Semanario Especial Opus Habana : Opus Habana. Semanario Digital.
CLAVES CULTURALES DESDE EL CENTRO HISTÓRICO
Edición Especial  
 
 Miércoles 8 de octubre



     

EL AMOR EN EL BAILE. INÉDITOS PIANÍSTICOS CUBANOS DEL S. XIX
Concierto por el 20 aniversario de la Basílica menor del Convento de San Francisco de Asís
VI Festival Leo Brouwer de música de cámara
Sábado 11 de octubre, 6:00 pm
Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís
Dedicado a Zoila Lapique



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EL AMOR EN EL BAILE. INÉDITOS PIANÍSTICOS CUBANOS DEL S. XIX

INTÉRPRETES: Liana Fernández (Cuba), Lianne Vega (Cuba), Milagros de los Ángeles (Cuba), Josué Tacoronte (Cuba-México), Lisa María Blanco (Cuba) y Gabriela Piñeda (Cuba)

COMPOSITORES: B. del Corral de Raffelin, J. Gavira, José L. Ramírez, J. Comellas y Carmona, Antonio Álvarez y Morales, J. Metzler, Nicolás Ruíz Espadero, Manuel Saumell, Tomás Ruíz, Capitán Brulote, C. Anckermann, Luis Arditi, Carlos Anillo, C. Peichler, P. Desvernine.

PROGRAMA

-   La Matilde (La moda o recreo semanal del bello sexo, 1829). Anónima, contradanza
-   La Entralgo (Noticioso y Lucero de La Habana, 1840). Clemente Peichler. Contradanza
-  La Peñalver (Noticioso y Lucero de La Habana, 1840). Clemente Peichler. Contradanza
-  La flor del valle (Faro Industrial de La Habana, 1850). Joaquín Gavira. Danza
-   Un recuerdo de la Gironda (Faro Industrial de La Habana, 1850). Belén del Corral de Raffelin. Danza

 Liana Fernández, piano

-   El amor en el baile (La Prensa, 1842), C. P. Habanera, canción para voz y piano
-   El pelado a la Derniere (Noticioso y Lucero de La Habana, 1839). Anónimo. Canción para dos voces y guitarra

Milagros de los Ángeles Soto, soprano/ Teresa J. Pérez, mezzosoprano / Lianne Vega, piano/ Josué Tacoronte, guitarra

-    El arte de hacer fortuna (La Piragua, 1856). José L. Ramírez. Contradanza
-     La Chalupa (Noticioso y Lucero de La Habana, 1841). Clemente Peichler. Contradanza
-    La Bruja (Noticioso y Lucero de La Habana, 1841). Clemente Peichler. Contradanza
-     La Martínez (Noticioso y Lucero de La Habana, 1840). Clemente Peichler. Contradanza
-    El faro industrial (Revista Pintoresca del Faro Industrial de La Habana, 1847). José Comellas y Carmona. Contradanza
-     La preferida (El Almendares, 1852), Antonio Álvarez y Morales. Contradanza
-     La preciosa Lolita (Noticioso y Lucero de La Habana, 1840). Clemente Peichler, piano (cuatro manos). Contradanza

Lisa María Blanco, piano / Gabriela Piñeda, piano

-    Canción (La moda o recreo semanal del bello sexo, 1830). Juan Metzler. Canción
-    Una verdad (La moda o recreo semanal del bello sexo, 1829). Anónima. Canción

 Milagros de los Ángeles Soto, soprano / Lianne Vega, piano

-   La Yumurina (Revista Pintoresca del Faro Industrial de La Habana, 1849). Joaquín Gavira (Cuba, 1780-1880). Contradanza
-    Toma, Tomás. Manuel Saumell (Cuba, 1817-1870). Contradanza
-     El dedo de Landaluze (Don Junípero, 1862). Tomás Ruíz (Cuba, 1834-1888). Contradanza
-     Suelten las pesetas (Don Junípero, 1863). Tomás Ruíz (Cuba, 1834-1888). Contradanza
-    ¡Ahora no, porque están mirando! (Don Junípero, 1863). Capitán Brulote. Contradanza
-    ¡Mamá que me van a pintar! (Don Junípero, 1863). Carlos Anckermann (España, 1829-Cuba, 1909). Contradanza
-   Se te acabó la ganga (Don Junípero, 1867). Carlos Anillo. Contradanza
-   La estrella del faro (Revista Pintoresca del Faro Industrial de La Habana, 1849). Luis Arditi (Italia, 1822-1903). Contradanza

Lianne Vega, piano

-    Graziela (Don Junípero, 1867). Carlos Anillo. (piano a cuatro manos). Contradanza
 
Liana Fernández, piano / Lianne Vega, piano

-     La piedad (Revista del Liceo de La Habana, 1857). Anónima, canción para dos voces y guitarra
-     Melodía (Revista del Liceo de La Habana, 1859). Nicolás Ruíz Espadero (Cuba, 1832-1890). Canción

