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 «La Habana más allá del tiempo» es una muestra personal del artista español José Luis Jiménez Calvo (Molano), quien ha elegido la técnica al pastel para presentar su Habana pictórica, esa que en sus obras se homologa de manera óptica con la fotografía, cuando en realidad se trata de pinturas... al pastel. Unas 30 piezas integran la exposición que, por estos días, continúa exhibiéndose en la galería Carmen Montilla.
Parece fotografía pero no lo es. Con el detallismo de un naturalista y la pasión del enamorado, Molano traslada a la pintura fachadas de la capital donde el trasiego de los años no impiden reconocer la inmemorial belleza.

Si la vista sólo pasara al vuelo por las paredes de la galería, nos engañaría. «Una exposición de fotografías de La Habana», pensaríamos. Y al acercarnos nos asaltaría la sorpresa: «¡Es pintura!». Tal es la fidelidad, la exquisitez del detalle, que nos hace reconocer fachadas de la ciudad que recorremos todos los días: Compostela y Teniente Rey, Prado y Genios, la Calzada de Jesús del Monte...
Y no precisamente las restauradas, que parecen sonreír tras los afeites, o aquellas elegidas para las postales turísticas. José Luis Jiménez Calvo (Molano), un andaluz enamorado de La Habana, ha querido plasmar «el hechizo de lo desvencijado», «la belleza que está más allá del tiempo»: el deslumbramiento de una mirada que sabe ir detrás de la apariencia de las cosas.
 Su método es sencillo: él, que viaja desde el 2000 a la capital cubana, en función de promotor y marchand de la Galería Espalter de Madrid –de la que es copropietario– y también como representante de la Fundación Guayasamín y colaborador del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, aprovecha sus estancias para fotografiar los edificios coloniales cubanos. Tras su retorno a España los reconstruirá sobre el lienzo o la cartulina con la técnica difícil del pastel, despojándolas de figuras humanas para acentuar el desamparo de la vejez y modelándolas con el naturalismo de la instantánea y la pasión de su memoria.
Portones, columnas, soportales, arcadas... heridas de muerte por el salitre del mar y el insidioso trabajo de los años, en una ciudad donde el vértigo de las transformaciones sociales recién sólo, en los últimos años, ha dado aliento para reparar en las cosas además de los hombres.
Ver «La Habana más allá del tiempo», en la galería Carmen Montilla del Centro Histórico, nos descubre también el alma singular del artista Molano, quien no recorre la ciudad, como otros de sus compatriotas, con la codicia del otrora conquistador que pugna hoy de nuevo con serlo; tampoco con la del apocalíptico que encuentra en los derrumbes materiales y el anticipo de otras caídas de muy distinto orden.
No hay calculo en su mirada: es la mirada del corazón, la del amor, la nostalgia, el arrobo, la esperanza... Es la visión que recoge una certeza inmemorial del arte: esa en la que Cronos puede pasar arrasando por encima de la materia, de las cosas, pero nunca salir vencedor sobre Afrodita, la belleza.