La historia de las mujeres varía en el siglo XIX cubano y una de las manifestaciones de esta diferencia la constituyen los clubs revolucionarios surgidos tanto en la  víspera de la guerra de los Diez Años como en el transcurso de la guerra misma y, en el 95, cuando José Martí crea el Partido Revolucionario Cubano. En el período 1868-78 se destacan nombres de mujeres ilustres como Ana Betancourt de Mora y Emilia Casanova de Villaverde. En Cuba, sin embargo, la situación de la aparición de los clubs fue bien diferente a lo que explicamos en América Latina, y en ello tuvo gran significación la labor de dirección y unión de Nuestro Héroe Nacional José Martí.


Los clubes revolucionarios femeninos en el mundo.
Los clubs revolucionarios femeninos nacen en Europa, primero en Inglaterra como asociaciones políticas y, tiempo más tarde, toman el nombre de clubs.
Estos clubs tienen, en nuestra opinión, una gran relación con las tertulias literarias que ya existían en esta época y que continuarán siendo motivo de discusión en el siglo XIX, en Francia y en América Latina. Dos ejemplos a destacar son las que dirigió la Condesa de Merlín en París, Francia, y la que dirigía Domingo del Monte, en Matanzas, Cuba.
En Francia a lo largo de 1793, año de grandes luchas políticas en el seno de la Revolución Francesa, ciudades importantes como París, Lyon y Dijon conocen ejemplos de las actividades realizadas por estos clubs, como aquel que se llamó de Citoyennes Républicaines Françaises, dirigido por una mujer, Claire Lacombe, que tenía una relación estrecha con los Enragés o «Rabiosos», grupo  extremista  de la Revolución que caracteriza la última etapa de este proceso histórico.

Dos años antes, en 1791, otra francesa, Olympia de Gourges, se destacó especialmente porque, bajo su dirección se redactó la «Declaración de la Mujer y la Ciudadana» que, en sus 17 artículos inspirados en el documento homónimo; es decir, la «Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano» trataba de colocar a las féminas en un plano de igualdad con su pareja masculina. A señalar el artículo IV, que plantea: «El ejercicio de los derechos de la mujer no tiene más límites que la tiranía perpetua que el hombre ha ejercido, estos límites deben ser reformados por las leyes de la naturaleza y la razón». 1

Estados Unidos.
Movimientos de este tipo se dan también alrededor de 1848 en Estados Unidos, donde se habían acrecentado la solicitud por las reivindicaciones femeninas.

América Latina.  
En esta región estos clubs no parecen tomar fuerza con los mismos fines políticos que en el resto del mundo hasta el último tercio del siglo XIX, lo quel constituye un hecho curioso. Ya en este momento, todos los países sudamericanos habían alcanzado su libertad, salvo Cuba. Parece ser que no fueron los clubs una modalidad adoptado por los revolucionarios de estas regiones para movilizar a las masas irredentas.

Cuba
Para los iluministas cubanos José Agustín Caballero (1762-1835), Félix Varela (1787-1858) y José de la Luz y Caballero (1800-1862), las mujeres representan el centro del mundo familiar y, cuando pensaban en ellas lo hacían en el orden de la educación, que sería el principal argumento para tratar de apoyarlas en el nuevo orden social que promulgaban.
Decía José de la Luz y Caballero: «La mujer debe ser sol en su casa y luna en el mundo, la mujer discreta es rocío del cielo sobre el alma atribulada, el hombre puede, la mujer quiere, la mujer amante  es piedra  filosofal que convierte en oro todas las escorias de la vida, la mujer es la que más le debe al cristianismo y en contraste es el alma de la naturaleza». 2
El presbítero Félix Varela insiste en la necesidad de educar a la mujer y así lo expresa en las palabras que a continuación reproducimos: «Uno de los atrasos proviene de la preocupación de excluir a las mujeres del estudio de la ciencia o al menos no poner mucho empeño en ello, contentándose, con lo que privadamente por curiosidad puede aprender, siendo así que el primer maestro del hombre es su madre y que esto influye considerablemente en el resto de su educación». 3
La educación es la reivindicación esencial de estos filósofos. Por eso, la necesidad del sufragio femenino  no fue sugerida por José Agustín Caballero en su proyecto de Gobierno Autonómico para Cuba (1811).
Tampoco el bayamés Joaquín Infante recoge esta problemática en su proyecto de constitución para la isla de Cuba, publicado en Venezuela en 1812.
Incluso, la Condesa de Merlín (1789-1832), quien se caracterizó por su posición liberal, dice: «La mujer se da poco al público, solo las negras se pasean por todas partes con los hombros y el pecho descubiertos, con un cigarro en la boca y echando torrentes de humo, se sientan en las puertas de las casas y juegan con el niño (a)  blanco que llevan en los brazos».4
En Cuba, sin embargo, la aparición de los clubs fue bien diferente a lo que explicamos en América Latina. En eso tuvo gran significación la labor de dirección y unión de Nuestro Héroe Nacional José Martí.

