La X Bienal de Cerámica. Esculturas, instalaciones y proyectos, promovida por el Museo Nacional de la Cerámica Contemporánea Cubana, el Consejo Nacional de las Artes Plásticas y la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, abrió sus puertas al público hoy 18 de junio en el Salón Blanco, del Claustro Sur del otrora Convento de San Francisco de Asís con el informe del jurado del evento.
El Salón Blanco del Convento de San Francisco de Asís acoge desde hoy 18 de junio de 2010 la X Bienal de Cerámica; que en esta oportunidad, a las habituales categorías de esculturas e instalaciones, sumó la de proyectos. La decisión fue adoptada teniendo en cuenta la situación de dificultades que presentan aspectos tales como la energía eléctrica y los materiales básicos para ejecutar las obras; también el deseo de extender el alcance de una disciplina que estimamos con virtudes destacadas para asumir las tareas de la ambientación de espacios y edificios públicos.

   
 Teresa Sánchez. Donación (2010)Trencades, impresión digital, (55 x 26 x 32 cm) Premio
 Osmany Betancourt. Sargento (2010). Cerámica, arena, madera, (350 x 300 x 200 cm) Premio
Tenemos que comunicar nuestra satisfacción; pues a pesar de que esa categoría no se encuentra esa categoría en una línea tradicional dentro de tales eventos, se recibieron 13 proyectos aceptados por el jurado en su totalidad; a la hora de las distinciones, dos recibieron premios y uno se hizo acreedor a mención de honor.
En esta ocasión, Carlos Enrique Prado, ganador de uno de los premios de la VIII Bienal y ahora miembro del jurado, enseña, fuera de concurso, la serie de imágenes digitales Preludio y fuga junto a la instalación Levedad.
El jurado estuvo integrado por Virginia Alberdi, especialista del Consejo Nacional de las Artes Plásticas; Alejandro G. Alonso, director del Museo de la Cerámica Contemporánea Cubana; María Búajasan, directora de Investigación y Desarrollo de la Dirección General de Proyectos de Arquitectura y Urbanismo de la Oficina del Historiador de la Ciudad; Lucila Fernández, profesora consultante del Instituto Superior de Diseño Industrial; y Carlos Enrique Prado, ceramista, jefe de la cátedra de escultura del Instituto Superior de Arte.

   
 Humberto Díaz. Tsunami, (2010). Arcilla roja, esmaltes, (95 x 170 x 130 cm). Premio
 Javier Martínez Herrera y Tobías Martínez Sánchez, Jardín (2010). Arenilla, esmaltes, vidrio, viruta de metal, impresión digital, (60 x 80) Premio Especial

El tribunal analizó la calidad de las 48 obras enviadas por 44 autores. La decisión fue dejar en la muestra presentada al público, 39 piezas de 37 artistas en aras de que lo expuesto diera una imagen lo más justa posible  de la disciplina que motiva el evento.
Cada Bienal responde a características propias de los momentos que atraviesa el desarrollo del arte en Cuba y es hija del esfuerzo realizado por artistas que han escogido esta manifestación como portadora de sus inquietudes estéticas. Así, pues, se tomó —por unanimidad—el acuerdo de no conceder distinciones por categorías fijas; sino escoger de manera integral los que el jurado consideró como planteamientos artísticos mejor cuajados para distinguirlos de entre aquellos recibidos. No fue tarea fácil, pues los integrantes del tribunal se encontraron ante la situación —por demás estimulante por sus dificultades— de dejar sin estímulos obras bien concebidas e interesantes; pero cuyo subrayado habría rebajado el plano de los juicios vertidos en la argumentación que sostiene una nómina de autores y piezas de mayor nivel.

   
 Ioán Carratalá, Traje clásico (2010). Cerámica esmaltada, impresión digital (40 x 25 x 25 cm). Mención
 Jenny Feal Gómez. Sin título, (2010). Arcilla Roja, esmaltes, metal (151 x 38 cm). Mención

Así pues, se concedieron dos menciones a obras radicalmente distintas: el proyecto Traje clásico, de Ioán Carratalá y Sin título, de Jenny Feal. Traje clásico propone la realización de un performance que relaciona elementos de la Antigüedad con el cuerpo humano y su desarrollo en el espacio, con la imaginación y el sentido de la actualidad comunicativa que define el trabajo todo de su autor. La escultura Sin título se destaca por una concepción extremadamente minimalista, rasgo que apoya la preeminencia de lo conceptual en determinadas manifestaciones contemporáneas.
La obra Jardín de Javier Martínez y Tobías Martínez, se hizo acreedora al premio especial por su hábil manejo de los factores decorativos que le sirven de referencia —las baldosas hidráulicas— de tan arraigada tradición en nuestro país, la delicadeza de su realización y el lírico tono que emana de la pieza en sí.Al no mantener la estructura de las tres recompensas principales en cuanto a distintos niveles de calidades, se reconoce el parejo mérito de obras que ofrecen rasgos sui generis y de alto valor estético; por tanto, imposibles de categorizar una con respecto a las otras. Así, las obras —en riguroso orden alfabético según el nombre de sus autores, todos reconocidos creadores en el contexto de nuestras artes visuales— que recibieron premios del mismo nivel son: Sargento de Osmany Betancourt; Tsunami de Humberto Díaz; y Donación de Teresa Sánchez. Sargento llama la atención debido a sus colosales proporciones y el fuerte dramatismo crítico propio de un autor, quien se destaca por la excelencia del modelado, fuerte expresión y la orgánica combinación de materiales empleados. Tsunami plasma el respeto de Díaz por la esencia del barro, el estupendo manejo de pequeños elementos con los cuales logra grandes composiciones y la brillantez de sus resultados plásticos. Donación enseña, al mejor nivel, los méritos de su creadora, quien clasifica sin duda entre nuestros mejores artistas contemporáneos; en este caso, vulnera los límites de la categoría en que fuera presentada,  al convertir el proyecto en obra per se.

   
 Momento en que Alejandro G. Alonso, miembro del jurado, daba lectura al acta.  Vista panorámica del Salón Blanco, donde están expuestas todas las obras participantes.

Más allá de premios y menciones, valoramos en esta X Bienal el interés por abrir los horizontes de una manifestación que, como la cerámica, ha sobrepasado con mucho y hace tiempo, las limitaciones de las llamadas artes decorativas o aplicadas, calificativos que el aliento de las realizaciones presentadas a la consideración del público dejaron estrechos merced a los planteamientos de excelentes artistas de la plástica.
Ojalá que este encuentro haya servido para inducir la reflexión en particular sobre un aspecto que, lamentablemente, no ha sido analizado con toda justeza. No se organiza un evento tal por impulso personal, ni siquiera para satisfacer el interés de algunos cultores; el sentido de tal muestra es mostrar, a un nivel apreciable de realización la salud apreciable en una disciplina que demanda —por supuesto— imaginación,  pero también oficio, estudio, paciencia y suma dedicación.
 
Alejandro G. Alonso
Museo Nacional de la Cerámica Contemporánea Cubana

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