Los hallazgos de este tipo de piezas no son frecuentes, a diferencia de otros objetos de uso cotidiano en la ciudad. Estas elaboraciones ─aparentemente sencillas─ servían para establecer la conexión de las niñas y los niños con la sociedad que les rodeaba y, por tanto, con la vida diaria de los adultos.

En los sitios arqueológicos habaneros del siglo XVI al XVIII suelen aparecer, esporádicamente, vajillas en miniatura, silbatos, figuras humanas y de animales confeccionadas en cerámica. Mezcladas con la basura doméstica, estas piezas, consideradas en ocasiones juguetes,1 arribaron inicialmente desde España, país con gran maestría en su ejecución.2 En el siglo XVIII, México, otro gran centro alfarero, también las produjo, y se han encontrado evidencias de ellas en La Habana.3 El siglo XIX está caracterizado por la presencia de muñecas y vajillas de porcelana llegadas de Francia y Alemania.
Hasta el momento, las piezas más antiguas de las encontradas son tres silbatos de barro, dos de las excavaciones efectuadas en el Palacio de los Condes de Santovenia, en la Plaza de Armas, y otro en Mercaderes no. 162. Estas piezas representan cabezas humanas, de rostro barbudo y facciones —al parecer— negroides. El contexto arqueológico donde ocurrieron  los hallazgos fue datado en el siglo XVI.4 La función de estos silbatos es incierta, pudieran estar asociados a juegos infantiles o haberse usado por los negros en fiestas religiosas como el Corpus Christi,5 en las que por mandato del Cabildo habanero «...los negros horros o libres participaban desde 1573 en la procesión…».6
En Oficios no. 16, se encontró uno de los llamados «silbatos de agua», realizado en cerámica del tipo Bizcocho.7 Su contexto arqueológico corresponde a la primera mitad del siglo XIX. De origen español, están presentes en la península desde los tiempos islámicos, y se han mantenido hasta la actualidad. Hecho a torno y modelado, reproduce un botijo con su asa y un pitorro, donde posee el orificio de entrada del aire. Al soplar la pieza llena de agua, se origina un sonido que recuerda el trinar de las aves.8 De la misma época procede una pieza de barro incompleta, que se halló en la casa de la Obra Pía (Obrapía no. 158). Muestra dos aves y tuvo, aparentemente, el silbato adosado a la cola. Los niños empleaban este tipo de silbatos en sus juegos y, además, tenían aplicación en la cacería.9
Las figuras de animales elaboradas en barro se han localizado, principalmente, en sitios de la segunda mitad del siglo XVIII. De Teniente Rey no.159, son un caballo y una cabra cuyo jinete es una mujer tocando guitarra (posible juglar).10 De una letrina excavada en Mercaderes no. 208 se recuperó una oveja con su base. Como excepción se ha encontrado un toro del primer cuarto del siglo XVII, en el Palacio del Segundo Cabo. El caballo fue confeccionado mediante el empleo de un molde de dos partes, para el cuerpo y la cabeza, mientras que la cola, las orejas, la crin y las patas se modelaron y aplicaron posteriormente.11 A diferencia del caballo, el toro, el carnero, la cabra y su jinete, se realizaron mediante el modelado. Todas se distinguen por su gran sencillez, aspecto que las hace muy atractivas. En los registros de entrada de buques al puerto de La Habana encontramos una interesante referencia sobre el arribo, el 10 de febrero de 1786, de «1 cajón con 117 figuras de barro del Reyno»,12 a bordo de la fragata San Ignacio de Loyola, proveniente de Cádiz, que pudiera referirse a estos elementos cerámicos. Su empleo como juguetes es solo una probabilidad, pueden haber sido adornos o elementos de los nacimientos o belenes.13
Hemos estudiado cuatro piezas que representan figuras humanas. La primera, de la casa antes citada en la calle Teniente Rey, conservó el torso y un brazo y parece mostrar una figura masculina. Fue modelada en barro, al estilo de los animales. Otras dos, del Convento de Santa Teresa de Jesús, fueron hechas en cerámica mexicana Guadalajara Policromo,14 con una cronología para el tipo de 1650-1800. Una muestra hábito religioso y sostiene a un niño, mientras que la otra representa a una muchacha pelirroja. La cuarta pieza —del Convento de Santa Clara de Asís—15 es una mujer modelada con vestiduras similares. Estas tres figuritas se encontraron en contextos arqueológicos de la segunda mitad del siglo XVIII. Se presume que la usaban las pequeñas novicias de los conventos en juegos, como adornos o imágenes devotas, pero, no se descarta su empleo en los nacimientos, y en el caso de la que procede de Santa Clara de Asís, su hechura pudiera corresponder a las tareas manuales16 realizadas por las monjas para uso conventual o regalos a visitantes.