La guerra de los Diez Años. Emilia Casanova de Villaverde.

Nació en Cárdenas, el 18 de enero de 1832. Esposa del novelista Cirilo Villaverde, se unió a la causa de Narciso López Prosista. Como escritora, desarrolló una intensa labor de proselitismo a la causa cubana.
Emilia Casanova de Villaverde, que prestó importantes servicios a la causa de Cuba Libre, tuvo en la correspondencia la forma de manifestarse; cartas en las que reflejaba sus pensamientos íntimos, sus opiniones políticas, sus principios republicanos más avanzados. Con el propósito de ganar adeptos a la causa de Cuba, escribió a Margarita Masa de Juárez, a Garibaldi en Caprena y al célebre escritor Víctor Hugo en Guarnesey, entre otras personalidades muy conocidas.
La esposa del autor de Cecilia Valdés, anima desde 1869 la «Liga de las Hijas de Cuba». Este club se destacó por la toma de posición revolucionaria contra el clan de los traidores aldamistas. Por iniciativa suya se envió a Víctor Hugo, desde Nueva York, firmas de mujeres de Cuba invitándolo a que interviniera públicamente a favor de las luchas de los revolucionarios cubanos. El célebre proscrito no se hizo esperar, escribió su carta Aux femmes de Cuba.
La labor patriótica de Emilia Casanova en la emigración se manifestó significativamente apenas comenzada en Cuba la guerra del 68, con la fundación de la «Liga de las Hijas de Cuba»  bajo cuya iniciativa surge la «Sociedad de Artesanas». Con ella sus colaboradoras Ángela Quesada de Embil y Carmen Loynaz de Quesada, ganaron la atención de Carlos Manuel de Céspedes.

Carta a Carlos Manuel de Céspedes.
«El deseo de servir a mi patria y de contribuir a su libertad es innato en mí. Era yo niña todavía cuando, en una mañana de mayo, el bravo Narciso López plantó delante de la ventana de mi casa en Cárdenas la bandera que había ideado para simbolizar la libertad e independencia de Cuba. Me pareció tan bella y tan grande el hombre que la enarbolaba, que desde ese momento juré en mi interior consagrar mi vida a ese fin sagrado y noble. Así, hasta hoy apenas he hecho otra cosa que trabajar y soñar con la redención de mi patria».
Emilia Casanova saludó la revolución encabezada por Carlos Manuel de Céspedes con dos actos notorios. Primeramente enarboló en las calles de Nueva York una bandera como la que tanta admiración le había causado en su adolescencia. Después se dirigió al Comité Republicano de Cuba y Puerto Rico en súplica de que aceptase y enviase a Céspedes una insignia semejante.
Supo que se preparaba una expedición con destino a los campos de Cuba libre, y presentó a sus componentes una hermosa bandera. Conoció que Domingo de Goicuría iba a navegar  hacia la Isla a la cabeza de otra expedición e hizo llegar al antiguo insurgente una enseña llamada, según la fervorosa donante, a ser paseada, triunfante, de un extremo a otro del territorio patrio. Como regalo suyo al Ejército Libertador salió de Estados Unidos un rico pabellón, hecho de seda, con estas expresiones.
Se refería a su bandera como algo inseparable de su personalidad. Ingeniaba diversas maneras de ofrecerla a los combatientes por la emancipación patria. Se complacía en divulgar las victorias logradas bajo la sombra de los pabellones por ella enviados a Cuba. Llegó a nutrir el propósito de organizar una expedición de mujeres con destino a los campos de la Isla. Para premiar el arrojo del soldado que más se distinguiese en algún suceso heroico, mandó a Cuba un rifle Winchester con esta inscripción: «Al más bravo».
Emilia Casanova trabajó con su bandera y con mucho más. Envió a los libertadores de la patria, además de pabellones, refuerzos bélicos, desde pistolas para destacados jefes hasta grupos de combatientes.

