Una conferencia del periodista y escritor francés Jacques Béal sobre el ingeniero galo Jules Sagebien inanuguró este 15 de junio la exposición «Revolución Industrial: de Jules Sagebien a la actualidad» con que la Casa Víctor Hugo y la Asociación Cuba Cooperación Francia conmemoran la impronta de ese país europeo en el desarrollo del ferrocarril cubano. La disertación profundizó en los aportes de Sagebien no sólo en la construcción de vías férreas, sino en la restauración y diseño de plazas, acueductos y edificios en Matanzas, Santiago de Cuba y La Habana, como el Teatro Tacón, la Iglesia de Guanabacoa y el Observatorio Meteorológico de Casablanca.
Jules Sagebien, un ingeniero francés en Cuba
 
 
 
Es en el castillo de Gourlay, en el pueblo de Boufflers-en-Ponthieu en Picardía, que nace Jules Sagebien, el 17 de agosto de 1796. Su familia, originaria de Luxemburgo, llegó al norte de Francia en el siglo XVII. Tres generaciones van a sucederse, pero la situación financiera va a reducirse año tras año.
El padre de Jules Sagebien comenzaba sus estudios superiores en París, cuando la Revolución estalla. En 1794 parte con su esposa a instalarse en Boufflers y vive en la morada que ha sido comprada por la familia de su madre en 1707 al mariscal duque de Boufflers. Las hectáreas que rodean esta bonita propiedad, le permiten una cierta buena posición.
Uno de los tíos paternos de Jules Sagebien, se hace cargo financieramente de él y lo envía a París a trabajar con un maestro-carpintero que tomaba aprendices. Al cabo de algunos años de formación, la armadura, la carpintería, la ebanistería, el dorado sobre madera no tienen secretos para él.
En 1818, no pudiendo encontrar trabajo en Picardía, Jules Sabegien decide expatriarse. Logrando obtener una carta de recomendación de un artesano francés instalado en San Petersburgo se marcha a pie para Amberes donde debe tomar un barco, pero llega demasiado tarde. Como casi no le queda dinero se embarca en el primer velero que sale y llega a Nueva York después de tres meses de navegación en un mar bastante desencadenado.
 
 
En Nueva York encuentra a un arquitecto francés que lo contrata para una de sus obras en Matanzas (Cuba). Esta ciudad, gracias a su puerto y a sus plantaciones azucareras, está en pleno desarrollo. La primera obra de Jules Sagebien es la construcción del edificio de la aduana. Con sólo 24 años sustituye al arquitecto a quien el gobernador de la ciudad había despedido tras una grave falta que provocó el hundimiento de una parte del edificio. Esta construcción señala el principio de la carrera de Jules Sagebien en Cuba. Va a convertirse progresivamente en el arquitecto designado de la ciudad de Matanzas donde vivirá hasta 1847, año de su instalación en La Habana.
En Matanzas, Jules Sagebien va a reacondicionar la Plaza de Armas, reparar puentes, construir nuevos edificios como el cuartel Santa Cristina en 1827, el hospital de la Caridad en 1835, la prisión en 1839. Los planos del hospital revelan una arquitectura muy esmerada, de estilo neoclásico. Rehace una de las torres de la catedral, prepara un programa para la aducción de agua.
En 1823, Jules Sagebien se casa con una joven española de 16 años, Demetria Delgado, cuya familia originaria de Canarias estaba instalada en Matanzas. Ella le dio diez hijos, el último nació en 1848.
Sagebien es, a la vez, arquitecto y su propio empresario. Se ve obligado a financiar él mismo una parte de las obras que debe realizar, obtener los materiales necesarios, la mano de obra y los obreros especializados —la mayor parte del tiempo entre los esclavos— que es necesario comprar o alquilar. Siendo algunas inversiones demasiado importantes, Jules Sagebien busca nuevos asociados. Entre ellos, se encuentra un determinado Joachim de Arrieta, propietario de La Flor de Cuba, el mayor ingenio azucarero de la Isla. Los dos hombres se complementan perfectamente; Sagebien en la técnica y Arrieta en las finanzas y los contactos de negocios.
 