Con respecto a la comercialización de juguetes y figuras de cerámica navideñas, en el Papel Periódico de la Havana del domingo 25 de diciembre de 1803 se anuncia la venta de «…juguetes y monifatos17 propios para nacimientos y figuras para sobremesa todo de loza de [falta] la casa frente á la zapatería n.144 yendo por la espalda del Monasterio de Santa Teresa para el de Santa Catalina calle del Aguacate».
Las vajillas en miniatura reproducen objetos usados por los adultos en la vida cotidiana. De Teniente Rey no. 159 provienen dos cántaros y una taza de mayólica mexicana Puebla Azul sobre Blanco, con una cronología para el tipo de 1675-1830.18 Junto a ellas se recuperó la pieza más pequeña de la colección: una olla de la cerámica El Morro19 (1550-1700), de 1,5 cm. de alto. De igual tipología, aparecieron tres vasijas —dos en Baratillo no. 101 y una en Oficios no. 212— realizadas a torno, con asas y vidriadas interior y exteriormente. Existen dos platos mexicanos que por su tamaño pudieron usarse como juguetes, uno del tipo Puebla Azul sobre Blanco (8 cm. de diámetro) y uno Abó Policromo20 (8,5 cm. aproximadamente), extraídos de San Pedro numeros 12 y 14 y de la Casa de la Obra Pía.
En el pecio conocido como Cayo Paraíso,21 en el archipiélago de Los Colorados, vinculado al naufragio de la goleta mercante inglesa Arrow,22 se recuperaron vajillas en miniatura y silbatos,23 junto a numerosas figuras humanas y de animales, confeccionadas en Loza Perla.24 Los silbatos representan aves, perros, gatos y monos. De las vajillas sobresalen las teteras —de 5 cm. de alto— con vertedera, asa, tapa y decoración floral, las cuales dejan apreciar la maestría de los alfareros ingleses. De este país se encuentra en el Centro Histórico una abundante presencia de lozas, con tiestos de todos los tipos, de los siglos XVIII y XIX, no así de miniaturas o figuras. La excepción es una pieza hallada en el convento de Santa Clara de Asís,25 que representa a una mujer con un bebé en brazos.
La porcelana europea está representada por una variedad de miniaturas que incluyen tazas, tapas, platos, botes, una maceta y una tetera. Producidas a finales del siglo XVIII y durante el XIX, fueron usadas por las niñas en sus juegos, que las empleaban asimismo como accesorios para las casas de muñecas.26 Este mismo fin debe haber tenido el pequeño busto de una dama, de 4,5 cm. de altura, confeccionado en barro, que se encontró en Mercaderes no. 18, aunque pudiera ser la reina de un juego de ajedrez. Del inmueble situado en Damas no. 862, procede parte de un servicio de té que incluye la tetera, con decoración floral a relieve, y una taza con su plato. Con ellas se encontraron dos tazas decoradas con motivos florales combinados con oro. Dichas piezas, de la segunda mitad del siglo XIX, corresponden a las fabricadas por  importantes centros alfareros europeos como Limoges y Sèvres, en Francia, y Meissen, en Alemania, que a la par de sus realizaciones habituales, crearon exquisitas vajillas en miniatura desde finales del siglo XVIII, muy estimadas por los coleccionistas en el presente.
