En la tarde de hoy, viernes 16 de diciembre, tuvo lugar una sesión solemne en homenaje al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en el Aula Magna del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana. Presidida por Eduardo Torres Cuevas, Pedro Pablo Rodríguez y Gustavo Placer Cervera, miembros de la junta directiva de la Academia de la Historia de Cuba, la velada contó con las palabras finales del Historiador de la Ciudad y académico de Número, Eusebio Leal Spengler.

«Fidel es un hombre de gran importancia para la historia del mundo contemporáneo y de Cuba, un hombre de todos y para todos los tiempos, sobre todo un ser humano de una gran estatura, de una gran capacidad de pensar, reflexionar y actuar», expresó el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler, durante la sesión solemne convocada por la Academia de la Historia de Cuba.

En la tarde de hoy, viernes 16 de diciembre, tuvo lugar una sesión solemne en homenaje al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en el Aula Magna del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana. Presidida por Eduardo Torres Cuevas, Pedro Pablo Rodríguez y Gustavo Placer Cervera, miembros de la junta directiva de la Academia de la Historia de Cuba, la velada contó con las alocuciones de: Torres Cuevas, presidente de la Academia; Roberto Pérez Rivero, presidente de la Unión de Historiadores de Cuba; Yoel Cordoví Núñez, vocal de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe; Ivette García, directora de la sección de literatura histórico-social de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba; René González Barrios, presidente del Instituto de Historia de Cuba; Eugenio Suárez Pérez, director de la Oficina de asuntos históricos del Consejo de Estado, y Ana Sánchez, directora del Centro de Estudios Martianos.
Las palabras finales estuvieron a cargo de Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad y académico de Número, quien expresó: «Nos reúne honrar la figura de Fidel, prescindiendo de adjetivos, yendo a la sustancia de la cuestión», acto seguido lo calificó como «un hombre de gran importancia para la historia del mundo contemporáneo y de Cuba, un hombre de todos y para todos los tiempos, sobre todo un ser humano de una gran estatura y de una gran capacidad de pensar, reflexionar y actuar».
En otro momento de su intervención afirmó que no es posible entender a Fidel sin volver a los años en los que estudió en los colegios de La Salle y de Dolores en el Oriente, y el de Belén en La Habana. El Colegio de Belén le entregó la disciplina ignacial, y allí, oyendo a sus profesores y maestros, aprendió la elocuencia metodológica y el arte de la oratoria. Ese espíritu lo llevó hasta el final de su vida.
«La segunda fuente —expresó— será la Universidad de La Habana. Allí le escuché decir un día memorable: “en esta Universidad me hice revolucionario”. Al mismo tiempo que estudia con asombrosa memoria las carreras, asiste al debate político que ahí se vive. Triunfa en el ámbito universitario, se acerca a los líderes principales de la FEU y bebe en la fuente de los años difíciles en que se forjó la Junta. Cree profundamente en el liderazgo histórico incaducable de Mella, entiende a los hombres que lo apoyaron y lo acompañaron, como el profesor General Eusebio Hernández, entiende el sentido histórico de la Universidad como nadie, obra magnífica en que ha de formarse el pensamiento más vanguardista. Por eso ya en los años del poder revolucionario acudirá allí a discutir las leyes sin convocatoria previa, en el patio de los laureles o en la Plaza Cadenas, luego Ignacio Agramonte. Allí explica a los jóvenes algo más que historia, explica un sentido de la vida».
Como hombre de ciencia que también fue, Leal Spengler comenta que a Fidel le aterraba que la historia se conviertiera en un arte de laboratorio. «Él plantea la necesidad de una renovación de los estudios históricos y de una visión cubana. Se apasiona con las biografías de Antonio Maceo, habla con devoción de las obras de José Luciano Franco y de todos los investigadores consagrados». En este sentido recordó que fue Fidel el creador de los institutos de investigación que el país no tenía, «promulgó la Universidad y las luces, y si cuando vino al mundo no existía más que una, que fue su Alma Mater, vio con satisfacción como surgía la Universidad de Oriente, la de las Villas, y soñó con multiplicarlas de Oriente a Occidente, y así lo hizo. Trató de crear no alumnos, sino discípulos, se agotaba en demasía, regalaba su tiempo en horas de conversación tratando de crear vanguardias no solo en Cuba sino en otras partes del mundo. Es de los pocos revolucionarios que pudieron ver desde el poder la obra de su revolución en sus aciertos y sus desvaríos, creyó en la necesidad de tomar estos últimos como experiencias para que no fueran repetidos jamás».
Sobre el increíble ser humano que fue Fidel, el Historiador de la Ciudad destacó de manera particular que «era sensible ante el dolor ajeno, compasivo con los pobres, amigo de los ancianos, todo eso y más fue. Por eso, los que hemos vivido 60 años de nuestra vida con esa omnipresencia social, comenzamos a sentir ahora una profunda ausencia y un vacío. Más ha tenido continuadores». Por eso, antes de concluir sentenció: «Fidel estará porque ocupa un lugar importante en esa historia. Sus ideas y su nombre prevalecerán. Las generaciones futuras peregrinarán a aquella piedra monumental en la cual hay un solo nombre escrito, sin más apología ni epitafio: Fidel; fiel. Su nombre queda en nuestro corazón y es nuestro tesoro».   

Redacción Opus Habana

 Imagen superior, de izquierda a derecha, Pedro Pablo Rodríguez, Eduardo Torres Cuevas y Gustavo placer Cervera, miembros de la junta directiva de la Academia de la Historia de Cuba, quienes presidieron la sesión solemne al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Sobre estas líneas: el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler, tuvo a su cargo las palabras de cierre. (Fotos: Misael Vázquez). 

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