Como un viaje por dos décadas de creación dentro del arte cubano contemporáneo, la galería ubicada en el segundo piso del Claustro Norte de San Francisco de Asís, abre sus puertas hoy 30 de abril a la obra del artista Jesús Lara Sotelo. Momentos de la ceremonia inaugural en la Basílica Menor de la exposición «Make Bacon» —integrada por 45 piezas de estilos y soportes diferentes—, serán el concierto de la pianista Liana Fernández y las presentaciones del libro de aforismos Mitología del extremo y de la multimedia Ascensión al Himalaya interior.
«Pinturas escultóricas» o «esculturas pintadas», da igual, lo cierto es que representan un punto y aparte en su obra, al parecer una nueva etapa de una valía mucho mayor que las precedentes.
 
«En verdad ya no lloro tanto, pero cuando lo hago, invariablemente es para no vengarme.»

El anterior es uno de los tantos aforismos que desvelan constantemente al creador cubano Jesús Lara Sotelo, quien, además de un excelente artista plástico, es un poeta de los más genuinos. Si se estudia con detenimiento la frase, se descubre una sensibilidad que ha padecido avatares y trances existenciales disímiles, de los más necios, de esos que procuran lágrimas y enturbian el espíritu. Se intuye una psiquis en la que habita cierta impotencia, pero que al cabo ha logrado trascender esos demonios que nos envilecen. La cláusula comporta un antes y un después, una transición, trasparentada en el «En verdad ya no (…) tanto». Transición decisiva, medular para el crecimiento emocional y afectivo del ser humano.

   
 Vista general de la obra Haiti es otro Guernica, (2010) Óleo/ tela/ mixta/ escultura blanda, (230 x 950 cm, Variables) con la que el autor dialoga con una profunda carga metafórica.

Los que conocemos la vida de Lara, su pasado y su presente, hallamos en dicho aforismo una confesión de una sinceridad sin límites, de esas que tanto escasean en medio de las dobleces y falsedades de nuestros días. Aquellos que hemos tenido el privilegio de acceder al conocimiento de sus angustias pretéritas, sentimos en dichas palabras un alumbramiento, una suerte de anagnórisis que remite a un punto de giro esencial dentro de su trayectoria vitalicia. Sí, sufrió mucho. Lara, soportó una desidia atroz. Tanto que quizás nadie más que él pueda tener una dimensión real de tales conflictos. Él y sus obras, claro. Sus pinturas, dibujos, esculturas e instalaciones ostentan marcas autobiográficas que, aunque no exactamente explícitas, exhalan una honestidad muy marcada.

   
 Cubierta de la multimedia intercativa monográfica Ascensión al Himalaya interior.
 Qué alguien detenga esta barbarie, (2010), Mixta, escultura blanda, (250 x 140 cm)   Qué derecho tengo yo a llorar lágrimas cuando otros lloran sangre, (2010), mixta/ tela, (200 x 168 cm)

Se trata de trabajos que hablan de una violencia estilística y conceptual sumamente sugestiva. Piezas dolorosas en sus mensajes, desgarradoras. Una prueba fehaciente de ello es la más reciente serie que ocupa al creador, en la que se vale de sus propias sábanas, toallas, almohadas, uniformes de reclusos, de enfermos, telas diversas y otros muchos objetos y materiales de la realidad cotidiana que son introducidos a modo de collages en el campo visual, y que evocan experiencias existenciales complejas, tensas. Vendrían a ser como un despojo, una especie de exorcismo que realiza Lara de todo aquello que le recuerda sinsabores pretéritos.

   
 Bultos humanos, (2009) Mixta/ Poliespuma, (62 x 8, 5 x 89, 5 x 62 cm)  ¿Estertores del colapso o fin del fin?, (2009) Mixta/Lienzo, (120 x 80 cm) Formation, (2009) Mixta /madera, (variables)

Asimismo, el «caos» inducido por las pronunciadas texturas, y la sensación de desequilibrio e inestabilidad que se deriva del esquema compositivo, metaforizan muy bien las problemáticas referidas en el orden temático. «Pinturas escultóricas» o «esculturas pintadas», da igual, lo cierto es que representan un punto y aparte en su obra, al parecer una nueva etapa de una valía mucho mayor que las precedentes. Lo cual es un motivo más que suficiente para celebrar los 20 años de carrera profesional de este sagaz artífice del arte del patio.

Píter Ortega Núñez
Curador, editor y crítico de arte

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