Como figuras más relevantes en los juegos de las niñas aparecen las muñecas de porcelana. En la Casa de la Obra Pía y en otros sitios del Centro Histórico, se encontraron algunas que reproducen niñas o niños. Se elaboraron mediante moldes y eran macizas o huecas. Los brazos y piernas solían estar unidos al cuerpo para hacerlas más resistentes a las fracturas. Se produjeron en Alemania27 —la ciudad de Turingia fue el principal centro irradiador—  desde la década del cincuenta del siglo XIX hasta 1920, y se les nombró «Charlottes congeladas»,28 «muñecas columnas», «de porcelana sólida», «bañistas» o «muñecas centavo».29 Existe un ejemplar de mayor tamaño —de la Casa de la Obra Pía—, que se corresponde con los llamados «Charlies congelados» o «bañistas», versión masculina de las anteriores.  Posee las extremidades separadas del cuerpo y un orificio para el drenaje en la zona de los glúteos. En la ciudad de Camagüey se localizó uno de estos muñecos con peinado varonil y una cabeza de otra figura, en un colector sanitario, en la Casa del Regidor, situada en calle Independencia no. 219.30 Estas piezas conservaron la decoración del cabello y el rostro. Un niño de solo 4,5 cm. de alto, con su cofia, es la única pieza hallada completa hasta el momento, en un basurero cercano al cementerio municipal de Santiago de las Vegas. Algunos ejemplares presentan en la espalda iniciales y numeraciones correspondientes a los fabricantes. Estos pequeños muñecos asequibles económicamente, fueron muy usados por todas las clases sociales. Han sido localizados en contextos arqueológicos de la segunda mitad del siglo XIX, en Cuba, y en otros países de América, principalmente Estados Unidos y Argentina.
Las populares cabezas de porcelana con cuello y parte del torso hasta los hombros son, igualmente, hallazgos alegóricos a muñecas. Estas eran moldeadas, huecas e incluían el peinado con rodete y rostro, al que luego se le pintaban los ojos y se le coloreaban los cachetes, la boca y el cabello. El cuerpo era de tela,31 y se adhería a la cabeza mediante pegamento. Las extremidades confeccionadas aparte en porcelana, y de las cuales se han recuperado piernas y brazos, se cosían a las muñecas. Por último se vestían y eran articuladas, lo cual permitía su movimiento en los juegos. Otras más caras tenían el cuerpo y extremidades de cabritilla. Son conocidas como «muñecas de China», y se produjeron en Alemania desde 1840 hasta bien entrado el siglo XX. Algunas presentan marcas incisas del fabricante en la espalda. En el Palacio de los Marqueses de Prado Ameno, en O'Reilly no. 253,  se encontró otra variante de muñecos articulados. Consiste en un torso (apareció sin la cabeza) vestido con levita, al cual se le insertaban las extremidades. Estos fueron muy comunes en Europa en la segunda mitad del siglo XIX y algunos reproducían arlequines o personajes grotescos.
Durante esta época se  comenzaron a fabricar muñecas con cabeza de biscuit bellamente decoradas, ojos de vidrio movibles, peinados elegantes y vestuario que semejaba la última moda parisina. De su tipo se encontró, en O'Reilly no. 253, un fragmento de rostro que evidencia la perfección lograda por los fabricantes. En el Museo de Arte Colonial se conservan dos de estas muñecas alemanas —una de Armand Marseille (Turingia) y la otra de Gebruder Krauss (Baviera)—, con torso y extremidades de pasta de composición,32 fechadas hacia finales del siglo XIX o principios del XX.
Con el impulso de la revolución industrial, los juguetes de cerámica se popularizaron y su adquisición dejó de ser un privilegio de las clases más ricas. Las miniaturas primorosamente decoradas a mano dieron paso a grandes producciones en serie y su fabricación se abordó como un negocio independiente de la industria alfarera. Dichas manufacturas llegaron a nuestro país y coexistieron con los usos y costumbres heredados de la Metrópoli. Las propagandas comerciales aumentan con el listado de regalos en los períodos señalados, como por ejemplo desde la Nochebuena y hasta el Día de Reyes. Era usual durante la noche del cinco de enero dejar juguetes para los niños de la casa al pie de los árboles de navidad, los cuales se adornaban con exuberancia y en su base se colocaba un nacimiento de Jesús con figurillas.
A lo largo del siglo XIX distinguidas casas como El Fénix, importaban al por mayor joyería fina, brillantes y relojes. Además, poseían bazares de perfumería, quincalla, juguetería... En 1841 se destacó El buen gusto de París, en Obispo no. 27, tienda que ofrecía juguetes, cajas de música, entre otros. En el año 1892 —en el Directorio Mercantil de la Isla de Cuba—, se anunciaban diecisiete establecimientos en la sección Quincallerías, Jugueterías y Perfumerías. La Habana se destacaba por la presencia numerosa de estos espacios en varias arterias como Obispo,33 Aguacate, O'Reilly, Muralla y Galiano.
