Un reciente estudio realizado en el Gabinete de Restauración de Pintura de Caballete Jean Baptiste Vermay, de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, reveló nueva información sobre la obra Bodegón que, expuesta en la Sala Pinacoteca del Museo de la Ciudad, pertenece a Miguel Melero Rodríguez cuyo 175 cumpleaños se celebró este 29 de septiembre.

La Oficina del Historiador de la Ciudad atesora varios de los retratos realizados por Miguel Melero Rodríguez, primer cubano director titular de la Academia de pintura y escultura San Alejandro, desde 1878 hasta su muerte. También uno de los más productivos pintores cubanos en este género, de la segunda mitad del siglo XIX.

Figura 1

Responsabilizado con la preservación del patrimonio pictórico a su cuidado, el Gabinete de Restauración de Pintura de Caballete Jean Baptiste Vermay de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, desarrolla tres campos de trabajo: la restauración propiamente dicha; la conservación y asesoramiento sobre el cuidado de las obras ubicadas en las diferentes dependencias de la institución, así como la línea investigativa. Esta última se ha favorecido con recientes mejoras en las condiciones de trabajo, de recursos y debido a la superación profesional de sus especialistas.
Conservación, restauración e investigación, vienen a formar un todo que redunda en la ampliación del conocimiento material e histórico de nuestras colecciones. Un ejemplo es el trabajo realizado en la obra Bodegón [Fig. 1] de Miguel Melero Rodríguez (1836-1907), en el que la sincronización de diferentes métodos de estudio reveló nueva información.
Cuando en 2007 esta pieza entró en nuestro Gabinete su análisis se limitó al protocolo establecido, pues los motivos del ingreso no requerían un examen profundo. Sin embargo, en la observación a simple vista de la capa pictórica con luz rasante, llamaron la atención unas huellas de pincel por debajo de las capas visibles de pintura, que no se corresponden con la composición de la obra. En aquel momento se pensó en un «arrepentimiento» o en la reutilización de un lienzo.
En investigaciones posteriores sobre este autor, un artículo en el periódico El Fígaro nos dio noticias de que Melero decidió transformar «el cuadro del último prelado español que tuvo La Habana», tal vez bastante avanzado el trabajo, en «una importante naturaleza muerta a través de la cual se adivina aun al obispo que no ha llegado a obisparse del todo». Se pensó, entonces, en la posibilidad de que tal naturaleza muerta fuera Bodegón. Volvimos a él y se consideró: uno, que la obra aparece fechada junto a la firma en 1892, año en que Monseñor Manuel Santander y Frutos se encontraba en La Habana; dos, su formato se ajusta al de un retrato, incluso, está orientado verticalmente. Ambos aspectos sumados a las anteriores observaciones de las capas pictóricas apuntaban a que fuese esta la pintura sobre el retrato del obispo. Con esta hipótesis de trabajo, se decidió una exploración más profunda de la obra mediante radiografía.

Rayos X

Figura 2

Entre los estudios físicos que pueden aplicarse a un exponente de arte está la radiografía o Rayos X (RX); este tipo de radiación recorre la pieza de lado a lado, atravesando distintamente los diversos materiales según su densidad atómica, con lo que brinda al investigador, en una sola imagen, información de todos los estratos que la componen. Otras ventajas  de la radiografía son la rapidez y facilidad de aplicación y, sobre todo, el no requerir toma de muestras del objeto a investigar.

Al aplicar esta técnica de estudio a Bodegón se perseguía el objetivo de verificar la existencia del retrato de un hombre debajo de las capas visibles de pintura y, de ser posible, comprobar si este correspondía al de un obispo. Por ello se realizó una primera prueba en el área donde la lógica indicaba debía de estar el rostro del retratado. El resultado inicial fue positivo y, tras algunos ensayos con diferentes tiempos de exposición y potencia buscando mejor contraste radiográfico, se procedió a radiografiar la totalidad de la superficie del cuadro.

La imagen obtenida

Figura 3. Retrato de Mons.  Manuel Santander y Frutos. Tomado de: Historia de la Iglesia Católica en Cuba, Tomo II, p. 73.

