«En aras del conocimiento histórico y de nuestros recursos patrimoniales sumergidos, y en pos de estimular su protección y estudio, congratulo a los autores por su aportación e invitamos a los lectores a escudriñar en cada página de esta obra los interesantes arcanos que ella nos devela»

El libro que ponemos a la consideración de lectores y estudiosos de los procesos históricos de la época colonial del Nuevo Mundo, constituye un novedoso aporte a un tema casi inédito en nuestra historiografía, la historia naval. En este sentido es relevante, por cuanto el devenir de Cuba y su población a lo largo de más de quinientos años de época moderna ha estado indisolublemente ligada al mar, e incluso desde los tiempos prehispánicos en que las Canoas monóxilas de los aborígenes preagrícolas y agrícolas eran el medio de transporte fundamental, y mas rápido para la comunicación entre las islas, cayerías y otros espacios caribeños.

De derecha a izquierda, Roger Arrazcaeta, Director del Gabinete de Arqueología; Mónica Pavía y Alessandro López, que junto a Iván Díaz (no presente) son los autores del libro Cronología de los naufragios. La Habana Colonial.

En esta obra se aborda el fascinante micro mundo de los naufragios de la Carrera de Indias, primordialmente los acontecidos en el área de Cuba y el Caribe, fruto de aquel flujo de navegación mercantil y militar entre la península Ibérica y sus posesiones hispanas en América, desde fines el siglo XV hasta el XIX. Ciertamente, el camino seguido por los autores no es nuevo en nuestro país, aunque sí poco transitado. Tiene este campo temático las contribuciones del fallecido estudioso Francisco Pérez de la Riva, quien se especializó en la historia de la construcción naval y publicó sugestivos artículos sobre este asunto en la revista Mar y Pesca. La figura más destacada en la investigación de este tema es el eminente historiador César García del Pino, Premio Nacional de Historia del año 1999. Este investigador ha dedicado gran parte de su larga vida profesional al estudio de la historia marítima de Cuba, en especial, a los aspectos relacionados con los combates navales, al corzo, y a la compilación de documentos primarios de la historia de nuestra nación. Su obra es prolífera en monografías y artículos especializados, y su erudición personal en este campo, y en otros de la historia es extraordinaria.
Comienza este estudio con un bosquejo sobre las actividades de salvamento y rescate de buques hundidos en nuestro litoral; dejando constancia de la oscura urdimbre de intereses codiciosos entre los actores de estas misiones. En la introducción, los autores esgrimen detalles de los aspectos técnicos y prácticos relacionados con la búsqueda de los naufragios (pecios) en la era colonial, su ubicación, la importancia que tenía la determinación de la profundidad y tipo de fondo donde estos se habían hundido, y el desguace de la arboladura para poder acceder a las mercancías contenidas dentro del buque. Eran sin lugar a dudas, pasos imprescindibles para exhumar, del fondo del mar, la mayor parte de la carga zozobrada en aquellas naves que realizaban el largo tornaviaje trasatlántico desde La Habana hasta la metrópoli española, o surcaban las cálidas aguas del Golfo de México trasladando mercaderías europeas y arrancando de nuestras tierras americanas las riquezas sobre las cuales descasaron, en buena medida, muchas de las fortunas europeas, y la acumulación originaria de capital que abrió las puertas de estas naciones al desarrollo ulterior que experimentaron.
Otro interesante capítulo en este libro es el que trata sobre los primeros indicios de inmersiones, en el cual no solo se habla sobre las pruebas arqueológicas de la incursión del hombre bajo el mar, como lo demuestran joyas manufacturadas en perlas, corales y conchas que datan del 3200 a.n.e., encontradas en la antigua Tebas, Egipto, sino que se explica la vasta trayectoria en la evolución de los extraños artilugios para la inmersión y el buceo con diferentes fines, desde el militar hasta el comercial; se dan a conocer datos de las antiguas culturas orientales y greco—latinas, así como de la época renacentista y moderna, hasta llegar a la invención de la escafandra de Siebes (1819), perfeccionada más tarde en Francia (1850) por José Cabirol, y al aparato autónomo diseñado y probado por el inglés Fleuss en el río Támesis, en 1878.
Estos son los prolegómenos del argumento central de este texto, pues su principal contribución consiste en la Cronología pormenorizada de los naufragios y de las operaciones de buceo, rescate y salvamento llevadas a cabo en algunos sitios del Caribe, particularmente en las aguas de Cuba, desde el año 1510 hasta la explosión e ida a pique del famoso acorazado norteamericano Maine, que justificó a los americanos su entrada en la guerra hispano-cubana en el año 1898.
Para compilar esta información, los autores han utilizado datos actualizados de significativos libros sobre la historia marina y el arte naval mundial, los cronistas de Indias, los naufragios y rescates en el tráfico entre España y las Indias, sobre la Armada Española, y también estudios arqueológicos de pecios hundidos en Cuba y otros países. Con todo, quizás la documentación más inusitada de esta investigación es la que emana de una buena cantidad de documentos primarios del Archivo General de Indias, en Sevilla, España y sobre todo la extractada del Archivo Nacional de Cuba y la contenida en la prensa periódica nacional, alguna de ella inédita hasta hoy, concernientes a los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX. Todo ello, nos brinda una idea aproximada de los numerosos y frecuentes naufragios de los barcos de la Carrera de Indias —se calcula que más del 20 % de los buques no regresaban a la Metrópoli— y de la dinámica organización de la corona española en las operaciones de buceo, rescate y recuperación de estas naves y sus apetecidos cargamentos.
Las investigaciones arqueológicas subacuáticas en los últimos treinta años en Cuba, fueron llevadas a cabo por instituciones nacionales como Carisub, pionera en la arqueología marina por más de veinte años, la que se puso, a nivel mundial, a la vanguardia en esta disciplina; a su vez la valiosa información suministrada por pescadores, habitantes de comunidades costeras, marinos y aficionados de la arqueología, confirman el relevante patrimonio sumergido que yace en los fondos marinos alrededor de nuestro archipiélago. Solo una ínfima parte de ese acervo histórico ha sido recuperado y estudiado con métodos arqueológicos, y muy pocas de esas evidencias de la cultura material recobrada se encuentran exhibidas en los museos. Una gran parte de esos pecios están siendo destruidos por causas naturales como la erosión marina, los embates de los huracanes y la contaminación, etcétera, así como por el desafortunado expolio de individuos inescrupulosos, sin ninguna conciencia histórica.
Para que muchas de esas cosas no ocurran, es necesario profundizar, aún más, en políticas de protección y conservación y gestión de los yacimientos arqueológicos subacuáticos, y preferentemente llevar a vías de hecho la creación y fortalecimiento de instituciones cubanas consagradas a la prospección, conservación, inventario e investigación arqueológica de esa herencia cultural, propiciando su exposición en museos y su divulgación por distintos medios de comunicación.
Finalmente, por todo lo que esta publicación puede enseñarnos en aras del conocimiento histórico y de nuestros recursos patrimoniales sumergidos, y en pos de estimular su protección y estudio, congratulo a los autores por su aportación e invitamos a los lectores a escudriñar en cada página de esta obra los interesantes arcanos que ella nos devela.

(Palabras tomadas del prólogo de Cronología de los naufragios. La Habana Colonial, presentado el martes, 14 de febrero en la calle de Madera).

Roger Arrazcaeta Delgado
Director del Gabinete de Arqueología
Oficina del Historiador de La Habana

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