En la prosa de finales del siglo XIX escritos como los de Ramón Meza y Julián del Casal, señalan los lujosos establecimientos de La Habana, a la altura de las mejores ofertas europeas y variedad de precios, en los cuales destacaba la juguetería como sección importante.34 Los habitantes de la ciudad acudían y quedaban regocijados, prometiendo volver. El retrato más completo para finales del siglo XIX lo hace José Martí en su cuento «La muñeca negra», en el cual describe minuciosamente el espacio donde jugaba la niña:
«El cuarto está a media luz…Y la madre y el padre vienen andando, de puntillas. ¡Al suelo, el tocador de jugar!... A la cama no se puede llegar; porque están alrededor todos los juguetes, en mesas y sillas. En una  silla  está el  baúl que le mandó en pascuas la abuela… En otra silla está la loza, mucha loza y muy fina, y en cada plato una fruta pintada: un plato tiene una cereza, y otro un higo, y otro una uva: da en el plato ahora la luz, en el plato del higo, y se ven como chispas de estrella: ¿cómo habrá venido esta estrella a los  platos?: «¡Es  azúcar!» dice el  pícaro  padre: «¡Eso es, de seguro!»: dice la madre, «¡eso es que estuvieron las muñecas golosas comiéndose el azúcar!» El costurero está en otra silla, y muy abierto, como de quien ha trabajado de verdad; el dedal está machucado ¡de tanto coser!: cortó la modista mucho, porque del calicó que le dio la madre no queda más que un redondel con el borde de picos, y el suelo está por allí lleno de recortes, que le salieron mal a la modista, y allí está la chambra empezada a coser, con la aguja clavada, junto a una gota de sangre. Pero la sala, y el gran juego, está en el velador, al lado de la cama. El rincón, allá contra la pared, es el cuarto de dormir de las muñequitas de loza, con su cama de la madre, de colcha de flores,  y al lado una muñeca de traje rosado, en una silla roja: el tocador está entre la cama y la cuna, con su  muñequita de trapo, tapada hasta la nariz, y el mosquitero encima: la mesa del tocador es una cajita de cartón castaño, y el espejo es de los buenos, de los que vende la señora pobre de la dulcería, a dos por un centavo. La sala está en lo de delante del velador, y tiene en medio una mesa, con el pie hecho de un carretel de hilo, y lo de arriba de una concha de nácar, con una jarra mexicana en medio, de las que traen los muñecos aguadores de México: y alrededor unos papelitos doblados, que son los libros… Hay visitas, por supuesto, y son de pelo de veras, con ropones de seda lila de cuartos blancos, y zapatos dorados: y se sientan sin doblarse, con los pies en el asiento: y la señora mayor, la que trae gorra color de oro, y está en el sofá, tiene su levantapiés, porque del sofá se resbala; y el levantapiés es una cajita de paja japonesa, puesta boca abajo: en un sillón blanco están sentadas juntas, con los brazos muy tiesos, dos hermanas de loza… ésa es la sala, y el gran juego de Piedad. Y en la almohada, durmiendo en su brazo, y con la boca desteñida de los besos, está su muñeca negra».35
Nuestra indagación resulta un primer acercamiento al mundo del juguete infantil, y en sentido general, a las manifestaciones cerámicas de pequeños formatos que se produjeron en los tiempos de la colonia. Es la aproximación a un tema poco abordado en nuestro país, por lo cual se hacen difíciles algunas precisiones. Los hallazgos de este tipo de piezas no son frecuentes, a diferencia de otros objetos de uso cotidiano en la ciudad. Estas elaboraciones ─aparentemente sencillas─ servían para establecer la conexión de las niñas y los niños con la sociedad que les rodeaba y, por tanto, con la vida diaria de los adultos. Su significación aumenta cuando entendemos que la combinación de fantasía y realidad produce placer y contribuye al desarrollo de los sentimientos afectivos. Se impone profundizar en su estudio por formar parte de nuestro patrimonio cultural material, que incorpora elementos de la inmaterialidad como los conocimientos de técnicas artesanales, la simbología y los valores espirituales dados por el carácter lúdico o sacro, según sea el caso.


