En breves líneas el articulista reseña las principales características de personajes habaneros que abundaban entonces, entre los cuales cita a los aventureros, propagandistas o apóstoles, el sabio de oficina, políticos, profesionales, los guapos...
Como seguimiento al artículo de la semana anterior, Roig presenta otras variedades y tipos criollos que plagaban la sociedad habanera.

AVENTUREROS, PROPAGANDISTAS O APÓSTOLES
En Cuba hemos padecido varios ilustres propagandistas del acercamiento o unión de los distintos pueblos de raza latina; famosos señores, apenas conocidos en su pueblo natal, a no ser por su peseterismo crónico, que al llegar a nuestras playas como apóstoles de un ideal, han conseguido, asociándose a otros listos de su calaña, se les dispense espléndida, acogida, banqueteándoles a diestro y siniestro, y hasta coronándolos (!!); regresando después a su patria con varios centenares de pesos en el bolsillo y matada el hambre por unos cuantos meses; que eran los únicos ideales que perseguían.

EL SABIO DE OFICINA
Suele ser un empleado antiguo que disimula su falta de competencia con la práctica que dice tiene adquirida en los largos años que lleva en la oficina. Haragán, por temperamento y costumbre, se dedica a enseñar a los demás empleados, sobre todo a los nuevos, con el objeto de quitarse de encima el trabajo que le corresponde.

POLÍTICOS, PROFESIONALES, &
Los políticos fingen interesarse por la patria; los médicos por sus enfermos; los abogados por sus clientes; los militares adoptan facha de valientes, aunque sea el suyo un valor bicarbonatado y sus únicos actos heroicos consistan en recorrer Prado u Obispo con la gorra de medio lado y el bastoncito golpeando las polainas.

GUAPOS
Es planta tropical muy abundante, lo mismo en las ciudades que en los campos.
El que elige como carrera la guapería necesita, ante todo, adoptar el aire propio del caso, estudiar bien su papel y no olvidarlo ni un solo instante. El cuerpo muy erguido, sombrero de medio lado, un gran puro en la boca, escupir por el colmillo, coco macaco en la diestra y (esto es lo más importante), revólver de gran calibre a la cintura.
Una vez ya con aspecto de guapo, lo demás es cosa fácil de conseguir; basta un poco de habilidad y buena suerte. Se elige a algún infeliz para debutar; se espera que esté desprevenido, propinándole, entonces varios mojicones, sin peligro para el presunto guapo. Se nombran los padrinos; viene después el duelo «sin consecuencias», pero con el correspondiente suelto en los periódicos, y, ya está consagrado el neófito y con cartel y patente de guapo, por largos años.
Desde luego que en la carrera hay diversas especialidades: guapos políticos, literarios, de sociedad, etc., etc., que aunque tienen caracteres distintivos, no difieren, en lo esencial, del tipo patrón ya pintado.
A título de guapos se han hecho muchas reputaciones y fortunas, conquistándose lo mismo un acta de representante, que un título de chauffeur, según sople la suerte, y mientras no se encuentre el guapo a alguien que le ponga las peras al cuarto, como le sucedió, no hace mucho, a uno de la familia, que, llevando encima dos revólveres y un cuchillo, fue apaleado por un infeliz que solo portaba un modesto bastoncito.

FAMILIAS DISTINGUIDAS
Son familias de la clase media que tienen humos de distinguidas.
Alquilan en el Prado, o alguna otra calle céntrica, una casa de gran apariencia (mucha fachada y poco fondo), en la que se meten diez o doce, entre hombres, mujeres, niños, perros y gatos. Por la tarde y noche abren las ventanas de par en par y encienden todas las luces de la sala. Las niñas, muy emperifolladas, esperan de esta manera que, como mariposas atraídas por la luz, caiga algún buen partido, que salve la situación de toda la familia.
No pretendáis nunca en tales casas pasar de la sala ni sentaros a la mesa. Se suele hacer una sola comida de cantina o tablero. En las habitaciones (nunca más de dos o tres y estas muy pequeñas) únicamente existen algunos baúles y una hermosa y surtida colección de colombinas. He oído hablar de una de estas familias de apellido Pérez Zenón a la que por esa circunstancia, llamaban las Pérez Colombinas. Eran doce entre padres, hijas, y primas, y vivían en una casa del Paseo de Malecón o Prado que sólo tenía dos habitaciones. ¡Figúrense ustedes el tiroteo de colombinas que se armaría a la hora de acostarse!
Otra de las combinaciones que suelen hacer las familias tan distinguidas es alquilar una casa grande, utilizando ellas la sala y el primer cuarto, y sub-arrendando los demás departamentos.

MOT DE LA FIN
Y ahora, para terminar, voy a referir el caso más curioso de simulación que he conocido.
Un médico, recién graduado, abre un flamante salón de consultas, con lujosos muebles, vitrina repleta de aparatos quirúrgicos, teléfonos, etc.
El primer día, se sienta a esperar a sus futuros clientes. De repente, oye que tocan la puerta y manda al criado que vaya a ver quien llama.

–: le buscan – aquél.

Nuestro flamante galeno, se figura enseguida que es un enfermo, y para darse más pisto, después de ordenar que pase el visitante, coge el teléfono y simula una consulta de importancia. Cuando termina la conversación, cuelga el receptor y dirigiéndose a la visita, le dice:

–éntese, señor y dígame los síntomas de su enfermedad.

– – responde éste– no estoy enfermo. Soy el empleado de la Compañía de Teléfonos que vengo a darle corriente a su aparato.

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