Desde hace cinco años, en uno de los espacios del Centro Histórico se halla una escultura en bronce dedicada al mexicano Agustín Lara, quien tuvo una carrera profesional como autor e intérprete en la llamada canción ligera. El develamiento de esta obra formó parte de una serie de homenajes que se rindieron «al poeta de la música, al músico de la poesía» en el 30 aniversario de su muerte.
La escultura, con dos metros de alto, muestra a Agustín Lara en saco y corbata. La mano izquierda descansa en el bíceps derecho, mientras que la diestra se alza ante su cara para sugerir la presencia de un cigarrillo entre los dedos.

Como en 1933, 1939 y 1952, Agustín Lara está de nuevo en La Habana. El «flaco de oro» es acogido por la vetusta, sonora y cosmopolita ciudad. Llegó para quedarse, eternizado en bronce por el importante escultor yucateco Humberto Peraza Ojeda.
Donado a Cuba por el pueblo y gobierno de Veracruz, el monumento fue develado el 3 de noviembre de 2000 en la Alameda de Paula, esquina a Jesús María e Inquisidor, en presencia de los embajadores, de Cuba en México, Mario Rodríguez, y de México en la Isla, Heriberto Galindo; el gobernador constitucional del estado de Veracruz, licenciado Miguel Alemán Velasco; el ministro de Cultura de Cuba, Abel Prieto, y el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal.
Al referirse al grato recuerdo que dejó el autor de María Bonita entre los cubanos y a la relación del artista con esta ciudad, Leal apuntó: «Agustín Lara camina entre nosotros».
 Nació el 30 de octubre de 1897 en la ciudad de México D. F., aunque Lara declaraba que era en Tlacotalpan (Veracruz). Entre 1920 y 1929 tocó el piano en reuniones sociales, cabarets, cantinas, cafés y salas de cine silente, dándose a conocer como compositor hacia 1928. Incursionó en bolero, foxtrot, tango, son, canciones de tipo español, paso doble, chansonette, chotis, entre otros géneros.
Su carrera profesional como autor e intérprete se desarrolló en el campo de la llamada canción ligera. Lara representa la transición de la danza mexicana al bolero de origen cubano, al que estampó un estilo muy personal. Entre sus famosas canciones destacan, además de la ya mencionada María Bonita, Tus pupilas, Mujer, Rival, Granada, Veracruz, Solamente una vez y el chotis Madrid. Lara actuó también en 30 películas y recibió diversos homenajes.
La amplísima difusión editorial de sus composiciones, más su presencia constante en los teatros de revista, pronto convirtieron a Lara en la figura más familiar y conocida del público. Quien hubiera asistido al teatro Politeama por aquellos años, se habría encontrado con un hombre delgado que improvisaba libremente al teclado antes de enunciar sus temas en tembloroso recitativo.
Sus canciones pertenecen de algún modo a esa Habana inasible que lo viera actuar en los Aires Libres del Hotel Saratoga, en la CMQ, en el cabaret Montmatre; sentarse a una mesa en la Bodeguita del Medio o salir del Hotel Nacional, donde se sintió como en casa.
La escultura, con dos metros de alto, muestra a Lara en saco y corbata, atuendo que acentúa su delgadez. La mano izquierda descansa en el bíceps derecho, mientras que la diestra –larga y huesuda– se alza ante su cara para sugerir la presencia de un cigarrillo entre los dedos. Con rostro serio y la vista fija al mar, el compositor de cerca de 700 melodías y de una opereta parece evocar sus múltiples visitas a la Isla. Fue en una de esas ocasiones que el cantor mexicano expresó: «Aquí estoy de nuevo en Cubita la bella. Vengo dispuesto a lo que sea...».Egresado de la Escuela Nacional de Artes Plásticas en 1955, el autor de esta escultura, Peraza Ojeda, ha realizado estatuas, escenas taurinas, fuentes, monumentos, retratos e imágenes religiosas. Ejerce la docencia en escuelas particulares y en la Universidad Autónoma de México, donde imparte cursos de dibujo, modelado e Historia del Arte. Ha recibido las distinciones The Two Thousand Men of Achievement, en Londres, The International Arts, en Montecarlo, y la Medalla de Oro, en Yucatán.
El develamiento de esta escultura formó parte de una serie de homenajes que se rindieron «al poeta de la música, al músico de la poesía» en el 30 aniversario de su muerte, acaecida el 6 de noviembre de 1970 en la misma ciudad donde naciera.

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