Hasta el viernes 6 de junio estará a disposición del público la exposición «Arrocha en la escena», en la galería de la planta baja del Palacio de Lombillo, dedicada al diseñador cubano Eduardo Arrocha, a propósito de haber sido distinguido con el Premio Nacional de Diseño 2013. La exhibición cuenta con una muestra de su quehacer, que incluye maquetas de escenografías y bocetos de diseño de vestuario en producciones tanto escénicas como cinematográficas, como el caso de Escándalo en la Trapa —Grupo Rita Montaner—, El brigadista —ICAIC, 1976— y Giselle —Ballet Nacional de Cuba—, que le hizo merecedor del Premio Grand Prix Ville de París en 1966, por el montaje de la obra.

«La obra de Arrocha nos revela y resume la perspicacia de los cubanos para crearse, de forma innovadora, el entorno material necesario para la subsistencia».

 

La Oficina Nacional de Diseño con la exposición «Arrocha en la escena» se honra en mostrar el genio de un profesional que podemos calificar con la misma auténtica acepción con que lo hace en su libro Ismael Sarmiento Ramírez, "El ingenio del mambí". La obra de Arrocha, como el libro de Sarmiento, nos revela y resume la perspicacia de los cubanos para crearse, de forma innovadora, el entorno material necesario para la subsistencia. Arrocha es la viva expresión del "mambí" que constituye un genuino ejemplo y orgullo de cubano versátil, siempre dispuesto a poner en alto los logros de nuestra cultura.
Exquisitos ejemplos podemos encontrar donde se manifiesta su filosofía de proyección integradora al concebir hasta el más imperceptible detalle en total sinergia con luces, movimientos, vestuario y escenografía. Es sorprendente el haber obtenido en los años 60 el Gran Prix en París por la interpretación vesti- mentaria de Gisselle con las "excelsas perlas" nacidas de semillas de mate y santa juana pintadas con esmalte de uñas y los fastuosos brillos que relucían en la escena tras decolorar placas radiográficas desechadas. Actos innova¬dores como este provocaron exclamaciones de sorpresa y cuestionamientos acerca de cómo se asumían estos proyectos con las limitaciones por las que atravesaba el país. Ante tal interrogante nuestro homenajeado respondía: "el costo es nada más que la paciencia y esmero para hacer inventos".
Máxima expresión del auténtico diseñador que se circunscribe a su contexto económico y social lo apreciamos en el Premio del Festival de Teatro de Camagüey con la obra Escándalo en la Trapa, donde los actores reafirman su expresión dramatúrgica sacada de lo más revelador de cartones provenientes del embalaje de refrigeradores y televisores que por esos tiempos se entrega¬ban como parte de la revolución energética. El despliegue de efectos de texturas, volúmenes, borlas y encajes traducidos a los contrastes y superficies de los pliegos de cartón, nos vuelven a mostrar al creador insaciable que en cada proyecto se reformula y crece para bien de las nuevas generaciones de profesionales de la escena y el disfrute del público.
"Arrocha en la escena" se propone distinguir el valor de un diseño con visión integradora y rigurosa para dar la respuesta oportuna en las circunstancias diversas que se presentan. Es el homenaje a la perseverancia y la noble entrega para suscitar la satisfacción de los espectadores, es la reafirmación del diseño como factor esencial de intercambio cultural, social y económico.


