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Como ya es habitual, este 15 de noviembre, víspera del aniversario 492 de la villa San Cristóbal de La Habana, una larga procesión partió desde el Museo de la Ciudad rumbo a El Templete, donde se recordó la celebración de la primera Misa y Cabildo en 1519.

Erigido en 1828, El Templete, símbolo de la grandeza del neoclásico habanero, acoge cada año a cientos de personas que se congregan al pie de la Ceiba que lo preside.

Fruto del encuentro de dos culturas, la española y la americana, sería denominada San Cristóbal en honor al patrón de los colonizadores del Viejo Mundo, y Havana, para homenajear al cacique aborigen Habaguanex. Para muchos, es simplemente La Habana, así, exclusiva y con nombre de mujer.
El revuelo singular, no por recurrente en esta fecha, vino a perturbar una vez más cierta calma en el ocaso de los días en la Plaza de Armas. Como la fila de hormigas que marcha tras su líder en ordenada procesión, al filo de las seis de la tarde, partió un grupo de habaneros este 15 de noviembre, desde el antiguo Palacio de los Capitanes Generales hasta la entrada de El Templete.
Allí, en ese espacio privilegiado por la sombra de la Ceiba y por la historia contenida, en lo que se define como el sitio fundacional en 1519, los congregados pudieron escuchar los parabienes del guardián e Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler, en vísperas del aniversario 492 de la urbe. En verdad, como significó Leal, lo que hoy celebramos debió remontarse, con certeza, a un día de 1514, en un punto de la costa sur, en la Ensenada de la Broa, al Este del golfo de Batabanó, donde se levantó la Villa en territorio aborigen, y se inició la peregrinación hacia el norte, rumbo al asiento definitivo junto al Puerto de Carenas.
Sin embargo, el imaginario popular confiere el carácter de verdaderos símbolos a la Ceiba y la columna que remedan el espacio de la primera Misa —llevada al lienzo con acierto por Vermay. De tal suerte, cada año acuden los conciudadanos con el anhelo de que, al dar tres vueltas al árbol y arrojar igual número de monedas, San Cristóbal les cumpla sus sueños. «Es indispensable dar la vuelta, pidiendo que en esa espiral el tiempo nos de la mano y nos reconciliemos con él, porque sólo puede accederse al futuro desde el pasado», sentenció Leal, momentos antes de iniciar la ceremonia.
Hasta ese lugar también se trasladaron alumnos de la escuela primaria Ángela Landa, llevando las Mazas plateadas del Cabildo, las joyas más antiguas que conserva La Habana, según explicara el Historiador, quien afirmó que en esa pléyade de escolares estaba la continuidad, que calificó de promisoria.
Finalmente, en voz alta abogó en favor de la paz y la concordia, y manifestó su aspiración de llegar juntos al quinto centenario, en 2019.Tal vez sin reparar en ello, dejaba escapar sus mayores votos por una ciudad que conservará su fe en el futuro; una ciudad que es «cabeza» de Cuba, «porque capital viene del latín capitia, que significa cabeza».

Mario Cremata Ferrán
Opus Habana


Habaneros dan vueltas a la Ceiba al tiempo que piden al Santo patrón que cumpla sus deseos. Debajo, a la izquierda, el Historiador de la Ciudad, y a la derecha, instante en que la procesión partía desde el antiguo Palacio de los Capitanes Generales. (Fotos: Néstor Martí)