La ejecución de la Lonja del Comercio de La Habana se inició en 1907 y para ella se contrató a la compañía norteamericana Purdy & Herdenson. El costo del edificio ascendió a 800 mil pesos, toda una fortuna para la época. Su fachada principal se enfatizó con un cuerpo central, formado por un pórtico de tres arcadas que daban acceso al gran vestíbulo central,  el cual conducía a la escalera principal, los ascensores y servía para la entrada y salida de carruajes.

Según la memoria descriptiva del proyecto el orden que adoptaría el inmueble sería el del Renacimiento español, contaría de cinco pisos, la planta baja se destinaría a almacenes y bolsa, los entresuelos, el cuarto y quinto piso  dedicados a oficinas y su tercer piso a las operaciones de Lonja. 


«Los edificios son como las palabras de los pueblos, y sus símbolos. A través de su edad cuentan su espíritu y revelan su historia.»
José Martí

No abundan los inmuebles que despiertan la admiración, merecen los elogios de la multitud, o detienen al más desorientado de los transeúntes. Dentro este selecto grupo y como integrante del conjunto de edificios de gran valor patrimonial que asoman a la Plaza de San Francisco encontramos La Lonja del Comercio de La Habana, verdadera joya arquitectónica, que sobresale por su atractivo, volumetría y singular emplazamiento.

 
Edificio de la Lonja del Comercio vista desde la rada habanera. Foto tomada en 1914. 
Fiel heredera de su pasado, encierra en sí misma el espíritu y la vocación comercial que durante la etapa colonial acompañó a este espacio público habanero. Aquel que magistralmente describió el historiador Emilio Roig de Leuchsering, cuando expresó: «era durante la Colonia el centro de la zona comercial y de toda clase de transacciones; lugar de espera, carga y descarga de carretones que acudían al muelle y a los almacenes que rodean aquel lugar; depósito de mercancías y frutos, a pesar de haberse trasladado de allí el verdadero mercado. Todo era allí, en los días laborables, ruido, movimiento, vida; ir y venir de blancos y de esclavos negros, carretas, carretones, quitrines, carretillas.»
Hace ya un siglo que la ciudad vio levantar, con gran atención y expectativas este edificio, que representó un símbolo a escala urbana, y una clara expresión del progreso alcanzado por los comerciantes e importadores de víveres de la Isla, muchos de ellos inmigrantes españoles devenidos exitosos empresarios, que habían cruzado el Atlántico atraídos por las riquezas de la perla antillana. 
Su aparición se enmarcó dentro del gran auge edilicio que tuvo lugar en la ciudad durante las primeras décadas del siglo XX, período que algunos cronistas dieron en llamar, como  «el vértigo de la piedra» o «de desenfreno arquitectónico»; y el cual tuvo como esencial objetivo cubrir funciones administrativas, mercantiles y financieras. Cabe recordar, que contemporáneos a la Lonja y ubicados en su entorno se alzaron también dos edificios comerciales, el construido en 1906, por la importante firma importadora de efectos de ferretería Casteleiro y Vizoso, y el edificado en 1910, en la esquina de Oficios y Lamparilla, por la reconocida firma Suero y compañía, antigua casa importadora de arroz, tasajo y café en granos.
El 28 de marzo de 1909, con la presencia del presidente de la República, el mayor-general José Miguel Gómez, en uno de sus primeros actos públicos desde su investidura, y ante una gran multitud, que se dio cita en la nueva sede de los «ahijados del dios Mercurio» quedó inaugurado el «grandioso palacio», como lo definió el periodista Oscar Ugarte. Siguiendo una vieja tradición, la ceremonia se inició con la bendición del edificio por el arzobispo de La Habana, Manuel Ruiz Rodríguez, a continuación ofició una misa el padre Fernando Ansoleaga, rector del Seminario de Belén, y la banda municipal amenizó el solemne acontecimiento.
También estuvieron presentes en la memorable reunión el doctor Julio de Cárdenas, alcalde de la ciudad, el comerciante de origen catalán y Presidente de la Lonja del Comercio señor Narciso Maciá, así como distinguidas damas e importantes personalidades de la elite habanera.  
El semanario El Fígaro, uno de los órganos de prensa que cubrió los festejos, en su edición del 4 de abril de 1909,  resumió la fastuosa apertura con estas palabras:
Cuanto vale y significa en nuestros centros oficiales, mercantiles, religiosos, de cultura y sociales, desfiló por el hermoso y magnificente conjunto de salones y departamentos que encierra aquel vasto edificio, valiosa joya de que puede enorgullecerse la capital de la República. 
El feliz acontecimiento puso fin a seis largos años de espera. En 1903, se había convocado a un concurso para reedificar la Lonja de Víveres. El proyecto presentado por el arquitecto valenciano Tomás Mur, obtuvo el primer premio con un edificio de cinco plantas, destinado a almacenes, comercios y oficinas, pero su realización tropezó con varios obstáculos. En 1907, fue disuelta la Lonja de Víveres, antigua sociedad mercantil creada por comerciantes españoles en 1888, y en su lugar se fundó una nueva compañía, la  Lonja del Comercio de La Habana.
Ante el auge que cobró la actividad comercial y al elevarse la capacidad importadora del país, la nueva compañía decidió construir un nuevo edificio con la finalidad de dedicarlo a la contratación y el comercio de víveres.
 