Ana Betancourt de Mora.
La «Junta Patriótica de Damas», de Nueva York no tardó en unirse a la Liga. En 1874, en Nueva Orleáns, hay constancia de la actividad del club «Hijas del Pueblo». En la Habana, pese a la represión pareció funcionar clandestinamente un Comité Central de Señoras, en 1876, a juzgar por la proclama que lanzó en aquel entonces.
Sin embargo, en plena guerra, cuando se redacta y adopta la Constitución de Guáimaro, el 10 de abril de 1869 no se tiene en cuenta el derecho de las mujeres a ser consideradas ciudadanas. Se daba la libertad a los esclavos sin distinción de sexo en el artículo 24, pero el artículo 4 expresaba: «Sólo pueden ser representantes los ciudadanos de la República mayores de 20 años».
No obstante, Ana Betancourt de Mora, en su intervención en la Asamblea, expresó el primer intento de una cubana por lograr la independencia femenina: «Ciudadanos: La mujer cubana, en el rincón oscuro y tranquilo del hogar esperaba paciente y resignada esta hora sublime, en que una revolución justa rompa su yugo, le desata las alas.
«Todo era esclavo en Cuba: la cuna, el color, el sexo. Vosotros queréis destruir la esclavitud de la cuna, peleando hasta morir si es necesario, la esclavitud del color no existe ya, habéis emancipado al siervo.
«Cuando llegue el momento de liberar a la mujer, el cubano que ha echado abajo la esclavitud de la cuna y la esclavitud del color, consagrará también su alma generosa a la conquista de los derechos de la que es hoy en la guerra, su hermana de caridad, abnegada, que mañana será, como fue ayer su compañera ejemplar». 5
Con esta proclama, Ana, que había nacido en Puerto Príncipe el 14 de diciembre de 1832, recibió los vítores de todos los delegados a la Asamblea incluyendo la felicitación del Presidente de la República, Carlos Manuel de Céspedes. Ana Betancourt de Mora murió en Madrid en 1905 y, hasta su muerte, conservó su insatisfacción por la desigualdad que sufría la mujer en la sociedad en que le tocó vivir. Así lo expresa en una carta que dirige a su sobrino en 1895:
«¡Qué escriba yo! Imposible. Ya no sé hacer nada. Con la pérdida de Ignacio y de mi independencia individual se ha embotado mi inteligencia. Ya no soy aquella mujer inspirada que presentaba petición a la Cámara en Guáimaro, pidiéndole a los legisladores cubanos que tan pronto como se dictasen las leyes, nos otorgasen a las mujeres los mismos derechos que a los otros ciudadanos…
«Benditos sean los hombres como tú. Sois elegidos del Señor que os envía a predicar y a llevar a cabo la buena obra de la emancipación universal. Quisiera ser hombre para ayudarlos».5

El Pacto del Zanjón (febrero de 1878).
Uno de los clubs más activos en esta etapa fue «Hijas de la Libertad» que manifestó extraordinaria actividad entre 1878 a 1898.  Este club tuvo dos períodos de desarrollo:

1.    1878-1896 En esta primera etapa dos nombres de mujeres caracterizaron la labor de concientización realizada en la Isla: Rosario Lamadriz y la despalilladora Carolina Rodríguez.
2.    1892-1898: El club reanudó sus actividades en septiembre de 1892, año que fue crucial  para todos los revolucionarios cubanos; lo dirige entonces Celia Poyo de Delgado hija de José D. Poyo, director de El Yara.
Es decir, que antes de la creación del Partido Revolucionario Cubano en la fecha ya señalada (1892) había existido en Cuba clubs femeninos y nombres de mujeres que se destacaron en la dirección de los mismos.

La guerra de independencia

En enero de 1892, en Cayo Hueso, se funda  el Partido Revolucionario Cubano (PRC) y en abril de ese mismo año en Nueva York se oficializa. En ese momento ya existía el club «Mercedes Varona», dirigido en su segundo momento por Emilia Casanova de Villaverde. Por lo menos 80 clubes aparecieron a lo largo de ese período.

