Integrada por portadas de la revista Tintín, la exposición «Imágenes inolvidables» pretende acercar al público cubano al historietista belga Edgar P. Jacobs (1904-1987) quien, a partir de la realidad histórica de su época, logró crear un mundo fantástico. Jacobs colaboró desde su primer número con dicha publicación periódica, en la que nacieron las primeras páginas de su serie detectivesca «Blake y Mortimer».

Inaugurada como parte de la Semana de la Francofocía, el jueves 17 en presencia de Koen Adam, embajador de Bélgica en Cuba,  la exposición podrá apreciarse hasta el próximo 24 de marzo, en Vitrina de Valonia.

 

A continuación se reproducen las palabras de presentación que, enviadas por la Región de Valonia, sirven de introducción a la exposición «Imágenes inolvidables» que se dedica al historietista belga Edgar P. Jacobs (1904-1987).

 


Imágenes inolvidables

El  barítono belga Edgar Jacobs ve su carrera abruptamente interrumpida, en la Ópera de Lille (Francia), por la invasión nazi de 1940. Al quedarse sin recursos, se orienta hacia la creación de historietas, en la revista Bravo, donde termina las aventuras de Flash Gordon, que también se interrumpieron por la II Guerra Mundial. Posteriormente, por su dibujo publicitario y colaboración con Hergé, en un contexto de guerra vuelve a dibujar para la Editorial Casterman Las aventuras de Tintín.
El conflicto mundial determinaría en gran medida el destino de Edgar P. Jacobs, por lo que no es sorprende volver a ver aparecer este mismo conflicto en las páginas de la primera aventura de Blake y Mortimer, El Secreto del Espadón, comenzado en 1947 en el diarioTintín. Jacobs tenía entonces más de 40 años.
Héroes anacrónicos desde el principio, estos dos hombres de mediana edad —dignos representantes del Imperio Británico— fascinan a los jóvenes hasta hacer temblar al padre de Tintín. Jacobs cambió los códigos de la historieta francófona de su época. No considera ya a sus lectores como niños, lo que le costó la ira de la censura durante toda su vida.
Pero más que eso, Edgar P. Jacobs es un creador de mitos. Al igual que en la literatura, algunos autores disponen de un talento fuera de lo artístico. Ellos crean personajes destinados a entrar en el subconsciente colectivo: Mary Shelley con Frankenstein, Hergé con Tintín, Jacobs con «la marca amarilla», «el Espadón», y otras metáforas que Franquin bautizó como «imágenes inolvidables».



Etienne Schréder
Profesional belga de la historieta
© Éditions Blake et Mortimer/Studio Jacobs (Dargaud-Lombard S.A.)

 



El hombre de todas las planchas

Hace más de 100 años, el 30 de marzo de 1904, en pleno corazón de Bruselas —en la Place du Grand Sablon— el pequeño Edgard Félix Pierre Jacobs daba sus primeros gritos.
Su madre, Elvire Billestraert, era una doméstica perfecta. Su padre, Jacques Jacobs, era sargento de la ciudad y, según su hijo, un hombre tierno que gustaba esconder su gran corazón dentro de una actitud de oso.
Nueve años despuésl, Edgar Jacobs verá nacer a su hermano André. Pero mientras este pequeño está todavía gateando, el primogénito ya sueña con conquistar las planchas1… ¡todas las planchas!  
Antes de orientarse hacia el dibujo, la primera pasión de Edgar fue la música. No tenía más de cuatro años cuando decide escaparse de la vigilancia materna para seguir la procesión de Notre-Dame de la Chapelle, que pasaba por delante del domicilio familiar. Fue ésta una fuga benigna, porque su madre encontraría al pilluelo a la entrada de la iglesia, marcando el ritmo en el tambor.

