Otra de las propuestas culturales de la Casa de México en su aniversario es la exposición colectiva «Art-Mortem. La muerte en el arte contemporáneo cubano», inaugurada el 2 de noviembre. Con la curaduría de las especialistas Daineris Peña y Kirenia Rodríguez, la muestra presenta obras de 19 artistas cubanos que van desde la escultura, el dibujo, la pintura, la fotografía y la intervención visual con el inframundo como denominador común de su creatividad.
Diversas generaciones de creadores han sido convocadas por la muerte, y… ¿cómo escapar a sus subterfugios? Diecinueve artistas se reúnen para hablarnos de variaciones, más que de un tema; para colocarnos ante conflictos existenciales, ontológicos, culturales y escatológicos del hombre, mediante el prisma de la realidad cubana.

 
 Duvier del Diago Flash Back, (2004). Cráneos de animales y humano, dimensiones variables. 
¿La muerte es únicamente un proceso doloroso y una vía de redención? ¿No es acaso una forma de vida desde otros sistemas de pensamiento? América Latina y el Caribe, desde su génesis cultural, nos aportan visiones sobre la muerte que superan los enfoques occidentales, ineludiblemente asociados a la religión católica. Las herencias ancestrales sobreviven en nuestras realidades con expresiones contemporáneas, como las festividades por el Día de Muertos en México, la Plena Inmortal en Puerto Rico o festividades carnavalescas en el Caribe. Diferentes enfoques sobre el tema, fundamentalmente religioso a través de la Historia del Arte, alcanzan dimensiones semióticas, antropológicas o sociológicas con un amplio espectro de matices, que oscilan desde lo mítico hasta lo humorístico.
 
 Agustín Bejarano, Anunciación, (2008). Técnica mixta sobre resina, (90 cm de diámetro)
El tema, si bien revitalizado en la creación artística contemporánea, subyace en el arte cubano con relevantes artistas, como Armando García Menocal, Fidelio Ponce, Antonia Eiriz y Elso Padilla, entre otros pocos. Las propuestas culturales de los años 80 favorecieron la apertura temática y la actitud indagatoria, lo que en sintonía con los conflictos económicos y sociales de los años 90, condujeron a la emergencia de la muerte como tema relevante. Su trascendencia en el Arte Cubano contemporáneo como un discurso sostenido resalta la búsqueda permanente de nuevas formas expresivas maduradas por los conflictos de los años 90 del siglo pasado y heredadas de las problemáticas artísticas de principios del siglo XXI.
La dimensión antropológica se aferra a los mitos religiosos fundacionales como alternativas de supervivencia; el desgarramiento familiar generado por los movimientos migratorios revela el dolor implícito de una travesía azarosa; las nuevas franjas de marginalidad social desatan la violencia interna y los conflictos de identidad, etcétera. La muerte emerge como sensor de la mutilación social de la Cuba contemporánea, cuya aparición en los años 90 ha definido una corriente temática legitimadora en la producción artística actual.
 
 Juan Carlos Romero, detalle de «Lista de espera», (2009) Fotografía digital, (80 x 100 cm).
Diversas generaciones de creadores han sido convocadas por la muerte, y… ¿cómo escapar a sus subterfugios? Diecinueve artistas se reúnen para hablarnos de variaciones, más que de un tema; para colocarnos ante conflictos existenciales, ontológicos, culturales y escatológicos del hombre, mediante el prisma de la realidad cubana. Entre ellos se encuentran José Ángel Toirac, William Hernández, Santiago Rodríguez Olazábal, Belkis Ayón, José A. Vincench, Hilda María Rodríguez, Duvier del Dago, Luis Gómez, Raciel Gómez, Sándor González, Rodney Batista, Susana Pilar Delahante, Agustín Bejarano, Osmany Betancourt, José Luis Díaz Montero, Guillermo Ramírez Malberti, Julio César Peña, Frank Martínez y Juan Carlos Romero.
 
 José Angel Toirac Sábana santa, (2001) Vino tinto sobre tela, (196 x 275 cm).
Las curadoras Daineris Peña y Kirenia Rodríguez se proponen revisar los enfoques de la muerte nucleados por conceptos persistentes, como las nociones míticas, simbólicas y lúdicas. El tema, como eje de la exposición, pretende ser entendido desde múltiples enfoques interpretativos: como principio, posibilidad sugerida o simplemente como fin. La muerte es un ciclo, vivido desde las más diversas posibilidades, sentimientos y coyunturas, asociado a complejas atmósferas de violencia, indagaciones genésicas, sátira, resignación...; múltiples acercamientos que nuclearán las polisémicas voces compiladas. La muerte, históricamente concebida como motivo artístico, alcanza entonces, la dimensión de proyecto expositivo.

Kirenia Rodríguez
Lic. Historia del Arte

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