Agradecimientos

Los autores desean agradecer la información brindada por el arqueólogo Roger Arrazcaeta Delgado, a José Ignacio Pagés Alba y Laura García Méndez, por la búsqueda bibliográfica y la digitalización de imágenes, a los arqueólogos del Gabinete de Arqueología y la Empresa Constructora Puerto de Carena, por las investigaciones que permitieron los hallazgos, al máster en arqueología Ralph Mills de la Universidad de Leicester, por facilitarnos su tesis de maestría Miniatures in historical archaeology. A los especialistas del Archivo Histórico y de la Fototeca de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana por la localización de imágenes en sus fondos.  

Bibliografía

Archivo Nacional de Cuba: Fondo Miscelánea de Libros, libro 6685, 1786. Contenido: «Entrada de buques al puerto de La Habana».
Colectivo de autores: Diccionario Geográfico de Cuba, Comisión Nacional de Nombres Geográficos, La Habana, 2000.   
Kathleen Deagan: Artifacts of the Spanish Colonies of Florida and the Caribbean 1500-1800, Smithsonian Institution, Washington, D. C., 1987.
________________ Artifacts of the Spanish Colonies of Florida and the Caribbean, 1500-1800: Portable Personal Possessions, vol. 2, Smithsonian Institution Press, Washington, D.C., 2002.
Directorio mercantil de la Isla de Cuba, Imprenta del Avisador Comercial, La Habana, 1892.  
Virtudes Feliu Herrera: Fiestas y tradiciones cubanas, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, La Habana, 2003.
Isabel Flores Escabosa, María Garrido, María del Mar Muñoz Martín y Manuel Salas Barón: «Juguetes, silbatos e instrumentos musicales en tierras almerienses», en Del rito al juego. Juguetes y silbatos de cerámica desde el Islam hasta la actualidad, Museo de Almería, Junta de Andalucía, Consejería de Cultura, 2007, pp. 52-64.
José Martí: La Edad de Oro, Editorial Gente Nueva, La Habana, 1975.
Renée Méndez Capote: Costumbres de antaño, Editorial Gente Nueva, La Habana, 1975.
Ramón Meza: Mi tío el empleado, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1975.
Ralph Mills: Miniatures in historical archaeology, University of Leicester, School of Archaeology and Ancient History, United Kingdom, 2010.
Daniel Schávelzon: Catálogo de cerámicas históricas de Buenos Aires (siglos XVII-XX). Con notas sobre la región del Río de la Plata (edición digital), Fundación para la Investigación del Arte Argentino, Buenos Aires, 2001.
Enrique Tovar Esquivel: Arquitectura y vida cotidiana en el convento de San Lorenzo de la Ciudad de México, Instituto Politécnico Nacional, México, D. F., 2000.

Publicaciones periódicas

Julián del Casal: «El Fénix», en La Discusión, no. 226, año II, La Habana, 1890.
Juan Gallardo Carrillo, María Dolores Párraga Jiménez, Ana Rufina Llorach Asunción y Pedro Pérez Mulero: «Un conjunto de silbatos y figurillas de época moderna del alfar de avenida Santa Clara (Lorca, Murcia)», en Alberca, no. 9, Murcia, 2011.
Yoao Hidalgo Navarro y Carlos Suárez Cabrera (2012): «Preformas de mica halladas en el antiguo convento Santa Teresa de Jesús» en Gabinete de Arqueología, no. 9, año 9, La Habana, 2012, p. 53.
Ovidio Ortega Pereyra, Yamilé Luguera González y César Alonso Sansón: «El comercio en el puerto de La Habana durante el siglo XIX y el naufragio de la goleta inglesa Arrow», en Gabinete de Arqueología,  no. 6, año 6, La Habana, 2007.
Papel Periódico de la Havana, no. 104, año 1803, Biblioteca Nacional José Martí, La Habana.