La Lonja del Comercio vista desde la torre campanario del Convento de San Francisco de Asís.
La ejecución de la obra se inició en 1907 y para ella se contrató a la acreditada compañía norteamericana Purdy & Herdenson. El costo del edificio ascendió a 800 mil pesos, toda una fortuna para la época. Según la memoria descriptiva del proyecto el orden que adoptaría el inmueble sería el del Renacimiento español, contaría de cinco pisos, la planta baja se destinaría a almacenes y bolsa, los entresuelos, el cuarto y quinto piso  dedicados a oficinas y su tercer piso a las operaciones de Lonja. Su fachada principal se enfatizó con un cuerpo central, formado por un pórtico de tres arcadas que daban acceso al gran vestíbulo central,  el cual conducía a la escalera principal, los ascensores y servía para la entrada y salida de carruajes. 
Por último, coronaba al notable edificio una gran cúpula y sobre ella una estatua de Mercurio, dios romano del comercio y mensajero de los dioses, réplica de la obra original del famoso escultor flamenco Juan de Bolonia (1529-1608), artista que vivió en la Italia del Renacimiento y escultor de la corte de los Médicis. Asimismo, creador de importantes obras maestras como La Fuente de Neptuno o Arquitectura, muchas de las cuales se atesoran en el Museo Nacional de Bargello de la ciudad de Florencia.      
El monumental edificio se elevó 27 metros sobre una parcela aproximada de 2 mil 400  metros cuadros, en la que se edificó una superficie total próxima a los 12 millones de metros cuadrados. Para la historiadora e investigadora Llilian Llanes, «representó una revolución en las construcciones de La Habana, por sus dimensiones y la técnica utilizada en su fabricación, así como por el tiempo en que se llevó a cabo.» 
Se emplearon en su estructura armaduras de columnas y vigas de acero remachadas, que soportaban paredes, tabiques, pisos y techos de diferentes niveles, novedosa tecnología que provenía de los Estados Unidos.
Con el transcurso de los años el edificio fue objeto de varias transformaciones y ampliaciones. En 1939, se le adicionó una sexta planta, la cual algunos autores consideraron irrespetuosa y de mal gusto. En 1947, ya convertida en Asociación de la Lonja de Cuba, le fueron adicionados tabiques en todos los pisos alrededor del atrio central para crear nuevas oficinas.
Moderno y funcional
En 1995, la Oficina del Historiador acometió en el inmueble la más importante y ambiciosa remodelación desde su fundación. La misma contempló la adaptación de sus antiguos locales a modernas oficinas y salones de alquiler con adelantos tecnológicos y de servicios, también fueron recuperadas y restauradas las fachadas y su cúpula. Como parte de este proyecto, sobre el sexto piso, se adicionó un ático retirado de la fachada, con paredes de doble acristalamiento para disminuir  los efectos del sol; y fueron sustituidos sus antiguos elevadores por ascensores panorámicos.
 
La Lonja del Comercio en la década de 1920 al 30 vista desde la plaza de San Francisco. 
En la ejecución de esta rehabilitación integral intervino la sociedad cubano-española Áurea. El proyecto estuvo a cargo de los arquitectos e ingenieros españoles Eduardo de Villegas y Javier González de Adalid, mientras la dirección facultativa corrió a cargo del profesor y arquitecto cubano Orestes del Castillo. 
Los novedosos cambios dotaron a la Lonja de 10 mil metros cuadrados para oficinas,  nuevos servicios mejoraron el confort del edificio, entre ellos un bar-cafetería, telecorreo internacional, minicentral telefónica y un salón polifuncional.
De su historia más reciente, son recordados con particular interés dos hechos trascendentales. El primero de ellos, aconteció el fatídico 14 de octubre de 1999, cuando la cólera de los vientos del huracán Irene derribó y fragmentó la escultura del dios Mercurio, sembrando desconcierto y tristeza en miles de habaneros; el segundo sobrevino, el 13 de marzo del 2001, y no podía ser otro que el feliz regresó del mensajero de los dioses a su pedestal en la cúspide de la Lonja del Comercio. Esta vez, a decir del profesor Orestes del Castillo, dotado de un «don mecánico», en alusión a un soporte giratorio que le permitiría en lo adelante burlar la furia de la naturaleza.
La Lonja del Comercio se adentra en el siglo XXI con el esplendor y lozanía de antaño, y aunque sus funciones actuales se apartan de los fines que animaron su fundación, ello no es impedimento para que continúe siendo un símbolo de la arquitectura republicana y de nuestra ciudad. Aquella que el novelista y cronista valenciano Vicente Blasco Ibáñez calificó como «alegre, atrayente y simpática.»

Arturo A. Pedroso Alés
Especialista del Plan Maestro

Comentarios   

manuel reyes
0 #1 manuel reyes 01-06-2010 21:27
Durante la restauracion de la Lonja del Comercio sus elevadores originales fueron sustituidos por otros mas modernos.? Algunos de estos elevadores se han preservado?
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