La tradicional ceremonia que tiene lugar cada año en vísperas de un nuevo aniversario de la ciudad, se realizará este sábado 15 de noviembre, a las 6:00 pm, a propósito del onomástico 489 de la otrora villa de San Cristóbal de La Habana.

En esta ocasión, la peregrinación será desde el Museo de la Ciudad hasta El Templete, donde el Historiador de la Ciudad Eusebio Leal Spengler hablará sobre La Habana.

 
 Desde 1996 la Oficina del Historiador reanudó la costumbre de dar tres vueltas a la ceiba de El Templete, que evoca la leyenda del momento fundacional de la ciudad. Este inmueble es el primer edificio de notorio carácter neoclásico en la arquitectura colonial cubana. En su interior están colocados un busto de Cristóbal Colón, y tres grandes lienzos del pintor francés Juan Bautista Vermay.
Y parecería que son palabras de oficio pronunciadas por quienes tienen como deber cotidiano el cuidar de ella. Lo cierto es que este compromiso nació de un hechizo, de una fascinación…, que se ha hecho mayor con el tiempo en la medida en que los recuerdos de tantas otras urbes se superponen a nuestra vivencia cotidiana.
En el fondo del alma hay una voz que nos dice: «Nada como La Habana». Y no ha de ser tomada esta afirmación como una falta de cortesía o acaso vanidad aldeana. Existen ciertamente ciudades mágicas, maravillosas… en distintas latitudes del planeta, pero parecen sintetizarse en esta que habito hace ya tanto tiempo.
La Habana es un estado de ánimo, una sucesión de sorpresas y nostalgias, aún más cuando todo parece detenido en el tiempo y está cubierto por un velo fino y delicado, rasgado por el rumor y la vida azarosa de los que la habitan.
Por eso, asombra la dinámica con que esa realidad viva y latente se expresa en esta casa, que es el reflejo fiel de nuestras vidas,  tal y como la describe la eximia poeta Dulce María Loynaz al narrar sus últimos días en una de tales mansiones; o el sobresalto de Alejo Carpentier, otro de los grandes de las letras hispanoamericanas que, tan habanero como su ilustre contemporánea, ha revelado los sutiles misterios del ambiente y del ser cubanos.
En esa dinámica jamás interrumpida convivimos, sintiendo la alarmante quiebra de los muros; el dolor de cada una de sus heridas como si fueran nuestras y, aun, a pesar de todo ello, creer con firmeza que para esta ciudad –con nombre de mujer–  no habrá muerte ni olvido.
Y es que en ella habita la poesía, la promesa de eternidad que le dio sentido a todas y cada una de las generaciones que fueron modelando sus espacios urbanos, sus monumentos, sus calles…
Ni el expolio, ni la pobreza, ni las múltiples razones que harían relación interminable pudieron deshacer el último reducto donde cada día, en cualquier ámbito de la ciudad, nos reunimos en torno a la mesa y volvemos a remodelar, a rehacer contra todo imposible, la casa, la nuestra, la de todos.

Eusebio Leal Spengler
Historiador de la Ciudad de La Habana

(Tomado del Programa Cultural de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, correspondiente al mes de noviembre de 2008).

 

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