Milagros de los Ángeles Soto, soprano/ Teresa J. Pérez, mezzosoprano/ Josué Tacoronte, guitarra/ Lianne Vega, piano

-     ¡Mi destino! (Noticioso y Lucero de La Habana, 1840). Clemente Peichler. Romance
-     La víctima (Noticioso y Lucero de La Habana, 1841). Clemente Peichler. Romance
-     Marcha fúnebre (Noticioso y Lucero de La Habana, 1840). Clemente Peichler. Marcha
-     La virtuosa, Manuel Saumell (Cuba, 1817-1870). Contradanza
-    El Ad libitum (El Artista, 1849). Pablo Desvernine (Cuba, 1823-1910)
-     La Bayamesa, Carlos Manuel de Céspedes (Cuba, 1819- 1874). José Fornaris (Cuba, 1827-1890) y Castillo Moreno. Canción
-     Capricho para piano sobre la canción cubana La Bayamesa (Revista musical, 1856). Pablo Desvernine (Cuba, 1823-1910)  

Liana Fernández, piano/ Josué Tacoronte, guitarra/ Milagros de los Ángeles Soto, soprano/ Teresa J. Pérez, mezzosoprano


Música de salón en las publicaciones periódicas de La Habana decimonónica (1829-1867)

La música de salón, aquella que está asociada a los encuentros sociales, es un eje central en la vida cultural del siglo XIX habanero, reflejada, en muchas ocasiones, por las publicaciones seriadas. En esta tarde escucharemos una selección de las obras recogidas en periódicos y revistas de la capital cubana durante esta época.

Son contradanzas, valses y canciones, así como miniaturas pianísticas, propias del romanticismo europeo, donde se destaca el piano sin demasiados alardes técnicos, lo cual responde al público que iban dirigidas: esas señoritas burguesas que dentro de su enseñanza general se encontraba el aprendizaje de conocimientos musicales elementales para la interpretación de algún instrumento, fundamentalmente el piano, en tertulias y actividades sociales. Esta es la razón por la cual preferimos la presencia femenina entre las intérpretes de esta tarde, que incluye profesionales y talentosas estudiantes, tal y como sucedió hace más de un siglo.

Los títulos de las obras son muy sugerentes, donde cabe destacar la mención a personajes femeninos, catalogados en la época como el bello sexo: La Matilde, La preciosa Lolita, La Graziela. Es de resaltar que la mayoría de estas piezas fueron publicadas en hemerografía pensada y dedicada a las mujeres habaneras, donde los temas además de la música, eran la moda, la literatura, corte y costura, etc. Y es que la mayoría de estas partituras son dedicadas a las bellas suscriptoras o alguna señora o señorita, «de familia», en particular.

Sin embargo, lo más significativo en cuanto a la presencia de la mujer en este repertorio es en su rol de compositoras. En 1850 aparece en  Un recuerdo de la Gironda la firma de Doña Belén del Corral de Raffelín, de quien no sabemos más que el hecho de ser la esposa del músico cubano Antonio Raffelín.

Por otro lado, es el piano el protagonista principal de este concierto y es que durante todo el siglo XIX este instrumento acompañó la mayoría de las escenas sociales de La Habana. A tal punto que el cronista Serafín Ramírez comenta que tocar este cordófono se había convertido en más que un pasatiempo, en un compromiso o deber social de cada familia.

Es la contradanza el género más representado en este repaso.  La primera que hemos encontrado en la hemerografía que ha llegado hasta nuestros días, es La Matilde (1829), la cual escucharemos quizás por primera vez después de casi 200 años de su composición y publicación en La Moda o Recreo Semanal del Bello Sexo, y donde se comienzan a visualizar características propias de la contradanza cubana como la preferencia por la métrica en 2/4,  la estructura bipartita, la recurrencia al manejo de las terceras y sextas en la línea melódica con ritmos sincopados e irregulares y el uso recurrente del acompañamiento de tango que abarrotaron los repertorios musicales de los salones decimonónicos habaneros.

Escucharemos además obras del compositor, aún desconocido de la historiografía musical cubana Clemente Peichler, sin dudas, un excelente cronista de su tiempo a través de sus composiciones. En este sentido, las contradanzas habaneras La Entralgo, La Peñalver y La Martínez hacen alusión al concierto a beneficio de la casa de pobres dementes organizado por la Condesa de Merlín —importante gestora cultural de nuestra Habana— el 24 de julo de 1840. Las mismas están dedicadas a las cantantes que participaron de la velada: Catalina Entralgo, Teresita Peñalver y María de Jesús Martínez de Serrano.

También la canción tuvo su acogida en las publicaciones seriadas y por ende en este concierto, las primeras recogidas son Una verdad y Canción. Las mismas aunque sin muchas pretensiones en cuanto a la explotación de tesituras ampliadas, presentan ornamentos y fiorituras, derivados de la influencia italiana que había contagiado a toda Europa. Los textos son fruto de las improntas de la literatura romántica, no encontrándose ningún escenario propiamente cubano que nos aporte pistas sobre un principio de nacionalismo.  