Las luchas que unen a Cuba y a Puerto Rico en el siglo XIX.
La mujer que crea el club «Mercedes Varona» el 21 de febrero de 1892,  poco después de la aparición del Partido Revolucionario Cubano (PRC) fue Inocencia Martínez, esposa del impresor puertorriqueño Sotero Figueroa, amigo de José Martí,  y editor del periódico Patria.
Dice  Josefina Toledo6 que Inocencia Martínez nació  en la provincia de Ponce, Puerto Rico, el 28 de diciembre de 1866, según consta en su inscripción de nacimiento asentada en el libro 14, folio 153, número 961 de la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, en la ciudad ponceña.
Este documento consigna que fueron sus padres Antonio y Alejandrina, español radicado en la Isla y puertorriqueña de padres españoles, respectivamente.
Inocencia se caracterizó por su actitud liberal ante todos los aspectos que caracterizaron su vida, pero además por su activa lucha en la dirección del club «Mercedes Varona» que creó y dirigió durante años y que, representó la unión de dos pueblos (Cuba y Puerto Rico) por lograr sus independencias respectivas.
Si hablamos de las características personales de Inocencia podemos señalar varias, y muy importantes:
1.    A la edad de 23 años decide contraer matrimonio con Sotero Figueroa,  mal visto por los padres de la muchacha ya que era mucho mayor que ella, padre de cuatro hijos a los que debía mantener, mulato y luchador por la independencia de su país.
2.    Entre 1892 y 1893, cuando tres de las hijas que habían nacido del matrimonio enferman y mueren y nace el hijo varón  Mario Figueroa Martínez (22 de mayo de 1893),  la vida de Inocencia se convierte en un verdadero caos, porque, además de la pérdida de sus hijas y el reciente nacimiento del más pequeño, su matrimonio con Sotero estaba en crisis. A pesar de todo esto, y ante la solicitud de José Martí en carta que le dirige el 24 de abril de 1893, Inocencia se mantiene como dirigente del club que había creado.
3.     El 22 de diciembre de 1895 se constituye de forma oficial la sección Puerto Rico del PRC y en su directorio aparece como vocal Sotero Figueroa. A esta nueva  empresa dedica Inocencia todos sus esfuerzos revolucionarios con el fin de alcanzar la independencia de su isla natal.
4.    Esta sección auspicia la creación de clubs revolucionarios. El primer club femenino que surge como resultado de este proceso y uno de los  primeros en general fue el Club «Hermanas de Rius Rivera», organizado y dirigido por Inocencia Martínez. La vicepresidenta fue Lola Rodríguez de Tió, destacada intelectual puertorriqueña.
El club se inaugura el 8 de febrero de 1896 y, muerto Martí en combate, Inocencia invita al acto a don Tomás Estrada Palma, delegado del PRC en ese momento. Estrada Palma se excusa y no asiste a la inauguración del club.
Terminada la guerra y convertida Cuba en neocolonia  por la Enmienda Platt y cedido Puerto Rico a Estados Unidos por el Tratado de París, Inocencia se traslada a La Habana, donde adquiere una pequeña casa de huéspedes, de cuyo alquiler vive y mantiene a su hijo.
5.    En 1900 se crea la «Asociación de Señoras y Caballeros por Martí», presidida por  María G. de García y donde Inocencia es electa delegada por la Ciudad de La  Habana.
6.   En 1921 Inocencia adquiere un automóvil de uso que ella misma conducía. Este  hecho  constituye una gran novedad en la época, ya que eran pocas las mujeres que poseían automóviles y que, además, se atrevían a manejarlos. Cuando así lo hacía, usaba con frecuencia pantalones largos, moda que no se generaliza hasta bien entrado el siglo XX.
7.   Un hecho curioso que da idea de la personalidad de esta puertorriqueña que defendía la libertad de ambas islas es el siguiente: desde fecha anterior a 1921, Inocencia fumaba en público y se cortaba el pelo bien corto, a lo garçon como se llamaría más tarde.
Inocencia Martínez vivió 91 años, hasta el 17 de junio de 1957, fecha en que muere en La Habana. Su longevidad le posibilita tomar parte  en el Comité Ejecutivo y en la organización del Primer Congreso Nacional, que sesionó del 1º al 7 de abril de 1923.

