Cuando un artista siente en lo profundo de su ser las ansias de expresarse, cuando en medio de la oscuridad de la vida abre sus ojos para verse, escucharse y palparse; en una palabra, para reconocerse a sí mismo, he ahí en ese preciso instante que comienza a dar vida a su imaginación.
Carlos Planas imprime al polvo, al agua, al fuego, a la piedra o al sonido, los trazos que perpetúan sus sentimientos: eso que se ha dado en llamar la creación artística.

 El agua y el barro forman una unidad que, en las manos y en la imaginación
—sobre todo en la imaginación— de Carlos Planas (Camagüey, 1952), posibilita una obra en la cual lo bello se hace palpable, evidente en la exposición más reciente de este artista: «Del barro a las aguas», expuesta del 16 al 31 de mayo en el Museo de Arte Colonial.
Planas nos entrega una técnica de rara perfección. Sus obras constituyen un complejo artificio de habilidades que se resisten a ubicaciones formales de la academia, pues se permiten incursiones inusitadas dentro de la cerámica actual para situarse en un fino expresionismo.
 Las composiciones de este artista nos involucran acertadamente en el mundo de los sueños, conduciéndonos por un laberinto de reflexiones, capaces de motivar tensiones y emociones placenteras para disfrutar del éxtasis estético en toda su pureza.
Ejemplos de ello son los llamados «cristos de Planas», una suerte de intento de resurrección personal; las manos —largas, huesudas, fuertes como garras—; los porrones, que parecen salvados de la turbulencia de los siglos, y el busto de la patriota Manuela Sáenz, realizado expresamente para la sala que lleva su nombre en la Casa Simón Bolívar (Oficina del Historiador).
Una obra de arte se asemeja a un espejo cóncavo donde los objetos reflejados se nos devuelven de una manera que no se corresponde con la realidad, porque las creaciones de los artistas hay que mirarlas mucho más allá de la simple percepción óptica. La verdadera naturaleza no es la que vemos, sino la que admiramos, para que la emoción nos revele las verdades ocultas bajo las apariencias.
Observando una obra cualquiera de Planas, vemos en ella complejos ángulos de disímiles perspectivas, y si, al cabo de unas horas, miramos otra vez la misma obra, entonces podemos ver cómo el trabajo oculta a la simple mirada otro mensaje. Como el iceberg, que bajo el agua oculta su mayor masa, así son las obras de este artista.  Su ideal estético es conferir belleza a todo lo que se mueve, a todo lo que el hombre pone en armonía con la naturaleza. No importa que sea un animal que, a fuerza de adjetivarlo, sea repulsivo, como las ranas. Lo importante es caracterizarlo por la perfección de su forma, como otra cualquier cualidad dentro del amplio dominio de lo hermoso.
No son simples figuras elaboradas para sensibilizar sólo el sentido de lo bello, sino que van más allá: irónicos desmanes de su imaginación, pesadillas, alucinaciones oníricas... que se molifican en su sueño para dar unidad a la creación.
Incluso el diablo, ese señor imaginado y punzante, tiene reservado su reino misterioso y audaz, donde a ratos asoma su cola o su cuerno, recordándonos su presencia, pero esta vez como espectador omnipresente en el agua, el fuego y el barro, que las manos de Planas han logrado domar para el placer de nuestro sentidos.

Comentarios   

Mabel
0 #3 Mabel 23-12-2013 18:21
Carlos Planas, querido amigo, como me gustaria poder entrar en contacto contigo, guardo tus regalos con mucho cariño, tengo siempre presente esa casa maravillosa en la q tu vives, te dejo mi correo puede ser q Opus Habana te lo haga llegar, de Búzios Brasil con todo mi cariño y un deseo enorme de un nuevo año lleno de infinitas felicidades !!!Mabel chemaby@gmail.com
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ana
+1 #2 ana 28-03-2013 07:41
Carlos Plana, un hombre inolvidable, un artista conmovedor, alguien a quien quisiera volver a ver, tu nombre es para mi el nombre de Cuba, los amo a ambos con el alma
ojala me recuerdes
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Santiago
0 #1 Santiago 01-09-2009 07:13
Me ha llenado de emoción leer sobre la descripción de la obra de Carlos Planas. Le conocí en Pinar del Río, y no pocas veces estuve de jodedera con él en su local de la calle Cuarteles en La Habana. Me encantaría hacerle llegar un fuerte abrazo y poder saber de él. Si fuese posible agradecería que leyese estas líneas y me pudiese responder. Por cierto, aún conservo en mi casa, acá en España, en lugar preeminente, un regalo que me hizo; una ranita pintada sobre un paquete de tabaco 'Fortuna'. Imposible olvidar a Carlos.
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