Aunque dejó poca obra impresa, apenas unos folletos y decenas de artículos periodísticos, todo hace indicar que Marcus Matterín fue la personalidad de mayor relevancia dentro de la comunidad judía en Cuba, al proyectarse hacia el resto de la sociedad como un cubano ilustrado que siempre sintió orgullo por sus raíces étnicas y culturales.
Orgulloso de sus raíces judías, Matterín promovió la cultura hebrea en Cuba a través de artículos y ensayos históricos y biográficos sobre el pueblo judío y sus figuras más sobresalientes.

Marcus Matterín llegó a la Isla junto a sus padres y hermanas en 1924. Fue socio colaborador de la Sociedad Colombista Panamericana, de la Institución Hispano-Cubana de Cultura y miembro de la Asociación de Escritores, Poetas y Amigos del Arte.
 Como periodista se destacó, durante muchos años, por su colaboración en el periódico El Mundo y otros diarios y revistas cubanos, especialmente sobre temas hebreos, así como en la prensa judía de Argentina, Venezuela, México y Estados Unidos.
Fue fundador y director de las revistas Hebraica (1947-1949) e Israelia (1950-1954) y del periódico Reflejos Israelitas (1953-1954). También colaboró en la Enciclopedia Judaica Castellana.
En 1950 fue presidente de Relaciones Públicas de la Comunidad Hebrea y, ese mismo año, lo galardonaron con la Orden del Centenario de la Bandera Cubana. En 1958 fue designado Caballero de la Orden Nacional Carlos Manuel de Céspedes por su labor de largos años en pro de la fraternidad hebreo-cubana.
Desde 1955, Matterín asumió la dirección de la Biblioteca de la Gran Sinagoga Beth Shalom –ubicada en la calle I, entre 13 y 15, en el Vedado– hasta que falleció el 2 de mayo de 1983.
Dejó inédita su obra Breve historia de los hebreos en Cuba (desde 1492 hasta 1969), que constituye una original aproximación a la vida de esa comunidad. Además de constituir un recuento histórico sobre las sucesivas llegadas de inmigrantes judíos a la Isla y su desenvolvimiento social, ese manuscrito incluye varias reseñas biográficas de las personalidades hebreas cubanas que el autor considera importantes en rubros tales como la historia, las artes, las ciencias, las luchas por la independencia, el gobierno, la diplomacia, la religión...
Según el doctor José Miller, actual presidente del Patronato de la Casa de la Comunidad Hebrea de Cuba, Matterín fue quien mejor promovió la cultura hebrea, publicando artículos y ensayos históricos y biográficos sobre el pueblo judío y sus figuras más sobresalientes. Al referirse a la labor de aquél como director de la biblioteca del Patronato, Miller dijo que su propósito era instruir a las nuevas generaciones de judíos cubanos que adquirían una enseñanza secular, pero que corrían el riesgo de no saber nada del aporte de los hebreos a la civilización occidental. Asimismo, orientó su trabajo no sólo para la instrucción de la juventud judía, sino también para darle a conocer al amplio público los valores intrínsecos de la ética religiosa hebrea y el aporte de esta minoría étnica a «esa cazuela abierta que es Cuba», como la definiera Fernando Ortiz, quien –por cierto– en 1945 invitó a Matterín a dar una conferencia sobre el tema judío en la Institución Hispano-Cubana de Cultura.
Nunca olvidaría el conferencista ese gesto, y lo recordaría con orgullo en una hermosa entrevista que le concediera a Max Lesnik, el 21 de febrero de 1982. Apenas le quedaba un año de vida, cuando confesó a su entrevistador que su judaísmo no era religioso, sino tradicional, folklórico e histórico, pero que se sentía orgulloso de ser judío por la historia de su pueblo, por la contribución de su ideología a la vida social, moral y ética, y por las grandes personalidades de su historia.
Pero al mismo tiempo –acotaba– se sentía orgulloso de ser cubano por figuras históricas como José Martí, Antonio Maceo, Máximo Gómez..., así como por los grandes intelectuales y artistas de la Isla.
«Matterín era un martiano y conocía al detalle las íntimas aspiraciones y el espíritu de Martí», asegura el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal.
Precisamente, los fondos personales de Matterín se conservan en los archivos de la Oficina del Historiador de la Ciudad.

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