El conjunto de 12 radiografías arrojó la imagen de un hombre, posiblemente sentado, con suave giro a la izquierda, el torso casi de frente y la cabeza a tres cuartos con la vista en esa dirección; el brazo izquierdo descansa en el de un sillón al que parece sujetar con la mano; del brazo derecho solo apoya el codo y la mano tal vez reposa sobre el muslo. Parece vestir ropa oscura hasta el cuello, del que asoma un filo de otra prenda de color blanco, quizás, y lleva en la parte posterior de la cabeza lo que podría identificarse como un solideo. La figura se corta más abajo de la cintura.
Abundemos en que los materiales constituyentes de una obra son atravesados por la radiación X en dependencia de su composición. Por ejemplo, los compuestos por sustancias orgánicas (telas, maderas, pigmentos como el negro de carbón y otros, barnices, ceras, colas) son calados por los rayos y los materiales de origen mineral (pigmentos a base de metales, clavos) frenan la radiación en mayor o menor medida, resultando una imagen por contrastes más o menos disimulados según se encuentren los materiales, digamos, más puros o mezclados en diferentes grados. Así, en la radiografía las zonas oscuras son las de materiales de menor peso atómico (donde predominan las sustancias orgánicas) y las de mayor peso atómico (donde predomina lo inorgánico) se observan iluminadas. Acotemos, también, que la longitud de onda de los RX está por debajo de 10 nm, mientras que la de la luz visible se acerca a 780. Esta diferencia determina que lo revelado por los RX difiera a su vez de las imágenes conformadas según, y para, la parte visible del espectro.
Amén de las diferencias de estilo entre artistas o de tratarse de retratos de momentos que pueden ser muy distantes, los puntos anteriores explican diferencias de rasgos faciales entre lo visible en las radiografías y lo que muestran otros retratos del personaje realizados por otros autores como el que se muestra en la figura 3.

Figura 4

La radiografía también descubre otra característica de la pintura oculta: un cambio de posición de la cabeza que implica, forzosamente, un cambio en todo el cuerpo [Fig. 4]. Este es otro detalle que dificulta una lectura clara de la imagen. No obstante, lo descrito respecto al rostro y al tocado es apreciable. Compárese en tal sentido la imagen de la radiografía correspondiente con el detalle del cuadro del obispo [Figura 3] en la figura 5. En ambas, además, se aprecia que las líneas del óvalo de la cara y de las facciones son suaves.

Figura 5

 

 

 

 

 

 

 

 

Una consideración sobre el retrato a través de la historia del arte
Desde que el retrato se independizó como género, este muestra características que no han cambiado. Una razón es obvia. En un busto o en el retrato clásico, por ejemplo, la forma del cuerpo humano ha establecido la composición triangular centrada o hacia uno de los lados del cuadro, que se repite insaciablemente desde, digamos, la obra de Andrea Mantegna, a Van Dyck, Madrazo hasta hoy. En el retrato de clero específicamente, cítese solo en el temprano cinquecento italiano las figuras de León X y Julio II, así como, más tarde, Inocencio X por Velásquez, que aparecen en similar postura sedente que nuestros obispos de la pre-academia y academia. Lo diferenciante, entonces, entre un retrato y otro se reduce, en buena medida, a la habilidad del pintor, su gama de recursos técnicos expresivos y su capacidad como fisonomista. Ante una radiografía como la que nos ocupa en la figura 5, la definición de rasgos del supuesto personaje se agrava por el palimpsesto resultante de la congruencia de dos cráneos supuestamente iguales, tratados con igual técnica y materiales, desfasados sobre a un eje común.

A modo de conclusión
Sobre la hipótesis inicial, puede entonces concluirse que el estudio de los estratos pictóricos de la obra Bodegón de Miguel Melero Rodríguez mediante la aplicación de la técnica radiográfica, confirmó la existencia subyacente de un retrato masculino y que algunas características de la imagen obtenida en radiografía, apuntan a que este retrato puede ser el de un obispo.

Con el nombre Bodegón este cuadro de Miguel Melero Rodríguez se exhibió en la exposición «La pintura colonial en Cuba» que se realizó en el Capitolio de La Habana en 1950, según consta en documentos adjuntos a él y se puede apreciar hoy en la Sala Pinacoteca del Museo de la Ciudad.

 

1 Ezequiel García Enseñat, «Melero» en El Fígaro, 18 de junio de 1908, año 24 no. 29, pp375-379.

Fuentes
• García Enseñat, Ezequiel, «Melero» en El Fígaro, 18 de junio de 1908, año 24 no. 29.
• Suárez Polcari, Ramón, Historia de la Iglesia Católica en Cuba, Tomo II, Ediciones Universal, Miami, Florida, 2003.
• Catálogo de la exposición «La pintura colonial en Cuba», marzo 4 a abril 4 de 1950.

Alfredo José Bravo Bauzá
Conservador-restaurador de pintura de caballete de la OHCH

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