Las relaciones de José Martí con la familia Sotero Figueroa.
José Martí era visita asidua al hogar de los Sotero Figueroa y al local de la Imprenta América, aledaño a la casa de vivienda de la familia que era propiedad del mismo Sotero. Ya desde 1890 aparecen misivas que nuestro Héroe Nacional dirige a Figueroa y, al parecer, su amistad data de mucho antes, por la familiaridad que existe entre ellos.
Gracias a esta cercanía, cuando se crea el PRC y las mujeres deciden apoyarlo con su esfuerzo, Martí encuentra en Inocencia la figura idónea para organizar a sus colegas  y darles el ejemplo creando el primer club revolucionario femenino el Mercedes Varona.
A partir de ese momento, José Martí se dedica a organizar y cohesionar el trabajo de los clubes recién creados y de aquellos que existían con anterioridad, pero que no estaba regidos por un pensamiento único: lograr la independencia de Cuba y, más tarde, la de Puerto Rico. En el primer artículo de sus bases su objetivo fundamental es alcanzar: «… la independencia absoluta de la Isla de Cuba, y fomentar y auxiliar la de Puerto Rico».
El 10 de octubre de 1889, José Martí se refiere al entusiasmo femenino ante la creación del PRC con estas palabras: «¡Delante de nuestras mujeres se puede hablar de guerra!  No así delante de muchos hombres, que de todo se sobrecogen y espantan, y quieren ir en coche a la libertad…»
La unión de ambos pueblos  en ese club se hace evidente en el ejecutivo del mismo, propuesto y aprobado por las mujeres que lo integraban:

Presidenta:          Inocencia Martínez.
Vicepresidenta:     Laudelina Sisa.
Tesorera:             Esposa del Dr. José Álvarez (no se consigna el nombre)
Vocales:               Eva Betancourt, Adelina Sánchez, Dominga Muriel, Dolores Martínez, Quirina            Martínez.

Estos clubes revolucionarios constituyeron desde su inicio los núcleos del recién creado Partido Revolucionario Cubano. De ahí su importancia para el futuro de la guerra y de la independencia de las islas hermanas.
Es necesario subrayar que los estatutos establecían que para que un club pudiera ejercer el derecho al voto debía contar con veinte miembros. Leamos lo que planteaba el apartado 12 de los Estatutos Secretos del PRC: sólo podrán ejercer el sufragio  las asociaciones que «cuenten, por lo menos, veinte socios conocidos y activos».7
Los clubes femeninos nunca llegaron a tener esa cantidad de asociadas, pero se hicieron excepciones. Cuando el 10 de abril de 1892 se eligen el delegado y al tesorero, en el Acta de Constitución del Cuerpo de Nueva York, el club «Mercedes Varona» consigna 15 votos para José Martí como delegado y 15 para Benjamín Guerra como tesorero. Igual situación ocurre con el club «Los Independientes», una de las asociaciones más antiguas que habían constituido los emigrados en el extranjero. Inclusive, su presidente, Jorge Fraga, resultó electo presidente del Cuerpo del Consejo de Nueva York. La votación de este club varía únicamente en relación con la del Mercedes Varona porque consigna 14 votos para el tesorero.
Probablemente, Inocencia Martínez conoció que se exceptuaría al club  «Los Independientes» para ejercer el sufragio por su condición de antigüedad y exigió las mismas condiciones para el suyo.
En los años 1893 y 1894 no hubo votación femenina en la votación del PRC, pero en  1895 el club  «Mercedes Varona» vuelve a ejercer el derecho al sufragio. Es necesario subrayar que es esta la primera vez que la mujer cubana ejerce su derecho al voto en una organización partidista, ya que los partidos políticos, como lo concebimos en la actualidad, surgen a fines del siglo XIX y, en Cuba, las mujeres no votan hasta 1940, cuando se promulga la Constitución de ese año. No es de extrañar, porque en Norteamérica no lo hicieron hasta 1920 y, en Francia, hasta 1946 en que se establece la Cuarta República, después de la Segunda Guerra Mundial; o sea, Cuba estuvo en un lugar cercano a países de gran desarrollo político e ideológico.
La lucha realizada por mujeres como Inocencia Martínez despertó el afán de lucha de la clase obrera de aquel momento y en octubre de 1896 cuando ocurre una huelga del sector tabacalero de Tampa. Hubo solidaridad entre hombres y mujeres, pero estas  las despalilladoras y abridoras de capas se reunieron aparte e hicieron  un comité de huelga propio.  Cabría preguntarse: ¿fue este hecho revolucionario el primero del género en la industria del tabaco cubano? 9