Publicaciones digitales

Assia, Augusto: «Estampas de Alemania, juguetes», en La Vanguardia, 7 de enero de 1933, Barcelona. Disponible en http://hemeroteca.lavanguardia.com/preview/1933/01/07/pagina2/33178180/pdf.html (Consultado el 18 de mayo de 2013).
«Breve introducción a la historia de las muñecas antiguas». Disponible en http://carolmoli.galeon.com/historia.htm (Consultado el 29 de abril de 2013).  
«El museo de las muñecas». Disponible en http://te-de-las-cinco.blogspot.com/2011/05/el-museo-de-las-munecas.html (Consultado el 26 de abril de 2013).
«Glosario básico sobre cerámica». Disponible en http://www.todacultura.com/glosarioceramica/index.htm (Consultado el 15 de abril de 2013).
Iosvany Hernández Mora, Jenny Patricia Mujica Olario, María del Carmen Alemán Vázquez, Mirlyett Malvarez y Denys Rodríguez Bernet (2009): «Rescate arqueológico en la casa del Regidor», Sitio Oficial de la Oficina del Historiador de Camagüey. Disponible en http://www.ohcamaguey.cu/index.php/en/inv/archeology/150-rescate-arqueologico-en-la-casa-del-regidor.html (Consultado el 30 de abril de 2013).
«La fascinación de las casas de muñecas». Disponible en http://www.museocm.com/noticias/la-fascinacion-de-las-casas-de-munecas.html
(Consultado el 22 de abril de 2013).
Navarro Santa-Cruz, Elvira y Alfonso Robles Fernandez (1993): «Viviendas barrocas y juguetes tradicionales en las afueras de Murcia. Memoria de la excavación realizada en el núm. 4 de la calle José Antonio Ponzoa, esquina con Ángel Guirao».
Disponible en http://www.arqueomurcia.com/archivos/publicaciones/memo08/24ELVIRA.PDF  (Consultado el 11 de abril de 2013).

