La muestra evidencia que, el modelismo —arte que requiere de cuantiosos recursos— es sobre todo, creatividad sin límites, férrea perseverancia, agudeza visual, encomiable memoria espacial, dedicación, amor y pasión.

Los amantes de las miniaturas han encontrado en el Museo Castillo de La Real Fuerza, un espacio de convergencia. El segundo sábado de meses alternos, los modelistas presentan en la institución del Centro Histórico sus proyectos, los nuevos resultados, intercambian ideas, experiencias e instrumentos, al tiempo que dialogan con el público y le hacen partícipes del propio proceso de confección de un modelo a escala.
Expuesta en el Museo Castillo de La Real Fuerza a finales de 2010, «Modelismo en acción I» significó un antecedente que sentó las bases para aunar esfuerzos y lanzar una convocatoria más amplia a los modelistas del país para que tributaran sus obras a una exposición anual, con el objetivo de lograr un movimiento consolidado de una actividad manual que cada vez más pierde autenticidad y arte ante los kits industriales.
La nueva muestra propone dejar ver una faceta poco conocida en la realización de modelos a escala: su construcción por niños. A decir de Antonio Quevedo y Jorge Echeverría, director y especialista principal —respectivamente— del Museo Castillo de La Real Fuerza, existe la voluntad de acoger en la institución al modelismo como una práctica instructiva para el disfrute de los visitantes, y lograr una integración basada en el intercambio de experiencias entre los hacedores de este arte a escala. «Modelismo en acción I» fue el primer paso», asegura Echeverría.

¿Qué es «Modelismo en acción»? Quizás, la respuesta más certera se halle en el cartel que acompaña la muestra: «La figura del artesano modelista está desapareciendo en el mundo, reemplazada por la acción de las computadoras y las casas comercializadoras. En nuestro país, ante el déficit de acceso a las nuevas tecnologías y la no existencia de las tiendas de modelismo, los artesanos persisten en su empeño, crean, innovan y mantienen la vieja tradición de esta especialidad.
»El Museo Castillo de La Real Fuerza constituye un espacio de cita y confluencia para sus encuentros, debates, búsquedas de soluciones, y por segunda vez también los acoge en su sala de exposiciones transitorias con una muestra de su pericia.»El modelismo es la pasión, la dedicación y la paciencia de diseñar, construir, crear y armar modelos, generalmente en escala, lo más parecidos posible a la pieza real: es la actividad artesanal consistente en la creación de prototipos».
El mayor reto de «Modelismo en acción I y II» ha sido la revitalización y el rescate de la tradición de llevar a escalas menores, aquellos objetos que circundan la existencia humana, ya sean creados por el hombre o la naturaleza. La muestra evidencia, además, que el modelismo  —arte que requiere de grandes recursos— es sobre todo, creatividad sin límites, férrea perseverancia, agudeza visual, encomiable memoria espacial, dedicación, amor y pasión.Y es amor, pasión y dedicación lo que irradian las piezas que se exhibirán, en su variedad latente: barcos, aeronaves, trenes, ómnibus, piezas de artillería…, elaboradas no solo por artesanos adultos, sino también por su relevo, los niños.
Reviste especial interés que los pequeños se interesen por este arte manual, pues muchos de los que ahora exponen son egresados del taller de modelismo naval, impartido en el Museo Castillo de La Real Fuerza durante los meses de julio y agosto, por el promotor cultural Adonys Barrios. Otro aspecto singular, que agradecerá con creces el público asistente, será el de conocer de primera mano y en voz de sus realizadores, las particularidades de la confección de los modelos, así como la historia de sus referentes reales.
En Cuba —y en particular, en La Habana— según se conoce, la tradición del modelismo tiene su origen en la etapa colonial. Las poblaciones aborígenes que habitaron la Isla fueron diestras en el uso y empleo de las maderas preciosas cubanas y realizaron finos trabajos en talla, sin embargo, se generaliza la realización de modelos a escala asociada a la posterior actividad de la construcción naval en las márgenes de la rada habanera.
Los armadores y constructores de bajeles delineaban en planos las estructuras de la futura embarcación y posteriormente confeccionaban a escala un modelo del mismo. Con la fundación en 1724 del Real Arsenal de La Habana, los ingenieros de la Armada realizaban los modelos y los enviaban a las autoridades de la Marina Real, en ocasiones al propio Rey, en reclamo de sus aprobaciones.
Es conocido, además, que antes de emprender el viaje por los mares del mundo, muchos marinos realizaban un peculiar ritual: encomendaban su alma a la virgen del Pilar, situada en la cima de la Columna de Cagigal en el Templete; se hincaban de rodillas en la Ermita del Santo Cristo del Buen Viaje y, por último, echaban en las aguas de la bahía una pequeña embarcación, la cual impulsaban a la margen opuesta, en dirección al santuario de la Virgen de Regla.
Herederos de aquella tradición, los modelistas de hoy, hacen del Museo Castillo de La Real Fuerza, un bastión inexpugnable del arte a escala, sus armas: creatividad sin límites, férrea perseverancia, agudeza visual, encomiable memoria espacial, dedicación, amor y pasión.

Fernando Padilla González.
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Opus Habana

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