Como continuación de los debates en torno al origen y creación de la enseña nacional cubana, una vez publicada en La Revolución de Cuba (15 de febrero de 1873) la carta aclaratoria de Cirilo Villaverde sobre la autoría de Narciso López, ese mismo periódico tuvo a bien reproducir esta otra carta, de Manuel Anastasio Aguilera, quien fuera el encargado de entregar la bandera de La Demajagua enviada por Carlos Manuel de Céspedes a su esposa Ana de Quesada, exilada en Nueva York.

Como continuación de los debates en torno al origen y creación de la enseña nacional cubana, una vez publicada en La Revolución de Cuba (15 de febrero de 1873) la carta aclaratoria de Cirilo Villaverde sobre la autoría de Narciso López, ese mismo periódico tuvo a bien reproducir esta otra carta, de Manuel Anastasio Aguilera, quien fuera el encargado de entregar la bandera de La Demajagua enviada por Carlos Manuel de Céspedes a su esposa Ana de Quesada, exilada en Nueva York. Aprovecha ese patriota para informar que dicho estandarte se encuentra ya en manos de la «respetable persona que la guarda», así como para adjuntar copia del acta de la sesión de la Cámara de Representantes de la República de Cuba en Armas que, en Guáimaro, el 11 de abril de 1869, dispuso que la bandera de López  —enarbolada también por Joaquín Agüero en 1851, en Camagüey— fuese la enseña nacional. Entonces se acordó que la bandera de Céspedes se fijara en la sala de sus sesiones como «una parte del tesoro de la República».

Inaugurada en 1970, la Sala de las Banderas del Museo de la Ciudad de La Habana está constituida por dos secciones y, en la primera de ellas, se conservan los prototipos originales de las enseñas cubanas: la de Narciso López (1849-1850) y la de Carlos Manuel de Céspedes (1868), cuyos retratos presiden esa colección.

Señor Director de La Revolución de Cuba.
Muy señor mío:

Habiendo leido con el mayor gusto lo que en su apreciable periódico se ha publicado sobre el origen de la bandera cubana, tengo el placer de acompañar a Ud. una copia del acta de la Cámara Constituyente de la República de Cuba, en que se dispone que la referida bandera fuese la nacional; publicada dicha sesión en el Cubano Libre correspondiente al 15 de julio de 1869, que tengo a la vista.
Al mismo tiempo tengo la satisfacción de manifestar a Ud. que la primera bandera de nuestra actual revolución, o sea, la que alzó el ilustre Carlos Manuel de Céspedes, se halla depositada en esta ciudad, remitida por el mismo caudillo; habiéndole cabido la honra al que suscribe de ponerla en manos de la respetable persona que la guarda.
Quedo de Ud. Atento S.S.Q.B.S.M.-M.A.Aguilera.

Acta de la Sesión
En el pueblo libre de Guáimaro, el día 11 del mes de Abril de 1869, á la una de la tarde, se reunieron los ciudadanos Carlos Manuel de Céspedes, Salvador Cisneros, Miguel Gutiérrez, León Rodríguez, Antonio Lorda, Francisco Sánchez, José María Izaguirre, Tranquilino Valdés, Miguel Betancourt, Honorato del Castillo, Antonio Alcalá, Arcadio García, Eduardo Machado, Ignacio Agramonte y Antonio Zambrana, para celebrar la segunda sesión pública de la Cámara Constituyente.
Fueron leidas y aprobadas el acta de la sesión secreta que tuvo lugar el día anterior y de la primera sesión pública.
Concedido el uso de la palabra por el C. Presidente al C. José María Izaguirre, propuso que se alterase el orden en que la Constitución designa el nombre de los estados, y que se estableciera el inverso, fundado en la cronología de la revolución; propuso además que se diera un nuevo nombre al estado de las Villas.
El C. Eduardo Machado propuso que este nombre fuese el de Cubanacán. La Cámara aceptó solamente la primera proposición del C. Izaguirre.
El C. Eduardo Machado hizo uso de la palabra para pedir que se acordase por la Cámara la bandera que debía simbolizar la revolución en toda la Isla, é indicó por su parte, para ese objeto, la bandera que levantaron anteriormente López y Agüero, formada por un triángulo equilátero rojo con estrella blanca de cinco puntas, tres listas azules, y dos blancas. El C. Antonio Lorda convino en la necesidad de establecer una sola bandera, puesto que una es la causa que todos defendemos y uno solo ya el Gobierno de toda la Isla, y propuso que se adoptase en dicha bandera el triángulo azul, en sustitución al rojo, y las listas rojas en sustitución a las azules. El C. Izaguirre apoyó lo propuesto por el C. Lorda, con la variación de que las cinco listas se redujesen á una blanca y otra roja. El C. Castillo pidió que se aceptase la propuesta por el C. Machado, honrada ya con la sangre de muchos valientes y con el martirio de los que la levantaron para defender nuestra independencia. El C. Agramonte hizo uso de la palabra en el mismo sentido, exponiendo que las leyes de la heráldica invocadas por el C. Lorda para que se adoptase el triángulo azul, no debían absolutamente tenerse en cuenta en este caso; las leyes de la heráldica, dijo, arreglaban los blasones y los timbres de los reyes y de los nobles, y la República puede gloriarse en desatenderlas intencionalmente. El C. Céspedes recomendó á la Cámara que no se olvidasen los triunfos de la bandera que se alzó en Yara, ingratitud que sería tan notable como la que los ciudadanos Castillo y Agramonte temían que se cometiera con la de López y Agüero, y que no debían agraviarse los títulos adquiridos por el Departamento Oriental. El C. Zambrano usó de la palabra exponiendo que el brazo de los tres departamentos sellando la ventura y la libertad de la patria común, concluyó con los intereses y los sentimientos que los habían dividido, y que todos debían estar de acuerdo al levantar la bandera del cincuenta y uno, porque, según había recomendado el C. Agramonte, era un testimonio glorioso de que los cubanos estaban hace largo tiempo combatiendo la tiranía. La Cámara acordó que se adoptase para toda la Isla la bandera del triángulo rojo. [Aquí siguen otros particulares distintos.]
El C. Zambrano hizo la siguiente proposición que fue aceptada. Que el primer acuerdo de la Cámara de Representantes consistía en disponer que la gloriosa bandera de Bayamo se fije en la sala de sus sesiones y se considere como una parte del tesoro de la República. [Siguen asuntos diversos].
El Presidente de la Cámara cerró la sesión, señalando el día 12 de abril para la solemne investidura del primer magistrado de la República y del General en Jefe.

La Revolución, Marzo 1º, de 1873.

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Tomado de Iniciadores y primeros mártires de la Revolución Cubana, de Vidal Morales y Morales (pp. 265-266).

Bajo la valiosa colección de banderas cubanas pendientes del techo, en la segunda sección de la Sala de las Banderas del Museo de la Ciudad de La Habana, pueden ser apreciadas armas y otras pertenencias de Carlos Manuel de Céspedes, Máximo Gómez, Antonio Maceo, Calixto García y José Martí. Entre los cuadros que recrean pasajes y personalidades de las guerras independentistas cubanas contra el dominio colonial español, se destacan los óleos Panchito Gómez Toro, de Servando Cabrera Moreno, y La muerte de Maceo (1908), de Armando Menocal.

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