Gracias al coleccionismo de envolturas de chocolates, podemos saber sobre la producción y consumo de este producto en Cuba, donde cobra auge su actividad industrial artesana a partir del siglo XIX.
Las más antiguas envolturas cubanas de chocolates datan del siglo XIX, coincidiendo con el auge del arte litográfico, y en ellas se incluyen imágenes en blanco y negro hasta de amplio colorido.

 Gracias al coleccionismo de envolturas de chocolates, podemos saber sobre la producción y consumo de este producto en Cuba, donde cobra auge su actividad industrial artesana a partir del siglo XIX.
La planta de cacao, como tal, se dice fue introducida en la Isla desde México, probablemente en torno a 1540. Sin embargo, su cultivo era muy escaso y estaba destinado sólo al propio consumo familiar. No es hasta fines del siglo XVIII que, por impulso de los franceses procedentes de Haití, comienzan a proliferar las plantaciones de cacao, así como las de café.
Las más antiguas envolturas cubanas de chocolates datan del siglo XIX, coincidiendo con el auge del arte litográfico, y en ellas se incluyen imágenes en blanco y negro hasta de amplio colorido.
Puede considerarse que –junto a los rodillos, artesas, moldes, tostadores y morteros–, uno de los elementos más destacables de cualquier museo sobre el chocolate es su colección de envoltorios que guardaban ese producto en forma de tabletas, pastillas, bombones... Así, la apreciación de estas envolturas incitan a pensar cómo sabrían las mezclas de cacao elaboradas por De Gamba y Ca., La Fama, La Imperial, Mestre y Martinica..., entre otras marcas ya inexistentes, pero que de algún modo son evocadas en la Casa de la Cruz Verde, actual Museo del Chocolate en La Habana Vieja.


(Estas envolturas de chocolates pertenecen a la colección de Roberto Julián Arango Sales, quien las propuso gentilmente para que fueran reproducidas en Opus Habana).

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