{mosimage}La tarde de este viernes se inauguró en la galería del Palacio de Lombillo la exposición «Restauración de identidades», del artista Leo D' Lázaro.
Como un todo instalativo se nos presenta esta exposición, que tuvo como base la siguiente interrogante: ¿puede anticiparse una respuesta artística de identidad una acción comunicativa que nos identifique con el habanero de los siglos venideros?

Con la misma vocación con que la arqueología decodifica los vestigios del pasado en los antrosoles del Centro Histórico, a Leo D'Lázaro {mosimage}le interesan las señales de identidad que podrían distinguir a los actuales habitantes de la Habana Vieja desde la distancia de un hipotético futuro.
Sólo que, en su caso, se trata de las evidencias dispersas en el flujo de nuestra cotidianidad más acuciante, en la fugacidad de ese instante que es ahora mismo pero que ya se fue; ese instante que sólo puede quedar atrapado en los objetos más simples: desde una teja caída hasta un fragmento de capitel; desde una lata de refrescos vacía hasta un electrodoméstico desecho.
En la calle O'Reilly tiene el artista su taller personal: abierto al gentío que diariamente se traslada por esa vieja arteria citadina. Así, observando ese ir y venir, se fue gestando esta exposición a partir de la siguiente interrogante: ¿puede anticiparse una respuesta artística de identidad, una acción comunicativa que nos identifique con el habanero de los siglos venideros?
Lejos de pretender una respuesta, D'Lázaro mantuvo en suspenso dicha pregunta para ingeniarse esta muestra que, con el título de «Restauración de identidades», reflexiona alegóricamente sobre el destino de la ciudad y su gente.
Sensible a las labores de restauración del patrimonio edificado, el artista se preocupa por el incidir de éstas sobre el habanero de a pie, pues su intención es llamarnos la atención sobre la restauración de voluntades, de anhelos, de experiencias, de hallazgos... Sobre la ilusión de que en alguna forma seremos recordados en nuestro vínculo con esta ciudad que amamos. {mosimage}De ahí la hermosa alegoría a manera de figura antropomórfica que, extendiendo sus brazos, contiene el mapa de la urbe como parte de su anatomía.
Ella incita al espectador a tener en cuenta que, si bien la Habana Vieja es nuestro hábitat, de alguna manera la ciudad también pervive gracias a sus habitantes, a la memoria significada en los objetos que nos sobrevivirán por siempre.


(Palabras al catálogo de la muestra «Restauración de identidades», del artista Leo D'Lázaro)

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