximo hasta tres voces por cuerda. No abunda en Cuba la tesitura de contratenor y por ello hemos acudido a dos sopranos que empastan bien con los hombres, para que refuercen esa cuerda tan delicada. Los arcos barrocos atenúan el sonido de la familia moderna de los violines para lograr el volumen necesario, faltan en Cuba oboes, cornos y fagotes clásicos, los excelentes músicos que hoy interpretan esos timbres han echado mano de su conocimiento sobre técnicas de interpretación en el estilo clásico. Los fagotes, aunque modernos saben cantar con las voces, como lo haría su antepasado el bajón. Las flautas en cambio son auténticas, eran las empleadas en las orquestas de salón del siglo XIX. Ese sonido de la flauta traversa de madera,más dulce, es el que acompañaría también las obras de París y Pagueras.
Cada parte, cada énfasis litúrgico requiere un cambio de aire, de compás y hasta de tonalidad y todo ello ha de ser controlado por un director que conoce la relación retórica entre el texto y la estructura musical.
Para comprender el carácter de cada pieza ustedes deben seguir los textos en el libreto, que hemos reproducido fielmente según aparecen en los manuscritos originales, en los que predomina una escritura fonética y no ortográfica.
Encontrar las obras en fondos tan dispersos como La Habana y Santiago de Cuba, Puebla de los Ángeles, Oaxaca y el Distrito Federal y transcribirlas cuando faltan partes y hay que enmendar errores de copia ha sido un reto para Claudia y para mí. Trabajar con José Antonio Méndez y Leonor Suárez para vincular de manera históricamente informada los procesos de investigación e interpretación ha sido un magnífico trabajo de equipo. Ahora solo resta que disfruten la música, las obras que sonaron en tiempos del Obispo Espada y de Joaquín de Oses y Alzúa, la música que escucharon cubanos y mexicanos de hace más de 200 años, todo ello será el contenido de los discos que grabaremos para que otras generaciones aprendan a valorar una parte fundamental de nuestro patrimonio musical.

(Palabras leídas por la Dra. Miriam Escudero antes de comienzar el concierto)

Miriam Escudero
Gabinete de Patrimonio Musical


El doble concierto «Cayetano Pagueras y Juan París, músicos catedralicios de Cuba, siglos XVIII y XIX» fue protagonizado por la Camerata Vocale Sine Nomine que dirige Leonor Suárez (imagen inferior izquierda) y la Orquesta del Instituto Superior de Arte adjunta al Lyceum Mozartiano de La Habana que conduce José Antonio Méndez (imagen inferior derecha). Los conciertos se celebraron los jueves 20 y 27 de junio de 2013.

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