Vajillas, cristalería, adornos, botones, grifos de toneles y una gran piedra de molino son algunas de las piezas que conforman la exposición «La fragata Navegador y su cargamento británico, arqueología e historia», a disposición de los visitantes en la sala transitoria del Museo Castillo de La Real Fuerza.

 

Construida en Estados Unidos a inicios del siglo XIX, la fragata Navegador cubría la ruta comercial entre Portsmouth y La Habana cuando naufragó en las inmediaciones de Cabo Chipiona, costa norte de la provincia de Mayabeque, en 1814.

«La fragata Navegador y su cargamento británico, arqueología e historia» es el título de la muestra que permanece a disposición del público en el Museo Castillo de La Real Fuerza. Vajillas, cristalería, adornos, botones, compases y grifos de toneles son algunas de las piezas en exhibición, entre otros objetos rescatados del pecio por arqueólogos subacuáticos y especialistas de la Oficina del Historiador.
Esta exposición presenta la investigación arqueológica e histórica preliminar del pecio localizado en Boca Chipiona, Santa Cruz del Norte, provincia Mayabeque. El análisis de documentos de archivo y las prospecciones subacuáticas, han permitido recuperar información sobre el barco, su azarosa travesía y naufragio, así como del magnífico cargamento de mercaderías británicas que transportaba.
La fragata de comercio Navigator fue construida en Nueva York en 1805, poseía dos cubiertas, un porte de 330 toneladas y calaba 15 pies (4,52 m) a plena carga. Su estructura era de madera y la obra viva (sector sumergido del barco) estaba forrada en cobre; arbolaba tres palos y el velamen era el característico de este tipo de buque. Entre 1813 y 1814 su armamento defensivo consistía en 12 cañones y armas portátiles de fuego.
De 1811 a 1813 navegó bajo bandera norteamericana, siendo su capitán Edmund S. Young, quien la empleó en el comercio con Estados Unidos, Cuba, Inglaterra y Rusia. En 1813 el barco fue adquirido por Francisco Layseca, mercader de La Habana, y su capitán pasó a ser Manuel García de la Prida. A partir de ese momento, su nombre se castellanizó por Navegador, alías San Francisco.

Derrotero seguido por la fragata Navegador (imagen izquierda). A la derecha, piezas extraídas del pecio.

Según consta en el Lloyd’s Register de Londres, la declaratoria del capitán y su tripulación, ante el Tribunal de Comercio de La Habana, el 12 de febrero de 1814, la fragata zarpó del puerto de Portsmouth el 27 de noviembre de 1813 hacia La Habana, en lo que sería su último viaje. Traía un formidable cargamento de mercaderías y su tripulación estaba formada por marinos de Cuba, Inglaterra, Suecia, Estados Unidos e Irlanda; la mayoría de ellos residentes en La Habana, con no más de 44 años de edad.
Navegó en convoy con más de cincuenta buques, en escolta de la fragata de guerra inglesa S.M.B. Severns y el navío de línea Queen, hacia la costa de Portugal, el Mediterráneo y las Islas Bahamas.
Siguieron su derrota sin novedad hasta que se desató una tormenta con fuertes vientos y marejadas, entre el 2 y el 4 de diciembre, que provocaron grandes averías y pusieron en peligro la nave. Según el testimonio de su capitán «…no mandó picar los palos o echar a el agua la artillería de sotavento por conocer la fortaleza del buque, que a no ser por ella hubieran zozobrado…». Después de una travesía en relativa calma hasta las Bahamas, donde quedaron algunos bajeles, la fragata continuó su derrotero usual por el norte de La Española hasta avistar Cabo Viejo Francés, la Punta de Maisí y Cayo Confites, donde permanecieron fondeados hasta el 29 de enero de 1814, esperando que el viento rondara para continuar la singladura por el Canal Viejo.
El día 2 de febrero, a las seis de la mañana, divisaron el Pan de Matanzas, y el 3, a las cinco de la mañana, el fuerte de Jaruco, momento de calma que aprovechó el capitán de la Prida para enviar una lancha con aviso a Don Francisco Layseca, sobre la precaria situación del barco y solicitó ayuda a la boca de ese puerto. Posteriormente, las corrientes desplazaron la nave dos leguas a barlovento y un fuerte viento del noroeste la abatió sobre la costa, donde dio tres golpes contra los arrecifes que abrieron vías de agua. Se mantuvieron dando a las bombas de achique hasta las diez de la mañana del 4, cuando faltó el cable de servidumbre y garreó el ancla de esperanza. La fragata se vino hacia la costa de Boca Chipiona, donde finalmente se hundió.
El salvamento de los restos del buque procedió según la práctica habitual de la época. A pocos días del siniestro, el 15 de febrero, ya existía un inventario de velas, cabullería, perchas y utensilios rescatados.

(Palabras del catálogo de la exposición «La fragata Navegador y su cargamento británico, arqueología e historia», inaugurada el 5 de abril de 2013, en el Museo Catillo de La Real Fuerza).

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