Durante todo el mes de junio estará a disposición del público la muestra «Evocaciones», del escultor Eugenio Arley Yázquez en la Galería Carmen Montilla. Una cama, una hornilla, una máquina de coser debajo de un viejo retrato… son de los elementos domésticos —creados todos por el artista— que conforman esta exposición, en la que «el objeto esculpido no es un guiño oportunista al manido asunto de la precariedad material que nos lastima», como señalara la Dra. María de los Ángeles Pereira en sus palabras al catálogo.

 «Las obras en madera de Arley son un oasis que oxigena a la manifestación, al mostrar que la escultura que "se instala" puede ser mucho más que rancio readymade».

La evocación que nos mejora
Quietud, silencio y sugestión constituyen tres claves esenciales en la propuesta artística de Eugenio Arley Yázquez. Me refiero a la quietud de esos ambientes domésticos fragmentados, en los que pululan juntas las almas del presente y las de quienes ya no están; al afable silencio que generan esos objetos cotidianos, de repente enaltecidos por una manualidad prodigiosa, que los salva de su perecedera condición; y, al poder sugestivo de los registros fotográficos que puntualmente les acompañan, potenciando la capacidad exegética del espectador, sin coartar un ápice la infinitud de ideas y de rumbos que puede adoptar nuestra interpretación.
En un medio como el instalativo, tan dado al efectismo y a la improvisación, tan plagado de formas que se desgastan en la vacuidad de la pirueta pretendiendo producir precio antes que valor, las obras en madera de Arley son un oasis que oxigena a la manifestación, al mostrar que la escultura que "se instala" puede ser mucho más que rancio readymade. Aquí el objeto esculpido no es un guiño oportunista al manido asunto de la precariedad material que nos lastima. Por el contrario, el apego a lo viejo, a los enseres que trascienden una, otra y otra generación, es tácito reconocimiento de la significación simbólica de la materia en tanto portadora de esa memoria —individual, familiar, social— que nos dignifica como seres humanos; es justa ponderación de la espiritualidad como riqueza asida al día a día de la existencia.
El hechizo de estas obras no radica —solo— en la excelencia técnica que las caracteriza, sino en las resonancias que estas provocan. Sabedor de que la evocación es la más preciada posesión de nuestra especie, Arley nos invita a compartir una parte sentida e íntima de sus recuerdos propiciando, a la vez, que se activen en nosotros los recuerdos propios. Así, con las mesuradas dosis de quietud y de silencio que dimanan de sus manos virtuosas, el artista nos hace cómplices del sortilegio del arte y nos convierte, aunque sea por un rato, en mejores personas.


Dra. María de los Ángeles Pereira

 Imagen Superior: Retrato de familia (1.45x60x30 cm; madera/fotografía de impresión sobre papel; 2016). Imagen Inferior: A lo cubano (1.78x98x72 cm; madera/metal; 2014).

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