Obras de Pedro Pablo Oliva, Ernesto García Peña, Osvaldo García y José Luis Fariñas integran la exposición colectiva «Acuarelas», en su segunda edición, inaugurada este jueves 8 de marzo, en la galería interior del Palacio de Lombillo.

La perseverancia de la acuarela en nuestro ámbito artístico no ha supuesto un fortalecimiento cuantitativo del grupo de los acuarelistas, pues sigue siendo un número reducido de creadores quienes mantienen su credibilidad y vigencia.

En un contexto como el nuestro donde parece estar imponiéndose cada vez más la presunción sobre la sencillez, el efectismo sobre la particularidad y la síntesis, los niveles de retórica sobre sus modos de representación, la técnica de la acuarela ha ido perdiendo protagonismo, ha dejado de ser una opción autónoma, un camino en sí mismo como esos que han estado sustentando la pintura al óleo o en acrílico, la fotografía o la instalación, para convertirse en un artificio suplementario, un recurso adoptado básicamente para el adiestramiento y el boceto. La perseverancia de la acuarela en nuestro ámbito artístico no ha supuesto un fortalecimiento cuantitativo del grupo de los acuarelistas, pues sigue siendo un número reducido de creadores quienes mantienen su credibilidad y vigencia.
Teniendo en cuenta esta circunstancia, no podemos menos que recibir con satisfacción la iniciativa de Noemí Díaz de crear en el Palacio de Lombillo un espacio para la promoción anual de obras y autores que ejercen esa manifestación en Cuba, titulado Acuarelas. Aunque el proyecto tiene apenas dos años de existencia y aún está perfeccionando sus presupuestos curatoriales, desde la génesis del mismo Noemí se ha preocupado por establecer pautas importantes de calidad. En la primera muestra, realizada en marzo del 2011, incluyó artistas que han ido madurando su trabajo dentro de la técnica y autores con una aptitud probada, algunos de los cuales constituyen verdaderos paradigmas dentro de la acuarela, como Pedro Pablo Oliva, Arturo Montoto y José Luís Fariñas.
En esta segunda entrega ha decidido reducir el listado de participantes y concentrar el valor de las obras en exhibición, apostando por figuras con un procedimiento y un estilo consumado. La muestra, aunque breve, constituye un registro representativo de esa clase de acuarela desembarazada, de parodia sutil y onírica incorregible, que ha estado defendiendo a toda costa Pedro Pablo Oliva; de las nuevas y oxigenantes incursiones que está llevando a cabo Ernesto García Peña en la abstracción figurativa; del grafismo ecléctico y de fluctuaciones glamurosas que caracteriza la obra de Osvaldo García; del poder de síntesis y capacidad ilimitada de improvisación que sostiene la metodología de dibujo de José Luís Fariñas.
Según las expectativas creadas en la primera convocatoria de «Acuarelas», se echa de menos en esta 2da edición el tema referido a la confrontación generacional, a la correlación discípulo-maestro, enfoques perceptuales e instructivos que pueden garantizar el éxito del proyecto. Quizás la curadora ya esté trabajando en ello, pero resultaría provechoso recuperar esa perspectiva en próximas ediciones, respaldarla con testimonios de la producción plástica más reciente, enriquecerla con la incorporación acuciosa y selectiva de otros artistas que defienden la práctica de la acuarela desde distintas regiones del país.

David Mateo
Crítico de Arte

Imagen izquierda: Ernesto García Peña. Y la pasión es grande (2010). Acuarela sobre cartulina (37 x 51 cm). Imágenes inferiores, de izquierda a derecha: Osvaldo García: Ad libitum en el viento (2012). Acuarela sobre cartulina (62 x 48,5 cm); Pedro Pablo Oliva: De la serie Las extrañas muchachas que amé (2011). Acuarela sobre cartulina (75x 55 cm); José Luis Fariñas: El origen del silencio (2012). Acuarela sobre cartulina (50x 38cm).

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