 
En 1837, el ferrocarril hace su aparición en Cuba, a la iniciativa de Manuel J. Carrera y de Miguel Tacón, capitán general de la Isla. Cárdenas-Bemba es una de las primeras líneas en función. Las dos vías de ferrocarril que conducen a Cárdenas absorben la producción de 119 ingenios azucareros que proporcionan aproximadamente 6000 toneladas de azúcar en una región donde la población se va a cuadriplicar en menos de una década. Este medio de transporte es indispensable para un país opulento en bosques y en caña de azúcar, ya que la red de carreteras es insuficiente y poco segura. Los productos de la tierra se transportan hacia los grandes puertos de embarque, como La Habana, Matanzas o Santiago.
En 1839, Jules Sagebien y Joachim de Arrieta van para Europa. Es el primer regreso a la tierra natal para el picardo desde su salida en 1818. Ávido de técnica, Jules Sagebien se informa por toda Europa sobre las nuevas tecnologías relacionadas con  las obras que le han encomendado. Empresario polivalente, recibe la encomienda del capitán general y gobernador de Cuba (entonces colonia española) de comprar maquinarias para mejorar la fabricación de azúcar y reciclar los residuos de caña. Curioso por naturaleza, aprovecha su estancia en Francia para completar sus conocimiento sobre el ferrocarril.
 
 
Después de algunas gestiones infructuosas —las autoridades cubanas temían su falta de experiencia— Jules Sagebien llega a realizar su primera línea de ferrocarril en la región de Santiago., un sector escabroso, verdadero reto técnico. En paralelo, comienza la construcción del palacio de Aldama en La Habana. El cliente para el que trabaja junto a otros arquitectos, como Domingo de Aldama y Anechaga, que es riquísimo, quiere lo mejor y lo más bello. Las esencias más preciosas, los más caros mármoles importados desde Europa, los vitrales más sutiles se utilizan para esta lujosa residencia. El palacio fue saqueado por el poder español en 1869. La fachada siguió siendo admirable, aunque se añadió un tercer piso a principios del siglo XX, cuando el edificio se convirtió en industria tabaquera. Este antiguo palacete sigue siendo una de las más hermosas construcciones realizadas en la capital cubana en el siglo XIX.
Jules Sagebien pasa con una facilidad desconcertante de la construcción de una casa colonial señorial a la de una línea de ferrocarril, de la construcción de una red de aducción de agua a la de un teatro. Se desplaza en la isla más grande del Caribe para nuevas obras con un tablero de dibujos de caoba del que no se separa nunca.
En 1844, el gobierno cubano inaugura, en su presencia, la línea Santiago-Cobre destinada a transportar la producción de la única mina de cobre de la Isla. Un poco más tarde, Jules Sagebien crea la línea Cienfuegos-Villa Clara (hoy Santa Clara). El papel desempeñado por Sagebien en el desarrollo de Cuba llega hasta Picardía por una gaceta que anuncia la creación de esta nueva línea de ferrocarril cubana.
En 1847, Jules Sagebien se fija definitivamente en La Habana con su familia. Restaura las iglesias, rehabilita el teatro Tacón, reconstruye los muelles de la capital. En la construcción del puente de Arago Arenas, hace traer adoquines de Amberes por medio de Alphonse Sagebien, su primo hermano y cuñado.
 
 
En 1860, Jules Sagebien deja Cuba para irse a Francia definitivamente. La salud de su hijo más pequeño, de 12 años, no se adapta al clima tropical. En este viaje acontece una tragedia: su hija de 20 años muere a bordo del vapor que los lleva a Francia.
A los 64 años, Sagebien tiene dificultades para readaptarse a la tierra natal, tanto a la vida social como al clima. Ya no existe lo que antes lo identificaba; por otra parte, numerosos miembros de su familia y amigos han desaparecido. Siete años después de su regreso a Francia, muere en casa de su hija mayor en Barsac, Gironda. Sus restos reposan en el cementerio de Boufflers, al lado de su esposa.

Jacques Béal
Reportero y editorialista del rotativo francés Courrier Picard, así como corresponsal del periódico Le Monde. Ha sido autor de biografías, ensayos históricos y narrativa. Actualmente está preparando una biografía sobre Jules Sagebien.

       

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