Acerca de la portada que –por mandato del capitán general Miguel de Tacón– se añadió al Palacio de los Capitanes Generales, hoy Museo de la Ciudad, como parte de la restauración realizada en 1834.
Perfectamente conservada en la actualidad, la puerta del otrora Palacio de los Capitanes Generales, hoy Museo de la Ciudad, constituye el principal acceso a esta institución que atesora un importante patrimonio de la nación.

 Como parte de la restauración realizada en 1834 al antiguo Palacio de los Capitanes Generales (hoy, Museo de la Ciudad) y que fuera dirigida por el ingeniero Manuel Pastor, se añadió a su entrada principal (por la calle Tacón) una portada con el escudo español en su parte superior. Colocada por mandato del capitán general Miguel de Tacón, dicha portada se destaca por la calidad de su ejecución y delicados detalles, aunque es cuestionada por su ascendencia estilística, que rompe con el resto del conjunto arquitectónico.

LA PUERTA
Original de fines del siglo XVIII —cuando fue construido el Palacio—, la puerta es del tipo llamada «a la española» o «clavadiza»,  que, según describe el arquitecto Joaquín Weiss en su libro Portadas coloniales de La Habana (editado por la Comisión Nacional de Monumentos), está formada por una armazón de maderos verticales y horizontales (largueros y peinazos). Las tablas se fijan a la armazón por medio de gruesos clavos de cabeza grande redondeada, simétricamente dispuestos, y visibles como decoración de la puerta.
Perfectamente conservada en la actualidad, esta imponente puerta de caoba tiene casi una tonelada de peso. Una de sus puertas (la que sostiene el postigo) fue sometida a un proceso de restauración con el objeto de repararle su mecanismo de giro. Sucedía que el extremo inferior del poste de esa puerta —que giraba sobre un casquillo de bronce— se había desgastado a causa de la fricción y el peso de la puerta sobre dicho casquillo, lo cual provocó que el cuerpo de esa hoja quedara apoyada sobre el piso, imposibilitando su normal movimiento. El trabajo implicó la participación de restauradores de madera (Blas González y Rosa Lima Pino) y un albañil-restaurador (Armando Baró), quienes —bajo la dirección de Sergio González— debieron levantar la puerta y remover el piso alrededor del casquillo de bronce para reponer la pieza de madera afectada.
Sin embargo, al levantarse la puerta y liberar del pavimento el casquillo de bronce, se descubrió otro mecanismo de giro perfectamente ideado, conformado por el antes mencionado casquillo de bronce (que se veía a simple vista) y su contrahuella, que había quedado oculta e inutilizada bajo el pavimento.
El trabajo de los restauradores permitió rehabilitar plenamente este pequeño mecanismo original del siglo XVIII, con lo cual el portón del otrora Palacio de los Capitanes Generales puede hoy abrir sus puertas a los cientos de visitantes que recibe diariamente. Aunque simple en apariencia, se había logrado una solución óptima gracias al oficio y la minuciosidad de quienes velan por la preservación del patrimonio.

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