MsC. Carmen Gómez Pozo
Vice Jefa de la Oficina Nacional de Diseño


Eduardo Arrocha: un imprescindible


Eduardo Arrocha ha sido distinguido con el Premio Nacional de Diseño. El privilegio de estar cerca de su obra y de su trabajo titánico en el universo del Diseño Escénico, y la entrañable relación que me une al ser humano Eduardo, me habían permitido anticipar desde mi corazón ese aconte-cimiento. Una multitud de amigos, colegas y compañeros de trabajo han compartido la misma alegría.
Eduardo, en su Guanabacoa natal, comenzó sus estudios de artes plásticas. Después, estudió por cinco años en San Alejandro. Más tarde, un discernimiento que lo libró para siempre de la mediocridad, decidió que le faltaba algo para ser un pintor al nivel de sus propias expectativas. Entonces se dedicó por un tiempo a diseñar publicidad. Como parte de su historia sentimental, en breve comenzó a realizar sus primeros trabajos de diseño para la escena.
En una exposición de sus bocetos tuvo la suerte de que Andrés García, destacado dibujante y diseñador de la época, apreciara sus dotes como diseñador e introdujera en su proyecto de vida la profesión que sería, definitivamente, su derrotero. Para el diseño escénico tuvo profesores como el cubano Rubén Vigón y los checos Vichodil y Gabor. Portocarrero fue su maestro y consejero.
Para servir con eficacia a la representación tuvo que trascender la visión bidimensional que había adquirido con la pintura, para llegar a dominar el espacio con todas sus tensiones, las visuales del escenario, la perspectiva desde el lunetario; encontrar el funcionalismo indispensable en los objetos de la escena, identificar los estilos e integrarse a los planteamientos estéticos del director y hacer visibles sus presupuestos.
Por ese camino entendió que diseñar para la escena no es aumentar una obra pictórica concebida para dos dimensiones hasta sesenta veces su tamaño, porque las especificidades de la escena y del espacio de representación, y su relación con los que van a verla, constituyen una disciplina diferente, que hace parte del conjunto de lenguajes sígnicos o extraverbales que conforman la visualidad en la representación escénica y apoyan sus intenciones.
Arrocha ha abordado las tres vertientes del diseño escénico, porque ha diseñado el vestuario, la escenografía y las luces. Tratar de enumerar los títulos, los directores y las compañías en Cuba y el mundo para los que Arrocha ha trabajado es tarea aparte. Todos los resúmenes se vuelven incompletos a la hora de ilustrar la vastedad de su presencia en la cultura de la nación.
Entre las agrupaciones cubanas con las que trabajó, en apretada síntesis, pudieran mencionarse el Ballet Nacional de Cuba, el Teatro Universitario, la Ópera Nacional, La Rueda, Rita Montaner, Teatro Musical de La Habana, Teatro Estudio, Teatro Lírico Nacional, Teatro Político Bertolt Brecht, Trotamundos, El Círculo, Ocuje, Buendia Teatro de Repertorio Español de Nueva York, El Círculo, Hubert de Blanck, o Buscón. En cuanto a la compañía denominada hoy Danza Contemporánea de Cuba, que primero fuera el Departamento de Danza del Teatro Nacional, luego el Conjunto Nacional de Danza Moderna y Danza Nacional de Cuba hasta alcanzar su nombre actual, merece mención aparte, toda vez que desde los años sesenta y hasta hace muy poco, fue Arrocha su diseñador exclusivo, además de su Director Técnico, como había mencionado.
La participativa trayectoria de Eduardo Arrocha, su compromiso con la vida y la carrera de muchos de sus colegas por más de medio siglo; su integración al quehacer escénico como protagonista de todas sus etapas y vaivenes, se complementa con una obsesión de atesorar objetos que testimonien y documenten cada año, cada minuto de su vida en ese contexto. El archivo de Arrocha es, probablemente, el lugar más idóneo para encontrarse con el devenir del arte escénico cubano y un poquito más.
A sus más de setenta años de existencia y más de cincuenta de trabajo incansable construyendo la visualidad de la escena de su tiempo, Eduardo Arrocha ha merecido ya el Premio Nacional de Teatro en el 2007. Con mucha justicia, es el diseño la disciplina que en estos días lo coloca en la primera línea de sus artífices. Y es justo porque, a Eduardo Arrocha, su obra como diseñador lo ha colocado en la rara condición de imprescindible.


Cristina González Béquer

Imagen Superior: Escándalo en la Trapa, Grupo Rita Montaner. Imagen Izquierda: Giselle, Ballet Nacional de Cuba. Imagen Derecha: Virgen Dolorosa, de El Poeta, Danza Nacional de Cuba y Caballito de Mar de Dédalo, Danza Contemporánea de Cuba.

 

Escribir un comentario


Código de seguridad
Refescar