El catálogo de la exposición «La Habana: 490 años en el imaginario de los creadores», se presentó el 24 de septiembre en el Centro Hispano-Americano de Cultura, en homenaje al 490 aniversario de la fundación de la ciudad. Editado por Ediciones Boloña, el folleto sirve de apoyatura a esta muestra —cuya curaduría recayó en las especialistas Onedys Calvo y Lesbia Méndez—que sugiere una especie de periplo por el tratamiento en las artes plásticas que ha tenido la capital cubana desde el siglo XVIII hasta la actualidad.
La exposición incluye obras desde Juan del Río, Elías Durnford, Hipólito Garnerey, Federico Miahle, Dominique Serres, Víctor Manuel García, Carlos Enríquez, Amelia Peláez, S. Albacete, Mirta Cerra... hasta  Arturo Montoto, Luis E. Camejo, Eduardo Rubén, Rigoberto Mena, Kadir López, Douglas Pérez...

La Habana es su cielo, y éste no parece parte del cielo común
a toda la tierra, sino proyección del alma de la ciudad,
afirmación soberana de ser lo que ella es.
Luis Cernuda

 
«Vista de la Iglesia de San Francisco en la Ciudad de La Habana», (1764) de Elías Durnford (1739-1794).
Para muchos La Habana es su aura, ese espíritu peculiar y ecléctico, en el que todo confluye y armoniza en singular ritmo de contrastes, con una particularidad –si no definida, auténtica e inconfundible– que ha sido constante y versátilmente releída por artistas y escritores.
El Centro Hispano-Americano de Cultura ha dedicado la Ruta Especial por el  aniversario 490 de la fundación de la ciudad, como parte del proyecto de verano Rutas y Andares para descubrir en familia, a celebrar los casi cinco siglos del asentamiento definitivo de la otrora Villa de San Cristóbal de La Habana en las inmediaciones del puerto de Carenas, para aproximarnos a la manera en que esta ciudad ha estado presente en el imaginario de los creadores.
Con un carácter historiográfico, la exposición de artes plásticas que presenta la Ruta recorre, a través de una treintena de piezas, los modos en que se ha abordado el tema desde el siglo XVIII hasta la actualidad. Mediante esta concepción curatorial se indaga en la sensibilidad estética de cada momento y se ilustra cómo a lo largo del tiempo la ciudad se ha mostrado única y múltiple, en una variedad infinita de acercamientos e interpretaciones.

En el siglo XVIII, cuando el retrato era el tema preponderante en nuestra denominada “pintura preacadémica”, ya La Habana se insinuaba en los fondos, como reclamo creciente de la necesidad de contextualización del retratado. Y de sugerirse a través de edificaciones específicas que la representaban desde las ventanas, ya en el siglo XIX sus paseos, plazas y vistas urbanas ganaron protagonismo pleno en una amplia producción de grabados, que además de sus valores artísticos y técnicos –por lo complejo del tema urbano para la gráfica–, son portadores de un invaluable testimonio visual.
 
 Victor Manuel García (1897-1969). «La ciudad». Tempera/cartulina (85 x 67 cm) Colección Museo de la Ciudad.
Aunque entornos y edificaciones habaneras siempre sedujeron a pintores cubanos y foráneos, no es hasta la primera mitad del siglo XX cuando este tema conquista a la pintura con una atención sistemática y un diálogo que se desmarca de la representación más o menos mimética. El color, el calor y el abigarramiento de la ciudad, expresados a través de elementos de la arquitectura, la presentaron no solo como pretexto de inspiración, sino como una de las principales fuentes de la identidad, como uno de los temas paradigmas para la articulación de los presupuestos estéticos de las Vanguardias. La Habana se sintetizó en vitrales de austero enmarcado negro y resplandecientes colores planos donde debía traslucirse la luz; en mamparas, columnas y detalles amarillos de ventanales y paredes mustias de barrios periféricos; en interiores criollos, en una ciudad roja de pasiones contenidas y calles tropelosas; en su otrora festinado carnaval, restallante de baile, movimiento y fogosidad.

En tanto urbe, La Habana es contenedora de complejas interacciones socioculturales: escenario de una relación dialéctica entre ciudad y ciudadano en el que cada uno es causa y efecto del otro. Han sido múltiples los discursos desarrollados por el arte cubano más reciente en torno a ella, desde una gran variedad de procedimientos creativos y posturas indagatorias diversas: políticas, filosóficas, antropológicas y culturales en sentido general. La Habana: 490 años en el imaginario de los creadores, propone acercarse a la capital con el pretexto de su fisonomía urbana, a su capacidad de representación en términos de imagen desde monumentos y elementos de la arquitectura que inexorablemente la refieren.

 
 Julio César Peña. «Coco perro Pillo Chocolate», (2008). Linóleo, (100 x 70 cm).
La ciudad que nos convoca desde la perspectiva contemporánea de la creación se presenta a partir de diferentes estrategias, entre las que son fundamentales la de la metonimia de la parte por el todo, la articulación de los iconos de identidad y la recreación del espacio vivencial. La Habana se asume como materialización nacional de lo vertiginoso, del movimiento, del desarrollo, del ritmo de lo fugaz, donde lo estático se prefigura inalcanzable; se ensalza el detalle derruido como testigo inapelable del tiempo transcurrido, síntesis de piedra, pintura, texturas y humedad, de óxido y de salitre, de resistencia, nostalgia y melancolía. Se advierte también la convicción de su esbeltez, su innegable monumentalidad, su presunto espíritu de vanguardia, de perpetuidad, como si lo perenne fuera más trascendente que su suerte de ciudad de paso por haber sido marítima y portuaria.
Es una Habana que se sintetiza en su Catedral, en una columna, o en una vista callejera al azar, pero sobre todo en su malecón: esa línea fronteriza que con su impresionante sentido de secuencia y continuidad  conduce al infinito…
 
 Luis E. Camejo «S/T» (2009). Acrílico/Lienzo, (110 x 140 cm).
Es el espacio de vida, de concurrencias, de conflictos y añoranzas. El sitio donde la parodia y la ironía florecen como la más auténtica estrategia de supervivencia.
Es La Habana que en algún sentido sigue siendo “la llave del nuevo mundo”, la ciudad puente singular entre los grandes temas que han preocupado a la postmodenidad: Occidente y la Periferia, enfrentamientos de ideologías, diálogos con la otredad.
La Habana sigue siendo el sitio de llegada, de partida y el lugar del reencuentro. Es un espacio con memoria y con ansias de utopía. Este recorrido expone algunas de las réplicas que en diferentes épocas los artistas han ofrecido a sus provocaciones; respuestas tan constantes, versátiles y seductoras, que para la plástica cubana la ya añeja ciudad ha sido, es, y seguirá siendo un prolífero ideal estético, un intenso centro de atención para el cuestionamiento, en la afirmación soberana de lo que ella es y debe ser.

Onedys Calvo y Lesbia Méndez
Curadoras
 
Palabras del Catálogo a la exposición «La Habana: 490 años en el imaginario de los creadores».
 

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