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«Artillería española de ordenanza» es una invitación para un mejor conocimiento del patrimonio colonial de la ciudad, pues La Habana y su sistema de fortificaciones conservan un importante número de piezas de la ordenación, baste solo citar las del Castillo de La Real Fuerza, San Salvador de la Punta o la emblemática batería de ceremonia de la fortaleza de San Carlos de la Cabaña, encargadas desde el siglo XVIII de efectuar el Cañonazo de las Nueve.

Retroceder en el tiempo y por apenas unos instantes imaginar la magnificencia de la industria de fundición de cañones en la Europa del siglo XVIII es uno de los valores inherentes al arte de la escala que emana de la exposición «Artillería española de ordenanza».

Egresado de la licenciatura de Biología y en la actualidad escultor fundidor con cátedra en la Academia de Bellas Artes de San Alejandro, en los últimos años la vocación de Pavel Valdés Ruiz (La Habana, 1975) ha derivado en abnegado estudio sobre la artillería antigua y los procesos de su fundición.
Quienes compartimos aquellas jornadas iniciales de su sueño por realizar a escala una batería de bocas de fuego, presenciamos como su habitación fue conquistada por libros, notas y documentos que versaban sobre morteros, cañones y cureñas. Poco después, el anhelo se transformó en necesidad creativa y su pequeño taller adquirió las dimensiones de las grandes fundiciones de artillería europeas.
La disyuntiva que se le presentaba al creador era por donde comenzar y hasta que período abarcar. Fue entonces cuando decidió mostrar la importancia de la ordenación como eje centralizador a nivel nacional de las fábricas reales. Anterior a las ordenanzas de artillería, las piezas se fundían por encargo y de manera independiente. La ausencia de uniformidad a la hora de fabricar un cañón trajo aparejado que cada pieza necesitara sus propias municiones, aspecto que limitaba sus potencialidades en el campo de batalla y obligaba a confeccionar una gran diversidad de proyectiles.
El reto quedaba planteado: mostrar en escala de 1/16 la Antigua y la Nueva Ordenanza de la artillería de bronce fundida en las fábricas de Sevilla y Barcelona y la concebida en hierro por las factorías de Liérganes y La Cavada.
Cada modelo de la exposición «Artillería española de ordenanza» (Museo Castillo de La Real Fuerza, 5 de julio al 31 de octubre de 2013) fue realizado tomando como referencia planos y piezas originales, con el objetivo de garantizar su veracidad histórica. Se respetaron todos los materiales con los cuales se fundieron y construyeron las piezas originales de la época escogida. La fundición a escala se practicó a partir del método de la cera pérdida, mientras las piezas de hierro fueron torneadas por el también escultor Frank Ramos López.
Aunque no corresponden a la ordenación, en la muestra se incluyen una bombarda de hierro sobre cureña de madera y hierro forjado, elaborada a partir de duelas que forman un tubo unido con anillas a modo de un tonel, la que rememora una pieza histórica del siglo XV. A esta acompaña una culebrina de bronce sobre cureña de madera y hierro forjado correspondiente a una pieza original del siglo XVI.

El punto de atención se centra en las piezas que evocan como a finales de la centuria XVII las potencias militares europeas comprendieron la necesidad de estandarizar su artillería, proceso que se extendería en el caso de España hasta 1743, con la promulgación de la Ordenanza de Artillería (Antigua), aprobada por Felipe V y derivada del sistema francés del oficial De la Valliére. Con ella se establecía una misma cantidad de calibres: de a 24, 16, 12, 8 y 4 libras francesas, todos largos y morteros de 12 y 9 pulgadas francesas, así como las tipologías de cureñas o montajes.
A la Antigua siguió la Nueva Ordenanza de Artillería —reflejada también en la muestra—, la cual fue establecida en 1783 durante el reinado del monarca Carlos III. Como su antecesora, esta ordenación se basaba en el sistema de otro oficial francés, Jean-Baptiste Vacquette de Gribeauval, la que dotaba a los ejércitos de una artillería ligera y maniobrable con cañones de a 24, 16, 12, 8 y 4 largos y de a 12, 8 y 4 libras francesas cortos, morteros cilíndricos de 14 y 10 pulgadas, morteros cónicos de 14, 12 y 7 pulgadas y obuses de 9 y 7 pulgadas.
Cierran las muestra las piezas de artillería naval ordenadas en 1765 para navíos de línea, fragatas… y defensa de costa con bocas de fuego de hierro de a 36, 24, 18, 12, 8 y 4 libras. Se exhibe además un falconete de bronce sobre un fragmento de borda de madera, una pieza muy utilizada en la cubierta libre de los bajeles y que dada sus pequeñas dimensiones y amplio ángulo de giro permitía una cadencia tiro y una eficacia en el disparo elevada.
Es de resaltar el exquisito trabajo realizado por el propio Pavel Valdés en la recreación de los diferentes montajes de cañones o cureñaje, en los que destaca la fidelidad y la exactitud con respecto a los exponentes reales. Así se muestran cureñas de campaña Gribeauval, cureñas de campaña inglesa o de mástil, cureñas de plaza y de costa —una de ellas sobre explanada movible— y cureñas navales, además de todos los útiles de abasto y preparación del cañón para su disparo, fielmente colocados en los laterales y carenado del montaje.
«Artillería española de ordenanza» es una invitación para un mejor conocimiento del patrimonio colonial de la ciudad, pues La Habana y su sistema de fortificaciones conservan un importante número de piezas de la ordenación, baste solo citar las del Castillo de La Real Fuerza, San Salvador de la Punta o la emblemática batería de ceremonia de la fortaleza de San Carlos de la Cabaña, encargadas desde el siglo XVIII de efectuar el Cañonazo de las Nueve.

Fernando Padilla González
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Opus Habana