Notas


1 «Podemos afirmar que este tipo de producciones se desarrollaron desde épocas muy antiguas, pero aunque su tipología pueda ser similar, su significado ha ido cambiando a través del tiempo» (Gallardo Carrillo, Párraga Jiménez, Llorach Asunción y Pérez Mulero, 2011:137).
2 «Una rama de la producción alfarera siempre pretendía cubrir las necesidades lúdicas de los más pequeños de la familia, siendo así que los juguetes de arcilla existen desde la misma invención de la cerámica. En esencia, la función que desempeñan los juguetes tradicionales es didáctica, pues cada sociedad ha procurado utilizarlos para inculcar en los más pequeños una serie de valores (cuestionables en la sociedad actual) que luego van a marcar las actitudes en la edad adulta» (Navarro Santa-Cruz y Robles Fernández, 1993:397).    
3 «En el naufragio del Nuevo Constante se encontró un grupo de miniaturas de cerámica que incluye animales, zapatos, barcos e instrumentos musicales. La mayor parte de estas piezas se hicieron con cerámica mexicana del tipo conocido como Guadalajara Policromo, que evidentemente se exportaba en grandes cantidades desde México hacia España durante el siglo XVIII. Las mismas pueden haber sido accesorios para las muñecas,  juguetes o chucherías para adultos» (Deagan, 2002: 229).
4 Información brindada por el arqueólogo Roger Arrazcaeta Delgado.
5 «En el siglo XVI se tienen noticias de las primeras protestas de las autoridades, ya que se incorporaron a las procesiones elementos profanos, vestidos de mascarones de personajes fabulosos, tal como era costumbre en la Península Ibérica, donde en la festividad bailaban y cantaban enanos, así como gigantes y cabezudos danzantes hacían gala de sus habilidades…» (Virtudes Feliu, 2003: 85).
6 Virtudes Feliu Herrera: Fiestas y tradiciones cubanas, p.85.
7 Bizcocho, bizcochado o biscuit: con este nombre se describe la primera cocción a la que es sometido un objeto de cerámica cruda. Una vez cocida la pieza recibe el nombre de bizcocho, del francés biscuit. («Glosario básico sobre cerámica», en todaCultura.com).
8 «De ahí su denominación canarios, jilgueros o pajarillos» (Gallardo Carrillo, Párraga Jiménez, Llorach Asunción y Pérez Mulero, 2011:57).
9 En la cacería se les conoce como “reclamo de caza”.
10 Hallados en un aljibe o cisterna para aguas pluviales convertido luego en letrina y vertedero de basuras de la casa.
11 El caballo conservó una sola pata, las otras le fueron añadidas en la restauración.
12 Archivo Nacional de Cuba. Fondo Miscelánea de Libros, libro 6685 (1786).
13 Conjunto de figuras y objetos que representan personajes, momentos y lugares relacionados con el nacimiento de Jesucristo en Belén.
14 «La cerámica en cuestión presenta un cuerpo compacto de poco espesor con una pasta crema, canela o gris. La superficie la cubre a menudo un engobe fino de color ante, que luego es decorado con diseños florales y geométricos en tonos rojo marrón, rojo, carmelita, gris, y negro, y finalmente es pulida hasta alcanzar un lustre intenso» (Deagan, 1987:32-33).
15 Hallada durante las excavaciones del grupo de arqueología del CENCREM en el Convento de Santa Clara de Asís.
16 «En diferentes áreas de excavaciones efectuadas en el Convento Santa Teresa de Jesús fue hallada mica en distintas etapas de elaboración, además de preformas de vidrio y restos de pigmentos, que aportaron indicios sobre las labores que las religiosas realizaban al alternarlas con su trabajo espiritual. Por consiguiente, se consideran desechos de una pequeña industria artesanal» (Hidalgo Navarro y Suárez Cabrera, 2012: 53).  
17 Figura ridícula de persona o animal.
18 «Su producción se expandió durante un largo periodo, originalmente definido como de aproximadamente 1700 a 1850; tipos derivados de estrecha vinculación se producen hoy día en Puebla. Estudios recientes por Florence Lister indican que la datación para Puebla Azul sobre Blanco probablemente se ubique con más exactitud entre 1675 y 1830 (Deagan, 1987:58).
19 «La tipología El Morro es una cerámica ordinaria de vidriado plumbífero, que usualmente aparece en formas utilitarias» (Deagan, 1987:37).
20 Cronología para el tipo 1650-1750.
21 «Mégano de Casiguas, cayo. Al N de la isla de Cuba, 24 km al NNE del pueblo de La Palma, en los 22”56’ lat. N y los 83”26’ long. 0, Pinar del Río. Área: 0.25 km2. La costa este es una playa; la norte baja, cubierta por altos mangles; y la oeste baja, arenosa con algunos claros donde se forman playas. Hacia el N del cayo se encuentra una barrera coralina. Se conoce también como cayo Paraíso, nombre dado por el famoso escritor Ernest Hemingway» (Colectivo de autores, 2000: 227).
22 «La tragedia ocurre en la madrugada del 15 de enero de 1815 en un área cercana, según declaraciones, a bahía Honda y las circunstancias en que sobrevino sugieren que el cargamento encontrado en el sitio corresponde al de la goleta Arrow» (Ortega Pereyra, Luguera González y Alonso Sansón, 2007:75).
23 «Un ejemplo de importaciones desde Inglaterra con destino a La Habana, lo constituye el cargamento transportado por la goleta Arrow, la que naufragó en las cercanías de cayo Paraíso» (Ortega Pereyra, Luguera González y Alonso Sansón, 2007: 73).
