En los fondos del Museo Numismático (Oficina del Historiador de la Ciudad) se conserva una serie de monedas de plata –identificadas también como souvenir– acuñadas en 1897 con el fin de recaudar fondos para la contienda independentista reanudada en 1895.
Diseñadas por el escultor italiano Felipe Matigny, esta serie de monedas mabisas responden a tres troqueles o tipos distintos, pues el fondo financiero no fue suficiente para acuñarlas en una sola tirada.

Luego de ser nombrado Tomás Estrada Palma como delegado plenipotenciario del gobierno revolucionario cubano en los Estados Unidos, se aprovecha para coordinar a través de Octavio Zayas, comisionado financiero de la delegación de Cuba en Nueva York, la acuñación en plata de 10 000 monedas para contribuir con los gastos de la guerra.
El propio Zayas propuso para el anverso de las mismas la efigie de la camagüeyana Leonor Molina (1870-1957), como representación de la República de Cuba en Armas.
Nacida en los campos de Cuba libre y establecida en Estados Unidos tras la muerte de su padre en la manigua, Leonor participó en numerosas actividades encaminadas a colectar fondos para la guerra, hasta morir en Miami a los 87 años.
En el anverso, rodeando la parte superior del perfil de la joven, se estampó la inscripción «Patria y Libertad» y en el borde inferior la palabra souvenir, separadas ambas por dos estrellas pequeñas.
Los dígitos de la fecha de impresión (1897) se dividieron a partes iguales a los lados del cuello de su cuello.
Como elemento central del reverso, se optó por el Escudo Nacional, acompañado de la inscripción Républica de Cuba.
Cerca del canto de la pieza, debajo de la punta del escudo, aparecen seis estrellas que representan cada una de las provincias en que estaba dividida la Isla. Estas estrellas están antecedidas por un «900» y sucedidas de la palabra «fino», para indicar la cantidad de milésimas de metal puro fundidas en la aleación.
Aunque en apariencia los tres tipos resultan similares, no sólo poseen ligeras variantes entre sí, sino que las cantidades acuñadas de cada uno son diferentes, resultando más escasas las del primero. A partir de un contrato firmado con la compañía A. Cone y la G. Markewitz, que subcontrató a su vez a los talleres de la Dunn. Air Brake Co. (Filadelfia), se estamparon las monedas del primer tipo, mientras que la Gorham Manufactoring Co. (Providence, Rhode Island) se ocupó del segundo y el tercer tipo.
Los ejemplares que atesora el Museo Numismático responden al peso de 22,5 gramos, con un diámetro de 36 milímetros.
Estudios recientes han arrojado que entre las piezas del primer tipo existen algunas con ese mismo diámetro que pesan 19,3 gramos, aunque se trata de un dato no comprobado aún pues los ejemplares vistos conservan el peso original.
De los tres tipos también se hicieron pruebas en bronce. En 1898 se hizo una segunda acuñación de las monedas, imprimiéndose esta vez su valor facial: un peso. Para ese momento los Estados Unidos habían declarado la guerra a España, por lo que desaparecieron las razones que obligaron a enmascarar la emisión anterior.
A pesar de que en carta de Tomás Estrada Palma, publicada en el libro Las monedas de Cuba(La Habana, 1955), de Thomas Lismore, se las contempla como monedas, muchos numismáticos las consideran medallas por la ausencia del valor facial, soslayado en la primera serie para evitar conflictos legales con las autoridades norteamericanas, que perseguían las actividades de recaudación en el exilio.

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