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 Los más recientes sueños de Santos Betancourt con la talla de la madera han quedado reflejados en la exposición «Mensaje de amor» en la galería de la Casa Carmen Montilla, cercana a la Plaza de San Francisco de Asís.
«He encontrado, a mi tercera edad, un trabajo diario a través del cual siempre podré decir y plasmar creencias, hechos o sucesos por los que pasa la humanidad», refiere este artista autodidacta nacido en 1929.

 Diestras en el oficio de convertir en esculturas los sueños, las manos de Santos Betancourt (La Habana, 1929), tornan flexibles las sólidas maderas que –tras haber sometido a las más caprichosas formas– dejan ver las imágenes atrapadas en su mente.
Convertidos, entonces, en verdaderas obras de arte, fragmentos de caoba, majagua, ácana, ocuje... recrean disímiles temas, a la vez que revelan un acertado dominio de la técnica y el deseo de reflejar las vicisitudes de estos tiempos.
«He encontrado, a mi tercera edad, un trabajo diario a través del cual siempre podré decir y plasmar creencias, hechos o sucesos por los que pasa la humanidad», afirma Santos, quien luego de su jubilación, en 1990, decide dar riendas sueltas a una vocación hasta entonces latente y se inicia en la talla en madera en forma autodidacta.
Mas no sólo posee este artista la gracia de modelar; él recurre también a la palabra escrita para transmitir los mensajes que, quizás, alguna musa le dicta al oído. De ahí que cada una de las piezas que talla esté acompañada por un conjunto de términos que –armónicamente conjugados– se convierten en un «aporte a la sociedad, que sirve de advertencia, fuerza, aliento y esperanza en el transitar por el mundo», explica.
Una muestra de esa simbiosis entre imágenes y palabras, pudo apreciarse en la exposición «Mensaje de amor», la más reciente de este escultor, exhibida en la galería de la Casa Estudio Carmen Montilla, en la Plaza de San Francisco.
En esa oportunidad, Santos obsequió su libro Testimonio Plástico, aún inédito, al Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal, quien al agradecer el gesto y elogiar el quehacer creativo de este artífice expresó: «su creación nace de lo más profundo de su alma, colmada de aquellas virtudes que distinguen lo mejor de la cubanía; una ética afincada en las esencias de su hombría de bien, y una religiosidad que asume el valor etimológico del término; quiero decir, religar, unir... y me permito interpretarla como un hallar el camino».
 «Testimonio Plástico –comenta Santos– surge con la idea de expresar un grupo de creencias, hechos y conceptos basados en las inquietudes que vive actualmente la humanidad, y de poner en manos de todos aquellos que confían en el hombre y en lo más noble de su ser, un mensaje de esperanza y amor hacia la naturaleza, la sociedad, la mujer, los hijos y la familia; por un mundo de paz, igualdad y fraternidad entre las personas y por un futuro más humano».
Seducido por el encanto del arte, haciendo suyas algunas de las herramientas que éste ofrece a los elegidos para hacerlo tangible, Santos va trazando un sendero provechoso por el que desfilan las más de 40 figuras que componen su obra, y que han sido expuestas en numerosas muestras personales y colectivas, fuera y dentro de Cuba.
A pesar del camino recorrido, Santos no se detiene. Él no desea ser «la nota discordante en la sinfonía de la naturaleza». Es por ello que cada día se le ve adentrarse en la maleza en busca de las ramas que le servirán para plasmar las imágenes que habitan sus pensamientos, o lo que es lo mismo, sus más recientes sueños.
Karín Morejón Nellar
Opus Habana
Tomado de Opus Habana, Vol. VI, No. 3, 2002, Breviario.