A los 11 años, mientras que la I Guerra Mundial devasta Europa, el estudiante Jacobs se apasiona por la historia. Sus libretas ya se llenan de dibujos. Su talento se desarrolla y, en 1919, a los 15 años, entra en la Academia Real de Bellas Artes. Ya esboza algunas planchas, pero el joven Edgar sueña con la ópera. En 1922 firma su primer contrato de artista… lírico, que le permitirá encontrarse al lado de Mistinguett para la Grande revue2 del Casino de París, en las tablas del Alhambra, a algunos metros de la Place de Brouckère, en pleno centro de Bruselas. Siete años más tarde su carrera de barítono toma cuerpo. Obtiene el Primer Premio de Excelencia de Canto y la Medalla del Gobierno, recompensas que le valen su entrada a la Ópera de Lille (Francia).
Su carrera continuará hasta el inicio de la II Guerra Mundial, un conflicto que para él comienza por un drama familiar: André, el hermano menor de Edgar, encuentra la muerte en el Canal Albert, el 19 de mayo de 1940. La carrera y la vida de Jacobs se desmoronan. El artista pierde su trabajo. Entonces se hace amigo de Jacques Laudy, un hombre influyente en el medio de la historieta —que encontraremos especialmente alrededor de la figura de Hergé—, quien le aconseja proponer sus servicios como dibujante en el diario Bravo. Su dibujo gusta y, a los 37 años, Jacobs debuta como historietista. Al principio tuvo que contentarse con ilustrar cuentos o novelas. También se encarga de colorear los facsímiles de Flash Gordon (historieta del norteamericano Alex Raymond). Además se le encomienda «vestir» a personajes femeninos que eran juzgados «demasiado» desnudos por la censura de la época.  
Un año después de iniciado en el llamado noveno arte, Edgard Jacobs será llamado a cumplir otras tareas. Mientras que Estados Unidos está en guerra con la Alemania nazi, se acaba el stock de planchas de los relatos de Flash Gordon. La revista le pide entonces a Jacobs que imagine la continuación del relato, desde el estilo de su autor original. Esta aventura solo durará cinco planchas: la censura alemana no permitirá la publicación de una historia firmada por un norteamericano en las zonas ocupadas. Una vez más habrá que ser astuto. La redacción de Bravo pide a su nuevo y popular historietista  la realización de una nueva aventura al estilo de Alex Raymond. Así nacerá la primera historieta inventada por el antiguo barítono: El rayo U. El autor se inspirará en su esposa Ninie para el personaje de Sylvia, mientras que Lord Calder tomará los trazos de su amigo Jacques Laudy. El rayo U está sólo a medio terminar cuando Hergé, quien sigue atentamente su trabajo, le propone desempeñarse como su principal colaborador. El primero de enero de 1944, Jacobs participa en la reestructuración de varios álbumes de las aventuras de Tintín (Tintín en el Congo, Tintín en América, El tesoro de Rackham el Rojo, El cetro de Ottokar, El loto azul, Las siete bolas de cristal y El templo del sol). Estos relatos deben ser rediseñados para ser publicados a color. Era casi imposible seguir en los dos trabajos a la vez. Edgar Jacobs deja de colaborar entonces en el diario Bravo después de terminar El rayo U, para consagrarse a la obra de Hergé, pero también a su primer relato firmado en la revista Tintín, que aparece por primera vez en los quioscos el 26 de septiembre de 1946.  Edgar Jacobs firma el diseño del entorno de la primera portada de esta revista. El trabajo del antiguo barítono demuestra su espíritu de sacrificio: él trabaja en la mañana para Hergé, en la tarde para la revistaTintín y, en gran parte de la noche, para su primera aventura de Blake y Mortimer: El secreto del Espadón. Edgar Jacobs deviene Edgar P. Jacobs a la inglesa, para ser más compatible con el nuevo universo que ha creado.
El trabajo es tan colosal que Jacobs se ve obligado a pedirle a otro colaborador de Hergé, Jacques Van Melkebeke, que se encargue del entintado de las primeras 18 páginas de la saga. Pero en 1950, mientras trata de publicar este relato en un álbum, Edgar P. Jacobs —quisquilloso, perfeccionista— vuelve a dibujar estas primeras planchas.
Mientras continúa trabajando a la sombra de Hergé, Jacobs dibuja sus propios relatos, desde El misterio de la Gran Pirámide hasta el mítico La Marca Amarilla, pasando por El enigma de la Atlántida, S.O.S. meteoros, La trampa diabólica, El caso del collar y Las tres fórmulas del profesor Sato. Ocho relatos que establecerán el renombre internacional de este autor que llegó tardíamente a la historieta, pero por cuya mirada clara, inteligencia y afición por el misterio será considerado uno de los principales exponentes de la historieta que buscaba todavía sus letras de nobleza.
El 20 de febrero de 1987, Edgar P. Jacobs fallece en su casa de Lasne, en el Brabante Valón. El segundo tomo de Las tres fórmulas del profesor Sato que él deja sin terminar, será acabado por otro gran cómplice del estudio Hergé, Bob De Moor.


Traducción de Lysbeth Daumont (bibliotecaria de Vitrina de Valonia)
y Marina Ogier (consejera de Cooperación y Cultura de la embajada de Bélgica en Cuba)

1 En francés planche quiere decir, al mismo tiempo, plancha (página de una historieta) y tablas (escenario de un teatro).

2 Espectáculo de cabaret

Redacción Opus Habana

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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