FECHA         TOTAL DE CLUBS   CLUBS FEM.          %
Abril 92       34                         1                       2,9
Dic. 92        96                         7                       7,2
Dic. 92        125                        11                     8,8
Dic. 94        128                        12                     9,3
Dic .97        200                        49                     25


En una carta dirigida a Inocencia Martínez, fechada en Nueva York,  el 24 de abril de 1893 dice José Martí: «Si el club Mercedes Varona pudiese morir, si pudiese faltarnos su ejemplo y su espíritu, de seguro que me faltaría la salud.
«Y la conservará si  en mis trabajos arduos, me llega la noticia de que el Club existe /…/ al Club Mercedes Varona, vendré pues antes que a ningún otro, a dar cuenta de mis trabajos y mis tentativas fundado por Inocencia Martínez».
Dice Martí refiriéndose a este Club: «…donde con la actividad modesta y afectuosa tacha con el ejemplo la mujer antillana, y avergüenza y reduce, a los pocos flojos y a los pocos descreídos».
Otros emigrados revolucionarios a los que José Martí amó: Paulina y Roberto Pedroso.

Paulina Pedroso.
Su nombre completo, Paulina Hernández y Hernández, conocida por la emigración como Paulina Pedroso simplemente, nació en Consolación del Sur, Pinar del Río en 1860. Se desempeña como despalilladora ocasional, lectora de tabaquería, cocinera, costurera y autora musical.
Su labor independentista se puso de manifiesto en la creación de la «Sociedad de Socorros La Caridad», agrupación femenina adscrita al PRC de la que es nombrada tesorera, según consta en el periódico Cuba, de Tampa, del 19 de mayo de 1894.
Después del 20 de diciembre de 1892, José Martí enferma debido a un intento de envenenamiento por las autoridades coloniales, según se supo más tarde. Es Paulina Pedroso quien lo atiende durante la enfermedad. Martí dice a Serafín Sánchez en una carta: «… A Ud. puedo decirle que mi enfermedad de Tampa no fue natural… Pero he padecido mucho, Serafín. Aún no puedo sostener la pluma. Mi estómago no soporta aún ningún alimento después de un mes».
También dirige una carta a Paulina Pedroso advirtiéndole la visita de Fermín Valdés Domínguez a su casa y le pide: «Prepárele mi cama y quiéralo mucho».
Paulina Pedroso muere el 21 de mayo de 1913 y, cumpliendo su deseo, se colocó sobre su pecho una bandera cubana y un retrato que Martí le había regalado en  1892.

Labor de las niñas en la creación de los clubes Rrevolucionarios.
Hubo también clubs de niñas en la emigración, veamos algunos ejemplos:
Nueva York: Las Dos Banderas. Constituido por niñas cubanas y puertorriqueñas.
Tampa: Emilio  Núñez. Presidido por las hermanitas María, Isabel y Emilia L. Participantes: Lilly Sánchez, Margarita Creci, Laura Pla, Margarita Rousseau.
Cayo Hueso: Porvenir de Cuba. Presidido por la niña Melatina Azpeitía.

