Una cubana dedicada a la poesía y los niños como Rafaela Chacón Nardi, nunca dejó de llegar a las citas obligadas en las cuales, además de fomentar el gusto por la literatura, inducía a que sus interlocutores escribieran cortas narraciones y hasta que hicieran dibujos.
En su permanente contacto con las instituciones del Centro Histórico, resultó especialmente muy emotivo el homenaje que le rindiera en mayo de 1998 la Casa Simón Bolívar, con motivo del 50 aniversario de la publicación del poemario Viaje al sueño.

En la Casa de la Obrapía que tantas veces la acogió, todavía está latente el eco de las palabras conmovidas de Rafaela Chacón Nardi cuando leía versos propios o ajenos...
Aún se pueden encontrar en instituciones del Centro Histórico hombres y mujeres de diferentes generaciones, fieles asistentes –de niños– a sus afamados talleres de «Expresión creadora» que, patrocinados por la UNESCO, tenían como objetivo supremo el inculcar en los pequeños el hábito de la lectura, el amor a José Martí...
Semanas tras semanas y durante muchos años –incluso en medio de condiciones materiales difíciles–, Rafaela nunca dejó de llegar a las citas obligadas en las cuales, además de fomentar el gusto por la literatura, inducía a que sus interlocutores escribieran cortas narraciones y/o hicieran dibujos; muchos de estos últimos –incluso– resultarían premiados en eventos internacionales.
Nacida en La Habana, el 24 de febrero de 1926, muy joven se graduó de maestra primaria y, después de haber concluido estudios en la Facultad de Educación de la Universidad de La Habana, recibió postgrados en París y Chile. Posteriormente, impartió clases en la Escuela Normal y en cursos de verano de las Universidades de La Habana y Las Villas.
 Funcionaria del Centro regional de la UNESCO en el Hemisferio Occidental, trabajó como coordinadora e inspectora nacional de artes visuales en el Ministerio de Educación de Cuba. Viaje al sueño resultó su primer volumen de poesía, el cual, editado en 1948, fue reeditado nueve años después con la adición de 36 nuevos poemas y una carta de Gabriela Mistral. «Su libro es el mejor de poemas femeninos que me ha llegado en años. Su calidad y su feminidad me han prendido a él. Dos lecturas, las dos rebosadas de gracia. Le estoy por ello reconocida. Me place que tengamos dos oficios comunes: Rafaela de Cuba», le escribiría en aquella memorable misiva la reconocida poetisa chilena.
Otros poemarios fueron: Del silencio y las voces (1978); Coral del aire (1982); Una mujer desde su Isla canta (1994); Carrusel (poemas para niños, 1991 y 2001); Vuelta de hoja (1995); Mínimo paraíso (decimario, 1997); Viaje al sueño (edición facsimilar, 1998); Del íntimo esplendor (antología de toda su obra, 2000), e Isla nívea en mar oscura (póstuma, todas sus décimas, 2001).
Junto a su trabajo comunitario en torno al fomento de la literatura y la lectura, Rafaela escribió, además, libros sobre otros temas, especialmente dedicados a la educación y la cultura.
En su permanente contacto con las instituciones del Centro Histórico, resultó especialmente muy emotivo el homenaje que le rindiera en mayo de 1998 la Casa Simón Bolívar, con motivo del 50 aniversario de la publicación del poemario Viaje al sueño. La sentida ceremonia se desarrolló como parte del taller Manuela Sáenz dedicado a resaltar la obra de la mujer latinoamericana. Entonces, como ahora, tras su muerte en marzo reciente, guarda mucha vigencia el poema que Rafaela dedicara «A Eusebio Leal Spengler y al Colectivo de Trabajadores que dirige, fieles guardianes del Patrimonio e insuperables animadores de la vida cultural en la Habana Vieja».

LA HABANA Y EL MAR

Te ha puesto sitio el mar... y te desea.
Te enjoya de esmeralda y de zafiro.
Música en agua viva por ti crea.
Brisas que desvanece en un suspiro.

A sal y sol –bruñido– centellea
y al cielo desconcierta en ola y giro.
Danza en tu honor. Palpita. Al viento ondea;
más me deslumbra cuanto más lo miro.

Bienamada del sol, ciudad radiante;
grácil la curva es de tu bahía
que a Humboldt suave trébol pareciera.

Sueña en tu doncellez el mar amante;
enlázate a su espuma, oh ciudad mía,
ebria de luz y brisa marinera.


Rafaela Chacón Nardi

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