24 Se conoce como Loza Perla a una forma mejorada de Loza Crema. El tono amarillento de la pasta se contrarrestaba añadiendo cobalto al barniz, con lo cual se obtenía una cerámica blanca en apariencia. Los ingredientes básicos de la pasta eran caolín de Cornualles y pedernal. Su rango de producción es de 1775 a 1840.
25 Recuperada en el callejón contiguo a la denominada Casa del Marino.   
26 «Las casas de muñecas y, en general, los objetos en miniatura, siempre atrajeron la atención de la realeza y la aristocracia. Las primeras casas de muñecas holandesas están documentadas en el siglo XVII. En el siglo XVIII aumenta la afición por estas reproducciones y hubo grandes artesanos, entre los cuales destacaron los maestros alemanes e ingleses. Pronto las casas de muñecas pasaron a ser apreciados objetos de coleccionismo. De hecho, las casas de muñecas más lujosas se conservaban en los salones de los palacios y las casas nobles, como muestra de la sensibilidad artística y la riqueza de sus propietarios. Pero, tras el auge de los museos a partir de la Ilustración, comenzaron a surgir los primeros museos de casas de muñecas en Holanda e Inglaterra, un ejemplo que fue inmediatamente seguido en el resto de Europa y en los Estados Unidos» («La fascinación de las casas de muñecas», en http://www.museocm.com/noticias/la-fascinacion-de-las-casas-de-munecas.html).
27 «Alemania es el país donde se fabrican más juguetes de Europa, y de Alemania son la Turingia y parte de Silesia las regiones privilegiadas. La fabricación del juguete comenzó aquí ya en la época manufacturera. Los campesinos que labraban por el verano sus tierras, se dedicaban en invierno a la construcción de juguetes» (Assia, 1933: 2).
28 «Son las llamadas «Carlotas heladas», nombre que deriva de una canción americana del siglo XIX en donde una chica llamada Charlotte salió con su prometido en un trineo descubierto para asistir a un baile. A pesar de las insistencias de su madre, Charlotte no quiso ponerse algo de abrigo pues quería lucir su bonito vestido nuevo, la desobediente murió congelada. Años después las muñecas chinas (término usado para designar a las muñecas hechas con porcelana europea) de porcelana que llegaron a los Estados Unidos recibieron este nombre» («El museo de las muñecas» en http://te-de-las-cinco.blogspot.com/2011/05/el-museo-de-las-munecas.html).
29 El término alude al bajo precio por el que eran vendidas.
30 Los trabajos fueron realizados por el Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey.
31 La calidad de los cuerpos variaba según la destreza del fabricante. Se podían adquirir las cabezas, los brazos y las piernas por separado en los comercios. Es casi seguro que muchas niñas conformaron sus propias muñecas y el vestuario. Ver para mayor información «Breve introducción a la historia de las muñecas antiguas» en http://carolmoli.galeon.com/historia.htm.   
32 Técnica mejorada del papel maché en la cual el papel es sustituido por pulpa de madera.
33 «Y aquella calle estaba llena de lugares fascinantes…Y estaba El Bosque de Bolonia, con los juguetes mecánicos, alemanes, más formidables, sus enormes cajas de soldados de plomo y sus fortines de cartón-piedra, sus caballitos de balancín revestidos de legítima piel de potro, y sus bebés y sus muñecas de cuerpo de cabritilla y carita de biscuit…» (Méndez Capote, 1975: 95).
34 «Lujoso establecimiento del señor Hierro, situado en la calle de Obispo, esquina a Aguacate… La tercera sección, llamada vulgarmente, por los objetos que contiene, el Paraíso de los niños, ocupa un espacio igual al de los dos anteriores. Es Nuremberg en miniatura. Desde el techo, por medio de las paredes, los juguetes llegan hasta el suelo, formando grupos compactos que se amontonan por todas partes. Es casi imposible el tránsito por este departamento, sin dar un tropezón. Tras la verja de hierro que lo separa de la calle, los niños se asoman, con la boca abierta y las pupilas dilatadas, tratando de introducir el rostro por los barrotes, como para estar más cerca de ellos y contemplarlos mejor» (del Casal, 1890).
35 José Martí: La Edad de Oro, pp. 204-206.

Ivalú Rodríguez Gil y Antonio Quevedo Herrero
Museóloga y director del Museo de Arqueología de la Oficina del Historiador

Comentarios   

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Me alegro Ԁe vеr ԛue la geente está efectivamente escribindo ѕobre este tema dde
uuna manera despejado, ԛue nos muestra tοɗoѕ loѕ
lados diferentes a la misma. Еres un gran blogger.
Рοr beneficio, sigan aѕí. No ƿuedo esprrar paгa
leer cuál eѕ inferior.
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https://Forums.
0 #1 https://Forums. 04-10-2014 06:37
Increible! Me cautiva el presente website! ¿De adonde exdtraes tan grandiosas conceptos?
Un blog-post realmente atractivo. Claramente a marcadores!


Mira lo siguiente y ademas navega por mi site; https://Forums.hubic.com/member.php?u=13580-GFerrer: https://Forums.hubic.com/member.php?u=13580-GFerrer
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