El pelado a la derniére y La piedad manejan la distribución a dos voces conjuntas, con una sencillez en el discurso sin grandes saltos y utilizando la distancia interválica entre las voces de terceras y sextas, muy recurrentes en las líneas melódicas de géneros bailables como la contradanza. Estas canciones pueden significar una de las primeras exponentes de la trova tradicional cubana, esa que es cantada a dos voces con acompañamiento de guitarra, donde desde el texto se relata y valora la realidad circundante, la cual significó uno de los géneros más representativos de la cancionística cubana.

Es El amor en el baile (La Prensa, 1842) la primera habanera publicada y catalogada como «nueva canción habanera», la cual hereda las características ya mencionadas de la contradanza. La habanera tuvo en la segunda mitad del siglo XIX un éxito absoluto en Europa, lo que demuestra ese ir y venir de las maneras de hacer, donde no necesariamente los códigos de la colonia son traídos de la metrópoli, sino que más que eso, lo que ocurre es una rica retroalimentación bidireccional.

En la revista El Liceo de La Habana, se publica Melodía, que llama la atención, precisamente por su contenido nacional. Su texto, escrito por José Ramón Betancourt, director del Liceo Artístico y Literario de La Habana, hace referencia a la nostalgia de un desterrado fuera de su Patria: Cuba. Compuesta la música por Nicolás Ruíz Espadero.  

Otro aspecto a destacar son los compositores que en estas partituras se descubren. El ya mencionado Clemente Peichler, quien durante la década del 40 publicó en el Noticioso y Lucero de La Habana, casi treinta piezas para pianoforte, donde algunas sobresalen por su elaboración, en cuanto a recursos armónicos y de texturas, con una explotación de los recursos de este instrumento como en la Marcha Fúnebre es en la actualidad desconocido por nosotros.  

La Yumurina y La Flor del Valle son contradanzas compuestas por Joaquín Gavira, quien fue un compositor, profesor y violinista cubano, vinculado a las actividades religiosas de la Catedral de La Habana, siendo Maestro de Capilla de la misma y reconocido, por Serafín Ramírez, como autor de una multitud de obras sagradas de singular mérito. El hallazgo de estas obras profanas anula lo expuesto por Ramírez y demuestra, en La Habana decimonónica, el desdoblamiento simultáneo de los músicos tanto en el ámbito religioso como en el profano.

Manuel Saumell, uno de los máximos exponentes de la pianística cubana del siglo XIX, dedicó una de sus contradanzas a Tomás Ruíz: ¡¡Toma, Tomás!! De este autor, director de música del Liceo Artístico y Literario de La Habana, proponemos hoy dos contradanzas publicadas por Don Junípero: El dedo de Landaluze y Suelten las pesetas.


De la misma forma, presentamos una muestra de esas obras compuestas por reconocidos artistas europeos en su paso por La Habana, escenario de prestigiosos artistas de múltiples procedencias geográficas. Tal es el caso de la obra editada por la Revista Pintoresca del Faro Industrial de La Habana: La Estrella del Faro, de Luis Arditi, (Italia, 1822-1903) violinista, director de orquesta y compositor, quien nos dejó esta contradanza para piano que catalogó de habanera, donde plasmó sus impresiones sobre el entorno musical cubano que lo hospedó. A pesar de  que en su línea melódica no pudo desprenderse del registro agudo del violín en la primera parte, en la segunda utiliza el ritmo de tango, ya consolidado en el género europeo adoptado por la Isla, así como indicaciones expresivas en la partitura tan criollas como «con zandunga».

Sobresale entre todos estos nombres el de Pablo Desvernine Legrás (1823-1910), discípulo de Juan Federico Edelmann y pianista de gran renombre no sólo en Cuba, sino en Europa y Estados Unidos. Su virtuosismo al parecer era tan significativo, que Manuel Saumell dedicó su reconocida contradanza La Virtuosa: a mi amigo Pablo Desvernine.

El Ad Libitum y Capricho para piano sobre la canción cubana La Bayamesa y dedicada al también pianista Fernando Arizti son piezas que denotan no sólo un mayor vuelo técnico de la pianística utilizada, sino la preferencia por el estilo romántico, con formas musicales típicas del siglo XIX europeo como el capricho y con recursos expresivos como ad libitum, la explotación de los registros extremos de este cordófono, así como las constantes alteraciones agógicas del discurso musical.   

El rescate y difusión de toda esta música, la cual representa una muestra de un universo más amplio de repertorio de salón, es una de las premisas del Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas, de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, quien junto a la investigadora Zoila Lapique, especialista en el trabajo de fuentes documentales relacionadas con la música en publicaciones seriadas durante la colonia, devolverán a los músicos cubanos y público en general una parte importante de nuestro patrimonio musical. Sirva este concierto de homenaje a los 20 años en que la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís ha sido el escenario donde ha vuelto a la vida tanta música añeja.



Indira Marrero

Musicóloga

 

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