Imprimir
Visto: 4413
 En la discreta y poco concurrida Sala Transitoria del Museo de la Ciudad, en la actualidad se exhibe la exposición «Del trazo a la sonrisa: la caricatura en la prensa», cuyo objetivo evidente es mostrar momentos en la evolución del humor gráfico y su trascendencia en las publicaciones no sólo cubanas sino incluso europeas durante el siglo XIX y primeras décadas de la recién concluida centuria.

 Colgadas en las paredes, hay ocho piezas del humor gráfico —de Cuba y Europa—, además de igual número de volúmenes de diferentes publicaciones de los siglos XIX y XX que se muestran en vitrinas.

 En la discreta y poco concurrida Sala Transitoria del Museo de la Ciudad, se exhibe en la actualidad la exposición  «Del trazo a la sonrisa: la caricatura en la prensa», cuyo objetivo evidente es revelar momentos en la evolución del humor gráfico y su trascendencia en las publicaciones periódicas no sólo cubanas sino incluso europeas durante el siglo XIX y primeras décadas de la recién concluida centuria.

 
 Reproducida por la revista Social en el número de mayo de 1927, con esta caricatura, según Alejo Carpentier «Massaguer bate un verdadero récord de caricatura personal en cuanto a calidad y cantidad. Su  Sobremesa (...) ofrece algunos aciertos definitorios. Roig de Leuchsenring, por ejemplo, casi incaricaturable, nace en ese cuadro para el universo regocijado de la caricatura; durante muchos años los dibujantes solo lo 'verán' de ese modo. Tallet, José Manuel Acosta, Otto Bluhme, la sonrisa amarilla del Dr. Antiga, Diego Bonilla, Fernando Ortiz, constituyen otros tantos éxitos de interpretación y  charge».

Por la importancia y vigencia de la caricatura como uno de los medios más extraordinarios para sintetizar hechos y personajes y para, incluso, editorializar en imágenes problemas nacionales e internacionales, es que resulta oportuna esta iniciativa de la Biblioteca Histórica Cubana y Americana Francisco González del Valle de la Oficina del Historiador de la Ciudad, que atesora el patrimonio documental exhibido.
La curadora Grisel Terrón Quintero, explica a Opus Habana que en este tipo de muestra no podía faltar el nombre de Conrado Walter Massaguer , fundador en 1916  de la revista Social, su principal ilustrador y caricaturista, muy vinculado con el primer Historiador de la Ciudad de La Habana, Emilio Roig de Leuchsenring, quien a partir de 1923 fue el director literario de dicho mensuario.
De ahí que en el centro mismo de la Sala está la obra, de gran formato,  Sobremesa sabática, que caricaturiza  a figuras asistentes —y no— a un memorable almuerzo del Grupo Minorista que, integrado por creadores de las ciencias sociales, artistas, literatos, músicos e intelectuales en general, proclamó el 6 de mayo de 1927 el Manifiesto homónimo suscrito, además de por Roig y el propio Massaguer, por Rubén Martínez Villena, Alejo Carpentier, Eduardo Abela, Enrique Serpa, José Zacarías Tallet, Jorge Mañach y Juan Marinello, entre otras 31 firmas.

   
«El Loquito», célebre personaje del caricaturista cubano René de la Nuez .

 «El Bobo» de Eduardo Abela se erigió como vocero del pueblo cubano.

 

Debajo del sorprendente cuadro, también en un lugar privilegiado, el visitante «Del trazo a la sonrisa… » puede apreciar cinco ejemplares de Social que se exhiben dentro de una vitrina junto a una caricatura sobre madera que, perteneciente a Roig, hizo Massaguer al patriota independentista cubano Manuel Sanguily. «Esta pieza es una colaboración del Departamento de Museología del Museo de la Ciudad, y constituye una gran curiosidad que le da mucha vida a la muestra, pues no es usual», puntualiza la especialista.
Según Grisel Turrón Quintero, la idea de esta exposición nació durante la más reciente edición del programa Rutas y Andares —que cada verano organiza la Oficina del Historiador— la cual incluyó el «Andar con el bibliotecario» bajo el tema la caricatura en la prensa, sobre todo cubana, que tuvo el propósito de difundir el patrimonio documental que atesora esta Biblioteca para un poco revertir la imagen sacralizada que se tiene sobre estas instituciones, al mostrar algo como el mensaje que trasmite la caricatura.

   
 Obra alemana que data del siglo XVIII y simboliza la sensualidad de las jóvenes de la época.
 Caricatura ausburguesa que trata sobre las mujeres ya entrada en años que buscan a ultranza la belleza perdida.

«Es decir, siempre se habla de los grabados, de los dibujos que hay en los libros, en la prensa, pero pocas veces sobre la caricatura,  particularmente cuando se asocia a una biblioteca histórica. Justamente esa era la intención. Aquel Andar tuvo un éxito tremendo; asistieron muchas personas y, por supuesto, reveló una veta del patrimonio documental que generalmente no se explota mucho: el humor gráfico».
Añade que «Del trazo a la sonrisa…» no tiene una intención cronológica ni geográfica. «Hemos querido presentar lo más impactante de nuestro patrimonio en el reducido espacio de la Sala Transitoria. La caricatura de por sí recoge la inmediatez y, por eso, nos resultó más interesante mostrarlas en publicaciones periódicas y no, en libros que también atesoramos».

   
 Considerada la primera caricatura cubana de la que se tenga noticias, fue distribuida en el antiguo teatro Tacón y cayó en las manos del patriota y novelista Cirilo Villaverde.
 Caricatura de orígen francés que vuelve sobre el tema de las mujeres de edad avanzada que pretenden rejuvenecer con afeites exagerados.

Hay otras representativas piezas dispuestas en las paredes como la hasta ahora considerada primera caricatura cubana que, distribuida a modo de pasquín en el Teatro Tacón, fue encontrada por Cirilo Villaverde, notable escritor cubano del siglo XIX.  También están aquellas que se convirtieron en personajes populares en la prensa de Cuba: Liborio, de Ricardo de la Torriente; El Bobo, de Eduardo Abela y El Loquito, de René de la Nuez, todas de la primera mitad del siglo XX.
Para no romper el encanto del tiempo ni la pátina esa que se siente cuando se llega a la exposición, preferimos mostrar tres caricaturas de mujeres europeas (francesa, ausburguesa y alemana) de los siglos XVIII y XIX para revelar cómo la caricatura construye una nueva imagen a la vez que distorsiona, señalizando, exagerando detalles, haciendo más fuertes algunos rasgos», concluye Grisel Terrón Quintero.



Redacción Opus Habana