Un variado programa conformó la gala de apertura del llamado Coliseo de las cien puertas, rehabilitado luego de un esfuerzo conjunto de trabajadores de la Oficina del Historiador de la Ciudad y otras instituciones que se sumaron al empeño. Ahora, con su nueva puesta en funcionamiento, se restituye a La Habana y a la nación toda uno de sus más entrañables símbolos, patrimonio del teatro, del vernáculo, del género lírico y, sobre todo, de la cubanía.

Los reconocidos actores Aurora Basnuevo y Mario Limonta fueron los encargados de descorrer el telón con una estampa costumbrista de la autoría de Alberto Luberta. Un popurrí con números musicales de La bella del Alhambra, así como una versión de otro clásico: Mesié Julián, fueron momentos estelares del espectáculo para la ocasión, que contempló además fragmentos de piezas antológicas como son las zarzuelas Cecilia Valdés, María la O, Amalia Batista y las operetas La viuda alegre y Lola Cruz, muchas de las cuales tuvieron su estreno en el Martí.
Jóvenes intérpretes del canto lírico tuvieron a su cargo los roles principales de estas obras, demostrando la vitalidad de este género musical tan en boga durante la primera mitad del siglo pasado. Por ello, y apoyado en imágenes de grandes estrellas que le precedieron en estos repertorios, llegó el justo tributo a Gonzalo Roig, Ernesto Lecuona y Rodrigo Prats, Rita Montaner, Alberto Garrido, Candita Quintana, Alicia Rico, Carlos Pous, Esperanza Iris, Esther Borja, Bola de Nieve, Rosita Fornés..., entre tantos que engrandecieron la escena de su tiempo y de todos los tiempos.
En la gala cultural, dedicada especialmente a la memoria de Eduardo Robreño y Enrique Núñez Rodríguez, dos fieles defensores de que el teatro fuese recuperado, participaron los coros Nacional de Cuba, Vocal Leo y el del ICRT, el Conjunto Folclórico Nacional y los ballets de Lizt Alfonso y el del Anfiteatro del Centro Histórico, cuyo director, Alfonso Menéndez, fungió como director general. La dirección musical recayó en Miguel Patterson.
El Teatro Martí es considerada una obra patrimonial con grado de protección número uno, tanto por sus valores intrínsecos como por la historia que ha acumulado a lo largo de casi 130 años, desde su apertura en 1884, como Teatro Irijoa, que era el apellido de su propietario. No fue hasta 1899 en que lo rebautizaron con el nombre que ha llegado hasta nuestros días, en honor al Apóstol de nuestra independencia, el «hombre que supo unir, inspirar, movilizar, apuntalar la fe de todos aquellos que creyeron en la posibilidad soñada y diseñada por él», y para quien «nunca será suficiente el tributo de aquellas, de estas y de las venideras generaciones», al decir del Historiador de la Ciudad Eusebio Leal Spengler en sus palabras al término de la función.
Hay que decir que un momento significativo en su devenir lo constituyó el que, hace 115 años, justamente el 24 de febrero, se estrenara allí la zarzuela El Grito de Baire, para conmemorar el cuarto aniversario del inicio de la guerra de liberación, y que contó con la presencia del general Máximo Gómez y otros altos oficiales del Ejército Libertador.
Por otra parte, durante el periodo de ocupación norteamericana, antes del establecimiento de la República en 1902, el Martí acogió las sesiones de la Asamblea Constituyente —desde noviembre de 1900 hasta inicios de 1901—, de la que emergió la carta magna y donde entre los más acalorados debates estuvo la imposición de la Enmienda Platt, el apéndice que sesgó la soberanía de la patria, contra el que alzaron sus voces los patriotas Salvador Cisneros Betancourt y Juan Gualberto Gómez, como recordara Leal Spengler.
El también llamado Coliseo de las cien puertas ha sido rehabilitado luego de un esfuerzo conjunto de trabajadores de la Oficina del Historiador de la Ciudad y otras instituciones que se sumaron al empeño. Ahora, con su nueva puesta en funcionamiento, tras casi cuatro décadas de inactividad, se restituye a La Habana y a la nación toda uno de sus más entrañables símbolos, patrimonio del teatro, del vernáculo, del género lírico y, sobre todo, de la cubanía.

Redacción Opus Habana

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Arriba, los actores Aurora Basnuevo y Mario Limonta en la estampa costumbrista que dio inicio a la gala cultural. Debajo, a la izquierda, Milagros de los Ángeles Soto, en la «Romanza» de la zarzuela María la O. A la derecha, un popurrí de La bella del Alhambra, protagonizado por Maylú Hernández (en primer plano), Laritza Pulido y Xenia Gálvez. La imagen inferior corresponde al término de la función, cuando todo el elenco subió al escenario.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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