Listado de clubes femeninos, ciudad de ubicación y sus integrantes. 10
CIUDAD    INTEGRANTES    NOMBRE DEL CLUB
Nueva York    Angelina de Quesada, esposa de Gónzalo de Quesada y Aróstegui. Carmita Mantilla    Hijas de Cuba.
Nueva York   Céspedes y Martí, José Maceo Hijas de la Libertad
Tampa    Ana Merchán (sobrina de Rafael María Merchán), Concepción Figueredo, Adelina Sánchez María Rodríguez.    Discípulas de Martí.
Tampa    Trabajadoras de las fábricas de tabaco    Obreras de la independencia.
Tampa    María Teresa de la Torriente. Editaban una revista titulada Revista de Cuba    Justa Carrillo
Cayo Hueso    Fredesvinda Sánchez o Inda. Organizaba conciertos y equipos de de béisbol. Castillo Duany (1897)
Cayo Hueso    Carolina Rodríguez Suárez (La Patriota). Murió el 2 de junio de 1899 en Santa Clara.    A. Díaz Marcano.
Cayo Hueso     María y Antonia Carrero. Presidenta de Honor: Lucía Iñiguez de García    Mariana Grajales de Maceo.
Cayo Hueso    Ana y Edelmira Estrada Madrigal, Consuelo Castañeda, María Rodríguez, Alejandrina San Martín, Carmen Echemendía   Gonzalo de Quesada
   
También en Nueva Orleáns, la importante población del Estado de Louisiana, nos mostraría la presencia de clubes revolucionarios cubanos, como los que a continuación relacionamos.
Nueva Orleans    Josefina Echazabal (presidenta)

Nueva Orleans    Sarah Díaz González     Serafín Sánchez
Martí City (pequeña población fundada a la vera de Ocala, en el Estado de la Florida.    José Dolores Poyo, Carolina Rodríguez (La Patriota). Algo más de 3000 trabajadores cubanos socialistas y anarco-sindicalistas    Hermanas de Martí y Hermanas de la Patria.
Filadelfia     Cubanas y norteamericanas puertorriqueñas  Hermanas de Martí y Hermanas de Betance.
Boston (tradicionalmente inglesa, ciudad norteamericana)    Hombres y mujeres    Cuba y Borinquen.
Ibor City    Hombres y mujeres    Club profesional Federico de la Torre, fundado en el mes de abril del 96. (No sólo se creó con el objeto de prestar  toda clase de ayuda  en el campo  de la sanidad militar, sino, también, para entrenar galenos y enfermeras que vinieran al campo insurrecto como tales).

El nombre dado al club fue en homenaje al doctor Federico de la Torre, primer médico caído en combate en la guerra del 95, en la batalla de las Tairanas, Pinar del Río, con las tropas del Lugarteniente General Antonio Maceo.
En la directiva aparecían trece socios de honor, de los cuales ocho eran  mujeres; es decir, la mayoría. Ellas eran las señoras María Rayón de Dueñas y la de Barbosa, así como las señoritas Rena y Eugenia Seabury, Fredesvinda Sánchez, a quien ya hemos visto presidiendo el club femenino Castillo Duany, María T. Sardiñas, Rosario Segorrea, y Clemencia Arango.
No se limitó a esto la presencia femenina en este club  sanitario, pues el mismo tenía representantes en diferentes países, entre los que se contaban las señoras Candelaria M. de Acosta y Antúnez de Castro en Costa Rica.
París. Susana B. de Cárdenas
Francia. Señorita A. M Barbarrosa
Costa Rica: Susana Echemendía
(San José): Amparo López Calleja.
Tampa: Luisa Sánchez.
Nueva York: Clemencia Arango. Contactos más directos con Estados Unidos).
Port-au-Prince (Haití):         Cecilia Héraux    Hijas de Martí
República Dominicana: Manana Toro. Hijo Panchito Gómez Toro.
República Dominicana: Belén Alomá de Sabas  24 de febrero.
Argentina: Rodríguez Prado. Hijas de Hatuey
San Pedro de Macorís: Concepción de Zayas Bazán             Hijas de las Fab. ANTILLAS. Agrupaba cubanas, dominicanas y puertorriqueñas.                                                             
Puerto Plata: Josefina del Monte de Gruñón Agramonte (Presidenta y fundadora)
Santo Domingo: Estrellas de Cuba.
Santo Domingo: Clemencia Báez (madre de Máximo Gómez).
México: Josefa Ortiz de Domínguez
Mérida: Rita Bacallao viuda de Nodarse   Cuba Libre
México: Angélica Arteaga, Aurora Ortega                Hijas de Baire
                   
