Incentivar el interés de las personas por la historia y en particular por los hechos acaecidos durante el sitio, defensa y toma de La Habana por los ingleses, fue el objetivo principal del andar tras la huella inglesa en la capital de la Mayor de las Antillas.

El 250 aniversario del sitio, defensa y toma de La Habana por los ingleses, no pasó por alto en el programa veraniego Rutas y Andares. Azar o no, premeditado o de manera inconsciente, el día escogido para el andar, primero de agosto, coincidió con la jornada, en 1762, cuando se reanudaron las acciones militares tras la «tregua de honor» concedida entre ambos bandos contendientes para rendir homenaje al héroe de El Morro, Luis de Velasco.
Las acertadas y malas decisiones de figuras claves en la defensa de la plaza habanera fue uno de los aspectos abordados por Jorge Echeverría que, junto a Antonio Quevedo y Adonys Barrios, dirigió el equipo a cargo del Andar. Con salida de la Plaza de Armas, el público asistente se desplazó al Museo Castillo de La Real Fuerza, donde pudieron conocer sobre las tácticas militares empleadas por Pepe Antonio al frente de las milicias en el poblado de Guanabacoa.
Según los especialistas, debemos recordar que, tras la muerte del monarca Fernando VI, llegaba a su fin una etapa caracterizada por la neutralidad de la Corona española. Carlos III, sucesor al trono, comprometió la paz al aliarse a una Francia devastada por la Guerra de los Siete Años. La firma del Tercer Pacto de Familia motivó que Gran Bretaña le declarara la guerra a España, el 4 de enero de 1762. Cuba, entendida como antemural de las Indias, llave del golfo y perla del Caribe, durante dos siglos había sido codiciada por los británicos.
En marzo del propio año, una flota comandada por George Pocock había zarpado desde Spithead rumbo a Portsmouth y desde este puerto hacia las Antillas. Luego de sortear el canal viejo de Bahamas y los cayos al norte de Cuba, la flota arribó al litoral habanero. Para cuando se dio la voz de guerra, La Habana estaba sitiada por dos centenares de bajeles de la Royal Navy, entre navíos de línea, fragatas y barcos de transporte de tropas, pertrechos y bastimentos.
Luis Vicente Velasco se encontraba a bordo de su navío Reina surto en el puerto habanero junto a la escuadra del general Gutiérrez de Hevia, marqués del Real Trasporte. Ante la inminencia del ataque de los británicos le es conferida la gobernación del castillo de los Tres Reyes del Morro, política implementada por el consejo de Guerra español, la que consistía en nombrar a los capitanes de navío al frente de las fortificaciones.
En el caso de El Morro, la sabia utilización de la artillería permitió enfrentar por mar, con tan solo las 30 bocas de fuego de la batería de Santiago, a los 286 cañones de los navíos ingleses Stirling Castle, Namur, Malborough y Cambridge que, tras seis horas de intenso rociado de plomo, debieron retirarse ante los certeros disparos de los artilleros de Velasco. En tanto, otra batería presentaba combate a las fuerzas británicas del general William Keppel emplazadas en la Cabaña.
La detonación de una mina bajo el baluarte de Tejeda produjo una inflexión en el curso de los hechos. La explosión abrió una brecha de tres pies de altura y casi igual profundidad desde el zócalo hasta la cresta del baluarte. Para entonces, el fin del dominio español en La Habana era solo cuestión de días. En El Morro habían caído heroicamente el capitán Fernando Párraga, Vicente González y Bassecourt, marqués González, y otros siete valerosos oficiales a las órdenes del célebre hijo de Noja, quien debió ser trasladado a la ciudad en una barca para ser atendido.
No se trataba de una herida mortal, pues la bala no había perforado ningún órgano vital. Sin embargo, agotado por incesantes jornadas de vigilia, aún convaleciente de la anterior lesión en su espalda y la presencia de tétanos luego de la cirugía sentenció la existencia del héroe. En las primeras horas de la mañana del 31 de julio de 1762, ante la conmovida mirada del marqués del Real Transporte, Juan Antonio de la Colina y otros altos oficiales españoles, expiró su último aliento en los brazos de su sobrino, el alférez de navío, Santiago Muñoz de Velasco.
Destacada actuación tuvo además Luis de Aguiar al mando de la defensa del torreón de Santa Dorotea de la Luna de la Chorrera y el citado Pepe Antonio, quien intentó cortar el paso a las fuerzas inglesas cuando se dirigían al sur de la ciudad, provenientes de las márgenes del río Cojímar.
Por la parte británica, es digno de resaltar la traza marítima escogida por sus altos oficiales para transitar al norte de Cuba sin ser avistados por guardacostas españoles. La escuadra de la Royal Navy, tras cruzar el canal de Bahamas, se adentró en la peligrosa zona de cayos en el centro de la Mayor de las Antillas, verdadera hazaña para la época, pues debieron sortear con precisión los bajos fondos y las crestas arrecifales.
Luego de conocer los pormenores del hecho histórico, las familias asistentes pudieron visitar la muestra transitoria «Sitio, defensa y toma de La Habana por los ingleses» que se exhibe en la segunda planta del Museo Castillo de La Real Fuerza. La exposición la integran armas utilizadas por la guerrilla de Pepe Antonio, piezas numismáticas acuñadas en España que rememoran la postura heroica de Luis de Velasco y el marqués González, bibliografía especializada, entre otras piezas museables.

Capture of Havana by the English Squadron (La Toma de La Habana por el escuadrón inglés) óleo sobre lienzo realizado por Dominic Serres.

El andar incluyó una visita al Museo de Arqueología donde su director, Antonio Quevedo, realizó una detallada explicación de la muestra allí expuesta de lozas inglesas, halladas en contextos arqueológicos habaneros, evidencia del comercio suscitado a raíz de los acontecimientos de 1762, y posterior.
En tanto, en el Museo de la Ciudad, otrora Palacio de los Capitanes Generales, las personas apreciaron Capture of Havana by the English Squadron (La Toma de La Habana por el escuadrón inglés) óleo sobre lienzo realizado por Dominic Serres. La obra, que permanecerá a disposición de los visitantes hasta noviembre, corresponde a un préstamo realizado por la embajada inglesa, efectuado durante la Semana Británica que se celebró en el Centro Histórico, del 4 al 10 de julio del presente año.

Fernando Padilla González
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Opus Habana

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