El Salvador: Perla de las Antillas
Perú: Cuba Soberana, Mártires del Virginia
Destacar a dos incansables luchadores por nuestra «independencia absoluta»: Ana Aguado de Tomás y Elena González Núñez.La primera nacida en Cienfuegos en 1866, emigra a Estados Unidos. Allí conoce a Miguel M. Tomás, quien llega a se el musicólogo más completo que ha conocido Cuba. Era una notable soprano cubana que devino una de las colaboradoras más firmes que tuvo Martí
Elena González Núñez había nacido en Kingston, Jamaica en 1874 en el seno de una familia acomodada que poseía ciertos recursos económicos que le permitía vivir holgadamente. En Costa Rica conoció a José Maceo y se casaron el 14 de julio de 1894.
Al salir de Costa Rica, ya había realizado una valiosa labor en la preparación de un club revolucionario femenino, al que darían por nombre Cubanas y Nicoyanas.
Antes de partir de Costa Rica, rumbo a costas cubanas, hizo que Elena se comprometiera firmemente a garantizar con  su vida el éxito de las operaciones que se le encomendaran, La llamaban La juramenta de la guerra de independencia.

Conclusiones
La historia de las mujeres varía en el siglo XIX cubano y una de las manifestaciones de esta diferencia la constituyen los clubs revolucionarios surgidos tanto en la  víspera de la guerra de los Diez Años como en el transcurso de la guerra misma y, en el 95, cuando José Martí crea el Partido Revolucionario Cubano. En el período 1868-78 se destacan nombres de mujeres ilustres, como Ana Betancourt de Mora y Emilia Casanova de Villaverde, que llevan su osadía hasta proclamar los derechos de la Isla ante personalidades internacionalmente conocidas como Víctor Hugo y Garibaldi.
Una de los medios empleados por José Martí como apoyo a su Partido fueron los numerosos clubs creados a partir de 1892 y cuya pionera fue la puertorriqueña  Inocencia Martínez, esposa del Sotero Figueroa, editor del periódico Patria. Estrechas relaciones mantuvo nuestro Héroe Nacional con la familia Sotero Martínez, que, entre otras cosas, marcan el apogeo de la lucha de dos islas caribeñas por su libertad: Cuba y Puerto Rico.
Este es un tema poco estudiado y que, sin embargo, estuvo en la base de las luchas libertarias criolla. Por esa razón hemos decidido hacerlo extensivo a los amantes de las lecturas históricas.

NOTAS:
1.  En Maité Albistur y D. Armogathe: Histoire du Féminisme Français, Éditorial des Femmes, París, 1977, t. I, pp. 331-334
2.    Ver Letras, cultura en Cuba, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1989, t.VI,  pp.281-310.
3.    Hernández Travieso, Antonio: El Padre Varela, biografía del forjador de la conciencia cubana, Editorial Jesús Montero, La Habana, 1949, p.123.
4.    Condesa de Merlín. Viaje a La Habana. s/e, La Habana, 1974, p.207
5.  Quesada y Aróstegui, Gonzalo: Ignacio Mora. Imprenta América, Nueva York,
1894.
6. Toledo, Josefina. Sotero Figueroa, editor de Patria. Apuntes para una biografía
7.   Martí, José: Obras Completas. Ediciones Sociales. T.1 .P.382
8   Martí, José: Obras Completas. Ediciones Sociales. T.1. P. 284.
9. Estrade, Paul: Anuario del Centro de Estudios Martianos. Nº 10. 1987. Pp. 175.201.
10. Caballero, Armando: O. La mujer en el 95. La Habana, Editorial Gente Nueva, 1989.
 
 
Doctora Lourdes Marina de Con Campos
Profesora Titular de la Facultad de Lenguas Extranjeras de la Universidad de La Habana

Comentarios   

Gabriel Quesada
+5 #1 Gabriel Quesada 16-10-2010 07:28
Mi tía abuela, Amparo Lóez Calleja Basulto, fue una de las fundadoras de los grupos revolucionarios en Costa Rica. Su padre, Francisco López Calleja Pereira y su tío Manuel pelearon en la Guerra Grande (¡868-78). Manuel fue declarado héroe y mártir en Camaguey, de donde era su origen. Francisco se vino a Costa Rica, junto con sus sobrinos Aurelio y ALfredo e Hija Amparo porque los españoles querían eliminarlos. Cuando José Martí vino a Costa Rica, escrbió a Maceo que allá del lado Atlántico hay un cuabano que dio su sangre a Cuba. He escrito un artículo sobre el tema, que quisiera enviarlo pa
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